ᴀᴍᴏʀ ᴅᴇ ᴍᴇᴅɪᴀɴᴏᴄʜᴇ┃ʀᴏʙʙɪᴇ ᴋᴀʏ

12

Ambos tomaron el tren de regreso a casa, se sentó uno junto a otro, y reían mientras disfrutaban del camino de vuelta a casa.

─Gracias por regalarme la mejor noche de mi vida ─dijo Dorothea.

─¿Bromeas? Tú me regalaste la mejor noche de toda mi vida, tú eres lo mejor de todo, Thea. Por esto y mucho más me siento el chico más afortunado de tenerte a mi lado.

Dorothea sonrió y tomó su cuello para acercarlo a ella y unirse en un dulce y tierno beso.

Cuando llegaron decidieron que aún les daba tiempo para caminar en el muelle donde se dieron su primer beso.

─¿Estás listo?

─¿Para qué?

─Hay que ir a nadar.

Robbie la miró serio y respondió.

─No, Thea dejé de nadar y lo sabes.

─Si, si nadas, sólo que no lo has hecho en un buen rato y yo nunca he nadado en estas aguas así que ¿Vas a llevarme?

─No.

─¡Vamos!

─No, hablo en serio, no voy a nadar ─dijo serio.

─Pero tú me obligaste a cantar y yo no quería.

─¡Eso fue muy diferente!

─¡No, no lo es!

─¿Tienes idea de lo helada que está el agua ahora?

─Robbie... Podemos haber venido hasta acá, a la playa con este hermoso cielo estrellado y no nadar, o podemos meternos al agua y seguir pasando la mejor noche de nuestras vidas.

─No traigo traje de baño.

─Yo tampoco... ─sonrió acercándose a la orilla del mar.

Cuando Dorothea llegó a la orilla se quitó la camisa que tenía puesta, sólo tenía su brasier a la vista; volteó a ver a Robbie quien venía detrás de ella.

─¿Vienes? ─preguntó quitándose su pantalón dejando ver sólo su ropa interior.

Robbie al verla quedó sorprendido, después comenzó a imitar su acción hasta quedar en ropa interior.

Ambos se metieron al agua completamente fría.

─¡Por Dios está helada! ─exclamó Dorothea sintiendo como la temperatura de esta invadió su cuerpo─ ¿lo estoy haciendo bien?

─Algo así.

Ambos rieron.

─¿Lo ves? no es tan malo, no odias el agua.

─No odio nada cuando estoy contigo.

Ambos juntaron sus labios por milésima vez y unieron sus cuerpos para conseguir calor.

Después de un largo rato de nadar ambos salieron del agua, se vistieron e hicieron una pequeña fogata en la arena, se acostaron y consiguieron el calor que tanto querían.

 ─¿Sigues pensando en la vacante del instituto?

─No. No dejo de pensar en que después de la cirugía dejé de nadar. Descubrí que ni siquiera sabía quien era yo, y tampoco los demás. Los chicos con los que había ido a la escuela por doce años sólo me veían como "el de la piscina". Ya no tengo que vivir esa vida.

─Oye, no eres "el de la piscina" pero, tampoco eres el que no lo intenta, has todo lo que puedas ahora y luego decide, porque ahora eso es importante ─dijo abrazándolo más.

─Cierto ─respondió Robbie pensando en sus palabras.

─Bien ─habló la chica antes de unir sus labios.

─¿Lista para el mejor amanecer del planeta?

Dorothea se asustó. Pasó tan rápido la noche que no pensó en ver la hora.

 ─¿Amanecer? ¿Robbie, que hora es?

─Diez para las cinco, ¿por qué?

Dorothea revisó su teléfono. Catorce llamadas perdidas de su padre.

─¡No,  por favor! ¡No, por favor!

─Dorothea ¿Qué pasa? me estás asustando.

La chica toma sus cosas rápidamente y corrió a casa como si no hubiera final.

El sol apenas empezaba a asomarse y Dorothea tenía el tiempo corto.

Robbie la alcanzó con una de las bicicletas que normalmente se quedan en la playa y Dorothea subió detrás de él.

─¡ACELERA ROBBIE, RÁPIDO!

─¿¡Que diablos pasa!? 

─¡RÁPIDO! ─gritó aún más desesperada.

El chico pedaleo lo más rápido que pudo, estaba muy asustado, pero no se comparaba con el pánico de Dorothea.

La chica sólo pensaba en las consecuencias graves que tendría si el sol la toca, podría ser la última vez que ella esté aquí.

Cuando llegó a su casa Dorothea bajó corriendo de la bicicleta, y abrió su puerta cerrándola de inmediato dejando a Robbie asustado y con los nervios a flor de piel.

─¡Thea! ¡Thea! ─tocó la puerta con desesperación─ ¿Qué sucede? Por favor, estoy muy asustado ─soltó algunas lagrimas.

Dorothea aún podía oírlo detrás de la puerta, pero no había vuelta atrás; el sol la tocó.