≛ ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 7≛

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Múnich, Alemania.

David Harper.

Escucho la maldita alarma que tengo por un lado de la mesa de noche, no me molesto en apagarla sino que la rompo en un solo golpe  ya que siento que la cabeza me quiere reventar; volteo y veo a un lado mío a una mujer de cabello rubio. Puedo decir que no recuerdo ni su nombre, solo recuerdo que la follé tan bien anoche.

Se abre la puerta, ruedo los ojos al ver a mi hermano con una cara de amargado como de costumbre.

—¿Otra vez la misma mujer en la misma semana?—me pregunta.

—¿De verdad ya me la había follado?

—Sí, ¿cómo es posible que no recuerdes con quién follas y con quién no?

—Nunca les pongo atención...—paso las manos por mi cabello—solo me las follo.

—Levanta el culo, príncipe follón; el general quiere verte en la sala de juntas.

—Dile que hoy no tengo ganas de verlo.

—Sí, claro. Soy tu mensajero—se molesta.

—Buenos días, amor—la rubia se levanta.

—¿Amor?—hago una expresión de asco.

—Anoche me aseveraste que te dijera amor.

Me burlo—Ni siquiera recuerdo tu nombre.

—Soy Dayana Keller. Ya nos conocíamos; de hecho, trabajamos juntos, Nathan.

Hago un gesto de 'No me interesa'—Bueno, Dayana Keller, ¿te puedes largar de mi cuarto?

—Pero...—no la dejo terminar.

—Pero nada, ¡largo!

—Dayana, por favor retírate—mi hermano abre la puerta.

—¿Nos vemos después?—pregunta al ponerse la ropa.

No me molesto en mirarla—No.

Termina de vestirse y espera a que me despida de ella pero ve que no lo hago y sale del cuarto. Ella se va y mi hermano cruza los brazos en señal de respuesta—Ahora que la zorra salió, báñate que apestas a alcohol, Nathan.

—¿Y si no quiero?

—No te estoy preguntando, ¡te estoy dando una orden!

—¿Y si no quiero?

—Fácil—camina directo hacia mí; me encanta molestar a mi hermano. De hecho, es uno de mis pasatiempos favoritos además de follar.

—Está bien, señor amargado —alzo las manos en señal de burla para que se detenga.

Me meto al baño desnudo, me miro al espejo «Estoy jodidamente bueno», me reviso el pecho al notar un enorme chupetón morado y otro mi grande verga.

Entro a la ducha, cierro los ojos cuando el agua cae sobre mí. Me relajo y mi mente recuerda el sueño que tuve de una mujer: de curvas exóticas, cabello oscuro al igual que sus ojos, muy hermosa, y una sonrisa para morir; tengo días soñando con esa mujer «¿Quién será?»

He conocido y cogido a muchas mujeres alemanas, y de otros países, pero jamás he visto una belleza como la que soñé.

Salgo de bañarme después me lavo los dientes, tomo mi ropa, saco un pantalón gris, una camisa del mismo color y unos zapatos; me coloco la camisa la cual hace que se marque mi abdomen marcado.

Me escanea—¿Así te piensas ir?

—Es solo una reunión con papá—encojo los hombros— no es la Met gala para andar de traje como tú.

Sombras Rojas  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora