Capítulo 10

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Tras una cena que se prolongó por muy poco tiempo mediante un silencio absoluto, mi feminista millonaria se fue a encerrar a mi pieza para hablar por teléfono por alrededor de una hora, sumandole así un nuevo y doloroso roce a mi herida que a esas alturas estaba cada vez más dolorosamentente irreconciliable. 

Yo seguía triste y había decidido emborracharme jugando pac man con mi consola de juegos retro conectada a la tele. Había apagado las luces y mi vista estaba pegada fija a la pantalla y cuando mi feminista millonaria terminó con lo suyo partió directo hacia mi regazo, así como sintiéndose culpable de algo y con la imperiosa necesidad de lavar su culpa.

Mis manos estaban fijas en el joystick salvo para agarrar la botella de vodka a unos intervalos que cada vez cobraban más y más frecuencia.

— Yo también quiero —Dijo, arrancando la botella de mis manos.

Jugaba pac man sin ganas y el resultado de eso era perder y perder vidas. Todo en mi era derrota. No hay nada peor que saber que la mujer que uno ama lo está engañando, sobre todo cuando esa misma mujer subía y bajaba su mano derecha por mi pierna en el momento mismo del sufrimiento, así como buscando algo, onda la meta final de todo el asunto, esa vaina que dejaba en un ridículo decimoquinto plano de la vida todos los problemas del mundo.

Lo peor de la situación era estar consciente de aquello y al mismo tiempo no tener el valor suficiente como para no hacer ni decir nada.

— Es raro verte jugar a esa cosa —Me dijo , desabrochandome el cinturón—. La mayoría de los tipos de tu edad juega con cosas más modernas que eso. ¿No te parece un poco inadaptado de tu parte?

Intenté concentrarme al máximo en ganar la partida y no en mi feminista millonaria y aún así perdí. Solo esperaba que llegara el desenlace inevitable lo antes posible, con el fin de cerrar los ojos y simplemente descansar de tanto pensamiento autodestructivo. 

Lo peor de todo era que ni siquiera me podía emborrachar como para abandonar tanta tristeza.

Seguí perdiendo un buen rato más en la etapa más fácil, y luego de llegar a un punto en el cual ya no se podía disimular más que estaba todo bien mi feminista millonaria se incorporó. Lo primero que hizo fue apagar mi consola y encender las luces.

— ¿Que pasa? — Pregunté. 

Mi feminista millonaria me miró fijamente desafiante.

— Clavka proteje demasiado a Hugan —Dijo, con sus manos fijas sobre su cintura —. Yo solo quiero que ella se de cuenta de que es el patriarcado el problema, no ella ni yo. ¿Se entiende? ¿Algo más que quieras saber antes de poder chupartela?

La respuesta me parecía demasiado absurda y no quería seguir indagando.

— Está bien —Dije.

Por suerte Evka había provocado que no estuviese tan necesitado de sexo físico, ya que aquella situación permitía que no estuviese tan vulnerable a lo tramposa que era mi feminista millonaria al momento del turno de hacer su jugada, siempre jugando a intentar silenciarme con sus mamadas.

Daba la impresión de que mis sentimientos le valían madre a todo el mundo y por supuesto que ella no era la excepción.

— Esta bien —Repetí, resignadamente. 

Seguía ahí, inerte en mi capacidad de tomar decisiones y hacer algo definitivo con respecto a lo que pasaba por mi cabeza. Tal vez me había dado cuenta de que luchaba por el objetivo equivocado.

Tenia que hacer un esfuerzo y olvidarme para siempre del amor de mi vida si iba a seguir sufriendo de esa manera.

— Acabo de descubrir lo que me molesta de tí —Dijo mi feminista millonaria.

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