—¿Cómo que parásito? —pregunta Bruno.
—Fíjate —señala Alma hacia las puertas del vagón, en donde un transeúnte entra rápidamente incluso con el timbre sonando.
—Usted está en estación José Hernández. —Se escucha del altoparlante una vez que se cerraron las puertas.
—El tiempo para entrar al subte es limitado al igual que elegir algo de qué vivir, una carrera. Y el sonido es el que dice: "cuidado", "¿estás segura?", "mirá que si te equivocaste de línea, te jodés". Y ahora estoy jodida porque me equivoqué.
—Pará un poco. No entiendo nada de de lo que decís.
—No me está gustando Medicina —confiesa Alma—. Estaba tan segura con esa carrera desde los quince años y ahora me encuentro que no. Tenía todo perfectamente planeado: graduarme con un promedio más de nueve, especializarme en Traumatología, casarme con un tipo que seguramente lo conocí en la universidad y tener cinco hijos.
Bruno se queda callado, por lo que la muchacha continúa revelando:
—Desde hace dos meses que hablo de esto con mi psicóloga. Imáginate lo perdida que estoy que cuento todo esto a un completo desconocido.
—Una pregunta —dice el chico luego de un rato.
—Sí.
—¿En qué parte de todo tu plan pensaste en disfrutar?
—Próxima estación: Olleros.
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Hacia la incertidumbre, en constante viaje
Short StoryAlma sale de terapia, nuevamente frustrada y angustiada, para dirigirse al subte D. Ya estando allí, apoya la SUBE en la máquina para que ésta la deje pasar y así irse a su casa. Pero un chico, cargado de mochilas, le pide por favor que le pague el...