Titulo: Domé al Marqués loco
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Descendiente de una familia de herreros justos, Laranoa Ador rescata accidentalmente a un niño llamado Escal de una casa de subastas, pero muere en una tragedia llena de injusticias.
Lara se ve obligada a enterrar...
No podía entender por qué llegó a tal conclusión. Sin embargo, el Marqués Dyke de alguna manera lo interpretó a su favor.
'No es así....'
Ella se consideraba una persona inteligente, pero no podía ganar esta discusión.
Nerviosa, Lara continuó murmurando como si fuera a refutar.
"Alguien honesto y que cumpla la ley...."
No eres tú, así que por favor detente, te lo ruego.
Sin embargo, el Marqués Dyke se mostró firme.
"Prefieres a los hombres con un fuerte espíritu de cumplimiento de la ley".
Poniéndose en pie, Escal se acercó al escritorio situado en la esquina de la sala de espera.
Clic.
Al abrir el cajón del escritorio, salieron papel, tinta y un bolígrafo. Sentado al otro lado del escritorio con las piernas cruzadas, abrió la tapa de la tinta.
Colocó el papel sobre sus sólidos muslos y comenzó a escribir algo.
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(N/T: Dios aprieta pero tu ahorcarme con esas piernasas 👀🔥)
Lara entrecerró sus ojos con fuerza. Sin embargo, era difícil interpretar correctamente las pequeñas letras desde la distancia.
Tan pronto como se llenó el papel, el Marqués Dyke sonrió lentamente.
"Mayordomo, a partir de mañana, todas las leyes que nuestra familia ha violado serán revisadas".
Con una pequeña llamada, un mayordomo con aspecto esquelético se acercó cortésmente. Cuando recibió el papel educadamente, lo puso en sus brazos y luego desapareció en silencio.
'¿Acaso está tratando de enmendar la ley?'
Es imaginario, pero no imposible. Porque incluso el emperador es un hombre que tiembla frente él.
'Este hombre....'
"¿Qué es lo siguiente?".
Lara se quedó sin palabras. No importaba lo que dijera, el Marqués Dyke lo interpretaba a su manera y lo cambiaba a su gusto.
Lara estuvo practicando una historia para rechazar su corazón, pero solo la historia de 'Me enamoré' le vino a la mente repetidamente.
Mientras el silencio continuaba, el Marqués Dyke tomó la delantera y se ofreció a enseñarle los alrededores. El dueño del castillo llegó a informar con una actitud elegante.
El tamaño del castillo, los bienes que poseía, el número de los miembros de su familia, etc.
Cuanto más sucedía, más se hundían los hombros de Lara.
