Lunes, 8 de marzo 2021.
Texas, EE. UU.
Déjà vu. Parte 1.
Rachel Wayne.
Despierto por la mañana con el hermoso mes de Marzo, y el agradable clima de la bella ciudad de Houston Texas y con una fastidiosa alarma que por cierto la tengo cada cinco minutos.
Hoy tengo una reunión con mi padre en la central, debido a que volveré a trabajar con ellos después de mis misiones en Nueva Zelanda, Australia y México. Espero y todo salga bien, ya que no lo he visto durante cuatro años por motivos de una misión que tuve en Columbia.
Traté de detener a dos narcotraficantes, pero fallé debido a que perdí el control con un trauma que tengo desde los trece años, después de fallar en la misión todo cambio en la central, ya nadie me solicitaba para misiones, en cambio, mis amigos me daban apoyo para no sentirme mal. Muchos de mis compañeros me humillaban y se burlaban de mí; también me decían la militar demente hasta que los enfrente, pero uno salió herido y gracias a eso fui suspendida, luego tuve problemas con mi padre y por último decidí irme.
Estuve durante cuatro años en México, no quise volver después de lo que pasó, pero es mi padre quien me solicita ahora y no puedo decepcionarlo.
En fin, recojo los papeles que tengo sobre la mesa y las meto en una carpeta negra, termino de recogerlos para luego entrar al baño para tomar una ducha. Me desvisto frente al espejo y al momento que me tengo que quitar el sostén acaricio la cicatriz que está sobre mi pecho. Entro a la ducha y el agua está un poco fría. Me paso las manos por todo el cuerpo hasta llegar a mi cara.
Salgo de bañarme y me visto. Llevo puesto un pantalón negro, una chaqueta del mismo color, unas botas de cuero, un maquillaje muy natural y para finalizar, el cabello recogido.
Termino de alistarme y recojo mis cosas antes de marcharme. Salgo de mi casa, entro a mi auto, y ahora trato de manejar a toda velocidad porque no quiero llegar tarde; eso no haría una capitana de mi rango.
—¡Mierda! — digo mientras veo el estúpido tráfico que hay. Suena mi ¡Phone y veo un mensaje de Addison, «mi mejor amiga».
Veo sus mensajes y reproduzco el audio que envió.
—Good morning, my bitch. Espero que me hayas traído al hombre moreno de ojos oscuros que me mostraste en las fotos por que ya me lo estoy saboreando —«esto es típico de Addison» —. No es cierto, amiga. Sabes que te espero con ansias. Ya quiero verte y contarte muchos chismes después de cuatro años de no vernos... bueno, no te quito tu tiempo y nos vemos en treinta minutos, adiós, te quiero.
«¿Treinta minutos?» ¿Cómo carajos voy a llegar en treinta minutos sí aquí no se mueve ni una maldita mosca?.
Salgo de ahí siete minutos después; al parecer no era tráfico, sino las personas que se detuvieron porque dos personas se bajaron a pelear y mucha gente se detuvo a ver el espectáculo en lugar de separarlos, solo empezaron a grabar hasta que salí del auto y los separé, uno trato de golpearme pero lo derribe sin lastimarlo, todos se subieron a sus autos y por fin pude salir.
Llego al estacionamiento y dejo mi auto. Estoy frente a la central, de un momento a otro me tiemblan las piernas, no tengo idea del porqué, pero estoy nerviosa, tomo firmeza y encamino con seguridad.
Entro a la central y lo primero que veo es a las que antes les caía mal, pero ahora se ve que me odian al ver que estoy de regreso.
—¡Rachel!, estás de regreso, ¡qué emoción! —me dicen con una sonrisa tan hipócrita que no les sale bien —Y... ¿qué se te ofrece? ¿acaso vienes a pedir dinero al general para pagar psiquiatras? —lo dicen con una ironía que por su puesto estoy a punto de ignorar.
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Sombras Rojas
RomanceElla, es un militar perteneciente a la FECM estadounidense, pero se complica ya que tiene problemas mentales y es su arma de doble filo, por lo que utiliza su enfermedad como una habilidad para meterse en la mente de las personas y así conseguir lo...