VI | Heredero Legítimo

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Wanda miró a través de su balcón en un momento de aburrimiento, en búsqueda de algo interesante en qué distraerse. Las lecciones con el consejero del rey eran estresantes, largas y tediosas. Era como volver a la universidad, pero se dijo a sí misma que se esforzaría demasiado. Si quería proponer los programas sociales que tenía en mente, debía conocer perfectamente cómo funcionaba el reino y cómo podía aplicarlos. Probablemente sería muy difícil que el rey los aceptara, si no escuchaba a su propio hijo mucho menos a ella. Bucky, el príncipe de ojos tristes, de verdad que era un guerrero, soportar a tremendo ogro todos los días era algo admirable para Wanda. Él no se daba por vencido, aún cuando su padre le era indiferente.

—Wanda... ¿Estás muy ocupada?— preguntó Becky mientras asomaba su cabeza a la habitación.

La princesa aprovechó el momento en que Zemo salió porque el rey solicitó su presencia, posponiendo una de las tantas lecciones que tenía programadas para ese día. De hecho, Helmut

—No, ¿Qué necesitas?

—Ven a conocer a alguien. Es un amigo de la familia— respondió Becky con su habitual alegría.

Maximoff la siguió pisándole los talones a Rebecca, quien la llevó a un salón pequeño que estaba destinado a las visitas recurrentes, o al menos eso recordaba de propia voz de la princesa.

—Samuel, de una vez te advierto que ella ya está apartada para mi hermano— dijo entrando.

—Tranquila... Ten por seguro que no tengo las intenciones de coquetearle.

La joven Barnes entrecerró los ojos al no estar convencida de sus palabras, pero el moreno estaba inexpresivo, siendo imposible de descifrar para la chica.

—Bueno, mi advertencia sigue en pie. Te presento a lady Wanda...— comenzó a decir al tener a la castaña en la entrada.

—...Maximoff— le interrumpió el vizconde a la princesa, quien abrió la boca indignada.

—¡¿Se conocen?!— exclamó Rebecca con su vista brincando de uno al otro, esperando que ellos no tuvieran un pasado juntos—¡¿De dónde...?!

—En el baile de celebración de la condesa Wilson— respondió esta vez Wanda— Es un gusto verlo de nuevo, milord.

—Por favor, lady Maximoff. Sólo llámeme Sam— pidió el moreno al ver que inclinó la cabeza —Aunque ciertas personas insisten en llamarme Samuel— decía mientras miraba a la princesa.

—¡Hey! No es mi culpa que tu madre eligiera ese nombre para ti.

Wanda trató de no reír ante la divertida amistad entre Rebecca y Sam, le recordó a sus hermanos y soltó un suspiro melancólico. Los extrañaba demasiado, al igual que sus travesuras.

—Iré a buscar a Bucky, no lo he visto en toda la mañana. Tal vez le de gusto verte y quieran hablar.

Los dejó solos y la castaña sonrió ante la pequeña escena en que Rebecca olvidaba que era una princesa real y podía ordenarle a cualquier persona que laboraba dentro del castillo para que buscara a Bucky, pero aún así ella lo hacía. Eso le demostró que tal vez la chica sí tenía los pies en la tierra al igual que su madre.

—Así que... Usted es la prometida de James, lady Maximoff.

—Aún no formalmente. Pero, por favor, puede llamarme sólo Wanda— respondió con cierta tristeza que trataba de esconder con su amabilidad. Todo lo relacionado al tema del compromiso la hacía añorar el pasado.

—Está bien, Wanda. ¿De dónde proviene?

—Sokovia.

—¿Sokovia? ¿El distrito que se anexó hace unos años?— la castaña asintió— ¡Qué impresionante!

SER UNA BARNESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora