Capitulo 9

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Viajé definitivamente a otra sintonía una vez que regresé al departamento.

Andaba de ánimos; puse algo de música en el equipo, me di un buen baño de tina y luego me metí a la cocina, con el fin de sorprender con algo bueno a mi feminista millonaria, además de lo mío. Las cosas marchaban mejor que nunca y todo era cosa de tiempo para seguir cumpliendo mis propósitos.

En eso sonó una vez más el hijo de puta ese del maldito teléfono. Respondí pensando que tal vez ya era hora de cambiar el maldito número ese que ya era demasiado accesible en la ciudad, al parecer para cualquier pelagato que simplemente se lo propusiese. 

— ¿Sí?  
— ¿Usted es Bruck el gigoló verdad? —Preguntó una voz femenina que se me hizo bastante familiar.

Llevaba muchísimo tiempo ensayando aquella bendita respuesta:

— ¡No! —Dije con fuerza

Tomé aire y grité:

— ¡No, no y no!

Luego colgué. 

Seguí picando las verduras para el acompañamiento del pescado y el hijo de puta ese del teléfono volvió a sonar de nuevo.

Siguió sonando tres veces seguidas más prácticamente en el acto y recién a la cuarta perdí lo suficientemente la paciencia como para responder todo aquello de muy mala gana.

— ¿Que sucede? —Pregunté, lo más firme que pude. 
— ¿Es que acaso ahora has vuelto a la prostitución homosexual ya que ahora no eres Bruck el gigoló?

Aquella voz femenina me seguía pareciendo muy familiar.

— Denante hice mi último trabajo, preciosa —Respondí—. Lo siento mucho pero ya se acabo.

Respiré profundamente, sin dejar de sentirme incómodo en ningún momento.

— Déjame decirte que yo lo siento muchísimo más que tú —Dijo—. De partida eso del último trabajo es algo que definitivamente no depende de lo que tú decidas, según los antecedentes que manejo de, digamos, tu asquerosa y amable persona. También estan todas tus redes sociales aquí y déjame decirte que no sería muy difícil mancharlas con algo de maravillosa cizaña por parte mía, ya que yo soy muy buena en eso. ¿Que te parece?

Aquello era bastante injusto y difícil de digerir, sobre todo tras oír aquellas risas burlescas. Sin embargo cada vez sentía menos miedo de lo que podía llegar a pasar y tal vez algo de revuelo mediático me permitiría acceder a alguien que SI conociese a la gobernadora de la ciudad.

— Haga lo que quiera —Respondí—. Ahora, si me lo permite… ¿No necesita nada más de mí?

— Su feminista millonaria es quien me ha recomendado. ¿Sabias que tengo el poder suficiente como para hundirlos a ambos en la mierda si es que me enojo lo suficiente como para tener ganas de hacerlo?

Al servicio del poder Donde viven las historias. Descúbrelo ahora