Amelie Helsing
14 de octubre.
Pasado.
—¡Vamos! Llegaremos tarde. —chillo mientras jalo a mi padre de una de sus manos para salir lo más rápido de la casa.
Es viernes, el mejor día de la semana y eso significa solo una cosa. Explosión de azúcar en mis papilas gustativas.
Cada tarde siempre es toda una aventura al lado de él. Como ir al zoológico cada lunes e imitar el sonido de los animales. O los miércoles al parque de juegos para niños donde yo me subo a todos los juegos mientras él sonríe al escucharme reír y divertirme. O ir de compras y pasarle un frasco de Nutella en vez de uno de mermelada; sospecho que siempre sabe que le paso el equivocado. Los pomos son muy diferentes y él sabe diferenciar muy bien las cosas. A pesar de no poder ver nada, el sentido del oído y el tacto son los sentidos que más tiene desarrollados. Eso quiere decir que siempre me consciente en todo.
Hoy vuelvo del colegio, al cual voy todas las mañanas y regreso en la tarde, y mi padre me espera sentado en su gran sofá con una mano sobre su reloj Braille que siempre lleva en su muñeca izquierda. Como quien contando los minutos que me falta para que yo llegue.
Ni bien lo vi, la sonrisa de mi rostro creció y me abalancé a abrazarlo. Cada viernes vamos juntos a la gran pastelería central. Y hoy era ese día especial. Mi obsesión con los dulces viene gracias a él; nunca me niega uno y siempre me cubre cuando escondo algunos debajo de los cojines del sofá.
Además, que él comparte conmigo el gusto por los mismos. Definitivamente lo heredé de él.
—¡Te prometo que llegaremos temprano, madre! —hablo fuerte para que me escuche hasta la cocina y trato de huir antes que salga y me regañe por estar algo mojada; no es mi culpa. ¡Afuera está lloviendo a mares! Quisiera decir que de ella también heredé la obsesión inverosímil por el azúcar, pero no, ella es más de cosas saladas o amargas.
Lo que sí heredé de ella fueron sus ojos, bueno, parte de ellos.
—Amelie el paraguas, puedo escuchar las gotas caer. —mi padre habla antes de salir de la casa.
Yo trato de coger uno del perchero, pero se enreda entre las cosas que hay ahí y se termina cayendo todo. Me flexiono lo más rápido que puedo y trato de acomodar todo a como estaba mientras él se ríe divertido por lo bajo.
—¿No se piensan despedir? —la voz de mi madre acercándose nos hace ponernos serios y yo me enderezo.
Trae un poncho de lluvia amarillo y planta una mirada de desaprobación hacia mí.
—¿Crees que no te conozco cuando te emocionas? Sueltas la mano de tu padre y corres dejándolo atrás. —me regaña mientras me quita mi chamarra mojada y me coloca el plástico.
—Lo siento...
Levanto mi mirada hacia ella agrandando mis ojos y haciéndole un mohín.
—Es divertido escucharla reír cuando hace eso. —la voz de mi padre aparece entre risas salvándome de un mayor regaño.
—La consientes mucho, Nick. —su tono se suaviza y se gira hacia él.
Mi madre posa una de sus manos sobre la de él y este solo sonríe.
—Me conoces Marjolein. —esboza mientras mi madre toma su rostro entre sus manos—. Haría lo que fuera para mantener felices a mis dos personas favoritas. —ella sonríe llena de amor y pega sus labios a los de él. Yo hago una mueca y giro mi cabeza mirando a otro lado por tan cursi situación.
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DESVANECERSE
Romantizm¿Qué pasa cuando descubres que tu motivo de seguir viviendo se resume en alguien y no en algo? Henry Butler. "La manera más grotesca de perderte al mundo es tenerlo al frente y no poder verlo " Amelie Helsing. "Cuando el motivo de tu felicidad d...