capitulo 10

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...si irías a la fiesta de Roger Alphenos.

Dios, ser omnipotente, el que observa todo, el que tiene un plan para todos, ¿qué tienes contra mí?

¿Por qué? La única persona, a la que no me tengo permitido cuestionar o enojar, ¿Desea llevarme a la fiesta de mi ruina?

Tal vez Dios, quien está aburrido, me manda desgracias a mi vida para para meter entusiasmo y risas a la suya.

El trago de té que amenazaba con salir por el orificio de mi nariz, fue forzosamente succionado, para que con una suave sonrisa le conteste.

- Vaya, estoy enterada de que mi príncipe no acontecía a los eventos de mi primo, ¿A qué se debe está desición repentina?

¡Así es! Según recuerdo el lo aborrecía, y de repente quiere ir a una de sus fiestas, ¡en donde estará el príncipe heredero!

- Tienes razón, no suelo ir a sus bailes, sin embargo... - con sus manos toma la mía, la cual reposaba sobre la mesa. - creo que sería lo mejor para tí que acontezcas en estos momentos, sabemos que la razón por la que personalmente fue a tu mansión es porque los aristócratas están empezando a tener curiosidad de tu ausencia.

Él lo sabe, sabe la razón por la que se fue.

- Pero... Si algo sale mal, el apellido de mi familia podría caer, no puedo arriesgarme y hacerle eso a mis padres.

- Escúchame, mi princesa, tú no eres cualquier persona, el segundo príncipe de éste imperio es tú prometido, no temas por lo que puedan pensar los demás.

No hizo falta que tomara un té, pues al escucharlo hablar con tanta seguridad, en mi estómago empecé a sentir flores floreciendo.

Tal vez, si él está conmigo, no ocurrirá nada malo...

- Está bien, iré, pero con una condición.

- Dime cual es, mi princesa.

- No puedes separarte de mí en ningún momento, no quiero quedarme sola para que algo llegue a ocurrir.

- De acuerdo, estaré... - sujetando mi mano, la lleva a sus labios y planta un pequeño beso en ella - a tu completa disposición...

Definitivamente ya no eran flores, tal vez sea una mata de mango, o alguna palmera.

Al verme a los ojos, sentí que me hundía en esas profundas perlas azules. Si me sigo sumergiendo, tal vez me ahogue.

- ¡Perfecto! Todo arreglado, espero poder pasar una buena noche contigo.

- Una buena noche conmigo ¿Eh?

Maldito...

- Si no tenemos más que hablar, me retiro, príncipe.

- Nos veremos pronto.

A toda prisa me dirigí a mis aposentos, ese muchacho, no es tan inocente como aparenta... Aunque Claude nunca fue inocente en el manhwa.

Llegando el día de la fiesta, llegó un paquete, el cual tenía un hermoso vestido azul, adornado con unos encajes blancos colocados sutilmente en los bolados, junto con una nota.

- El segundo príncipe es tan considerado, le mandó un vestido a mi señorita. - la dama de compañía me ayudó a probarme el vestido.

- Es verdad, ¿Qué dice la nota?

- "Éste vestido no llega a alcanzar ni la belleza de tu muñeca, pero es un humilde presente, espero que lo uses ésta noche"

Sus palabras son un poco exageradas, pero es tierno.

- Creo que estaría bien usarlo.

Al terminar los últimos detalles bajé hasta llegar al carruaje que nos llevaría a la fiesta, a su lado se encontraba Claude, quien vestía un hermoso traje blanco.

- Te ves extraordinaria, tan bella como una emperatriz.

- No digas eso en voz alta, alguien podría malinterpretarlo.

- Solo es la verdad, muy bien, vámonos.

Subimos al carruaje y comenzamos con el viaje.

Durante el camino hablamos sobre temas triviales, el banquete, el baile, los invitados que estarían, tal vez todo salga bien.














































































Me equivoqué...

Debo ganarme el favor de mi prometido | Princesa EncantadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora