XI | Noche Sincera

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La cama era bastante grande para una sola persona, inclusive para el rey. No podía dormir al tener la pregunta de su hija dentro de su cabeza haciéndole eco. "Cómo terminaron juntos". Terminó por sentarse en la cama y meditar...

¿Cómo la conoció?...

Era el baile por celebración de la paz entre reinos, siendo la casa real de Rumanía cómo la anfitriona. Él provenía de la realeza, específicamente de Ucrania, pero no le agradaba la idea de ir a un baile. Era hijo único, así que la corona ucraniana caía sobre de él y debía mantenerla a flote; el resto de la nobleza ya no existía.

Acudió en compañía de sus padres y su primo, Helmut, a dicha celebración. Saludaron al rey Ikaris Barnes, quién mostraba una actitud tranquila y amable. A su lado estaba la princesa Winnifred.

George hizo una reverencia y al levantar la vista, quedó asombrado de tal belleza: cabello negro atado en un moño alto, piel blanquecina, ojos azules y una sonrisa hermosa. No pudo evitar sonreír también.

El rey suspiró, habían sido tantos años atrás y la belleza de su esposa persistía. La perdió al cometer el peor de los errores... Merecía su desprecio, de eso no había duda. En cuanto a su hijo, sólo esperaba que en un futuro no cometiera los mismos errores que él.

Mientras la noche continuaba su curso, en una de las habitaciones del castillo, una pareja charlaba en plena tranquilidad a través de una videollamada. La reina le habían prestado un dispositivo para comunicarse con el vizconde, quien aceptó esa nueva idea para comunicarse. Sam notó que María ocultaba algo que le sacaba una sonrisa inexplicable de vez en cuando y no era común en ella hacer eso.

—Esta noche, tu sonrisa es diferente. ¿A qué se debe?— se atrevió a preguntar.

La chica dudó por un momento, pero recordó que no podía guardarle secretos.

—Tal vez esto te emocione tanto como a mi. No tiene nada qué ver con nosotros, pero puede que te alegre la noche— el moreno la observó impaciente mientras bebía de su taza de té— Hoy en el castillo, el príncipe James besó a Wanda.

Su pareja casi se ahoga ante tremenda revelación. Era increíble lo que escuchó, pero estaba feliz por su mejor amigo; la situación mejoraba ahora al no ser un matrimonio arreglado sino por amor. Aunque conocía a James lo suficiente al igual que su pasado y sólo esperaba que nada lo arruinara. Siempre lo escuchó decir que no se casaría, quería ser un rey soltero, tal y como lo fue su abuelo; también que no se enamoraría para evitarse un final como el de sus padres. Poco conocía sobre Wanda Maximoff, pero con eso era suficiente como para saber que ella no lastimaría a James con una infidelidad y que tampoco estaba con él por interés como las muchas otras que fueron sólo una aventura.

—¿Los viste?— el rubor sobre las mejillas de María, delató lo que sus ojos observaron en aquella tarde— ¡Oh por Dios! ¿Qué te ha llevado a espíarlos?

—Todos en el castillo también los espiaron, inclusive el rey y la reina; pero fueron descubiertos porque un jarrón se impactó contra el suelo. Creo que fue la torpe de Delilah.

Fue imposible que Sam no riera ante la imágen mental que se había creado. Comprendía la curiosidad por la cual todos los habitantes de aquel palacio pasaron. Él también lo hubiera hecho.

—¡Hubiera dado lo que fuera para ver eso!— exclamó entre risas y carcajadas que contagiaron a Hill, que trataba de ocultar al ser demasiado tarde. Eso había sido el tema de plática en esa madrugada. Ambos, en su interior, deseaban lo mismo que la pareja real; no era inalcanzable, sólo era cuestión de decir "sí".

§

Observó hacia los grandes pastizales que daban paso al bosque, bajo la tenue luz de las lámparas era posible observar a Orión y Alpine, caminaban juntos a un paso tranquilo. Suspiró mientras pasaba sus manos por su vestido y observaba las estrellas danzantes de la noche. Era tarde, bastante. Habían salido a escondidas del castillo, lo suficiente para que nadie notara su presencia más que los guardias. Bucky salió lentamente por la puerta mientras les ordenaba a los guardias no comentar nada de su encuentro. Lo escuchó caminar tras de ella, con pasos suaves y, luego, deslizó una mano por su cintura. Un escalofrío la recorrió al sentir su aliento chocar contra su cuello y la suave nariz de Bucky deslizarse por su piel.

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