—Usted está en estación Juramento.
—Bueno, voy a hablar yo ya que vos no hablás —determina Alma al acomodarse en el asiento—. Che, te pagué el viaje.
—Disculpá, es que me pareció raro. —Se excusa el chico. —Pensé que me ibas a pedir una pulsera o alguna indicación de una calle, qué sé yo. ¿Cómo comenzaría una charla?
—Podrías preguntarme cómo me llamo.
—¿Y cómo te llamas?
—Alma, ¿vos?
—Bruno.
—Sos mochilero, ¿no?
—Ajá —contesta sonriente—, ¿y vos fuiste de mochilera alguna vez?
—No. No debería tomarme el atrevimiento, en este momento, de ser mochilera —responde Alma, dando un suspiro de frustración.
—¿Por qué no? ¿A qué te dedicas?
—Y si sigo por este camino: soy un parásito.
—Próxima estación: José Hernández.
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Hacia la incertidumbre, en constante viaje
NouvellesAlma sale de terapia, nuevamente frustrada y angustiada, para dirigirse al subte D. Ya estando allí, apoya la SUBE en la máquina para que ésta la deje pasar y así irse a su casa. Pero un chico, cargado de mochilas, le pide por favor que le pague el...