Capítulo IV. La Reina Madre.

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Año 1518, Joseon.

Sala del Trono. Zona central del Palacio Real de Changdeokgung. 2do año del reinado del Rey Choi TaeHo, El Grande.



El Rey, fijó sus orbes en los hombres ataviados en hanboks de tonos rojos, azules y verdes. Acababa de escuchar todos los argumentos y opiniones de cada uno de ellos, a favor o en contra, sobre la situación actual del Reino.

Las tropas del Gran General Ming finalmente se habían asentado en la frontera y todo apuntaba a que la mano derecha del Emperador chino Qing, quien había ascendido al trono hacía no más de un par de años atrás, pretendía avanzar en su territorio.

Lo que era una muy clara declaración de Guerra para Joseon, que no se podía pasar por alto. La soberanía y el honor del Reino, estaba en juego. No pensaba permitir que su amado Joseon fuese de nuevo, invadida y sometida, como cien años atrás.

—¿Debería entonces, enviar tropas?— indagó —No deseo ver a Joseon en una posición difícil.

Su consejero asintió sin dudar y dio un paso al frente: —Su Majestad, aunque las tropas solamente se han asentado a la orilla de la costa y no han atacado o hecho, algún movimiento atrevido que pueda ser tomado como una ofensa, lo mejor sería prevenir.

—Cómo usted lo sabe, Mejestad— Lee SeongJeo, uno de los funcionarios más influyentes y la mano derecha del Rey y el regidor del Ejército del Reino, habló —El Emperador Qing ha iniciado toda una campaña de conquista desde que ascendió al Trono del Dragón, tras la muerte del Emperador. Provincias del Norte y algunos Reinos pequeños, han sido invadidos, no deberíamos esperar a que nos apunten con sus espadas.

—Debemos preparamos para lo peor, Mejestad, ser precavidos— agregó otro funcionario más.

TaeHo asintió muy lento, pensando en las posibilidades de salir victorioso, si se entraba a guerra con la gran China. Su Joseon estaba en un buen ámbito en todas sus esferas. Su poder militar era bastante aceptable, pero aún así, había muchísimas cosas que tener en cuenta para ello.

Joseon era una tierra pacífica. Mucho más encaminada al desarrollo cultural y social, que a la conquista. Su ejército era grande, pero China tenía guerreros de temer, como el Gran General Ming o su hijo mayor, que era mucho peor, el Guerrero Jung.

Estaba sumamente confundido y muy preocupado; no quería que su gente se viese violentada. Atemorizada y menos que vivieran el horrorde la Guerra.

—De acuerdo, volvamos a reunirnos aquí, el día de mañana... Tomaré una decisión está noche— el Monarca hizo un ademán, solicitando la retirada de todos los funcionarios a quienes miró marchar en silencio antes de suspirar.

—Su Majestad— su Consejero, volvió hablar, una vez se halló a solas con el Rey —Hay un... Eh otro tema a tratar, igual de importante como lo es toda la situación de la guerra con China.

—¿De qué se trata Kim?— el Soberano le miró con atención, levantándose del Trono para dirigirse a la sala contigua.

—La Reina. Su Majestad, el estado de saludo de la Reina ha empeorado más. Se ha negado a comer nuevamente y de igual manera tampoco duerme bien. Se pasa la noche entera en vela o dentro del santuario...— el Consejero suspiró —Hace ya casi un año de la muerte del Príncipe Heredero ChangYul y la corte, ya ha comenzado a manifestar a viva voz, su preocupación por la falta de un Heredero Real.

TaeHo asintió: —Comprendo Concejal Kim, pero yo no, pretendo obligar a la Reina, a cargar con un hijo. No cuando ella aún no puede superar la repentina muerte del joven Príncipe ChangYul y es comprensible.

An Arrogant Prince [2min] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora