11| Nunca te quiero perder

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Capítulo 11.

Portland-Oregón EE.UU/ martes, 24-09-2013.

Estoy sentada en la banca de un parque con el rostro amoratado, ropa rasgada, ojos hinchados y corazón partido.

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que lo golpeé y hui, corrí tanto que ni sé que parque es este, es de noche, tal vez las 8, las 9 o incluso las 12 de la noche, no sé nada, no pienso en nada, ya no lloro, ya no siento.

Quiero desaparecer, quiero olvidar todo, quiero...quiero morir.

—¡Oiga! —no alzo la vista, escucho como unos pasos se acercan y tengo miedo de que sea él.

Que no sea él, que no sea él.

—¡Niña, eh! —no reacciono hasta que me toman de los hombros. Es una policía, me relajo visiblemente.

La miro a los ojos y jadea al verme, no sé qué es lo que la hace jadear escandalizada, mi rostro destruido o mis ojos vacíos.

—¿Eres Azul Miller? —asiento de manera automática — tu familia va a estar tan aliviada, esta desaparecida desde la tarde de ayer.

Pero es de noche ¿Había pasado más de un día entero en ese parque?

—¿Qué te sucedió? —pregunta con tacto.

No tengo fuerza para abrir la boca, no tengo fuerza ni siquiera para ponerme de pie, cuando intento hacerlo las rodillas me fallan de lo débil y adolorida que estoy.

—¡Marcos! —grita la policía sujetándome de los brazos para que no me caiga, un policía baja de la patrulla y viene trotando hacia nosotras — no puede caminar, álzala por favor —está por hacerlo, pero me alejo de él antes de que me toque siquiera, no sé de dónde saqué la fuera para retroceder — Azul...

Miro a la oficial y niego mirando a la policía.

—Hombres no —susurro con voz rasposo, me duele la garganta.

La oficial se arrodilla frente a mí y me mira, no sé qué ve en mis ojos o si ve algo en ellos siquiera, pero termina por asentir, se levanta y hace fuerza cargándome ella misma, nunca se lo dije, pero hasta ahora se lo agradezco infinitamente.

—¿Adivina quién tiene una cita? —dejo de pensar en mi pesadilla y miro a mi desaparecida mejor amiga, está de pie en la puerta de mi cuarto.

—¿Tú? —pregunto, sorprendida y asiente con entusiasmo —¿Enserio? Tu nunca tienes citas.

—¡Lo sé! —suspira dramáticamente, da brincos hasta mí y se sienta a mi lado — peroooo tengo una la otra semana—chilla — creo que voy a llorar —dramatiza.

—¿Por qué vas a tener una cita? —pregunto y admito que tengo una genuina curiosidad.

—Nooo, lloro porque me dan pena todos esos chicos que quieren tener a esto —señala su cuerpo completo — soy muy solicitada, ojiazul.

—Claro —le doy una pequeña sonrisa — ¿Cómo se llama el chico? ¿Por qué aceptaste la cita?

—Es universitario —comienza y desde ya sé que va a salir mal —estudia negocios internacionales, tiene 20 añitos y se llama Cameron —sonríe felizmente.

Decirle o no decirle.

No quiero bajarla de su nube, pero sé que va a salir mal y no es por pesimista o ser mala, solo lo sé. Pero supongo que debo dejar que esa cosa de ¨las cosas deben suceder¨ sea este caso, fácilmente podría decirle que se aleje de él, aunque mucho caso no me haría la verdad, pero ella tiene que vivir o algo así me dice papá cada que se da cuenta que presiento cuando algo va a salir mal con alguna de las personas que me rodean, me dice que debo dejar que se equivoquen y vivan.

Mi partida de Ajedrez (#01 Saga Miller)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora