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Alma larga un gran suspiro desde el fondo de su ser. Otro día que sale de terapia frustrada y angustiada. Otro día sin saber por qué dejó de verse con sus amigos, paró sus hobbies y de más dudas hacia la carrera que eligió.

Otro día sin tener control de su vida.

Creía que al suspender todas sus actividades tendría un panorama claro de lo que debe hacer, así evitar algún otro error pero no.

Nada de lo que planeó está funcionando.

Como cada final de sesión con su psicóloga, se dirige al subte D, la misma rutina de siempre: de Congreso de Tucumán hasta la Facultad de Medicina. Le alegra un poco que el cartel no informe ningún paro por parte del sindicato, porque le alteraría más el día no saber cuál colectivo tomarse para llegar al mismo destino.

Mientras que camina en el gran túnel de la estación, mira a su alrededor y ve como los demás parecen estar realizados en cuanto a su profesión y modo de vivir: empresarios, kiosqueros y madres.

Está estancada, en un tiempo perdido. Todos progresan menos ella.

Sin más, apoya la SUBE y pasa del molinete con rapidez para apoyarse en el muro y así ningún loco la arroje contra las vías, pero un pibe -cargado de mochilas- la detiene.

—Flaca, por favor, ¿me podrías pagar el viaje?

—Flaca, por favor, ¿me podrías pagar el viaje?

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Hacia la incertidumbre, en constante viajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora