Capítulo VII. Cambio de planes.

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Año 1518, Joseon.

Pabellón del Loto blanco, zona norte del Palacio Real de Changdeokgung. 2do año del reinado del Rey Choi TaeHo, El Grande.



MinTae miró nuevamente a través de la ventana de aquella gran habitación individual a la que lo habían mudado hacía ya un mes. Un mes en que todos los viernes por la noche era conducido a la recamara del Rey y pasaba ahí, el fin de semana completo.

Un mes, desde que todas sus ropas y su estatus en Palacio, había cambiado por completo. Él aún no entendía muy bien que le de paraban los Dioses a partir de ese momento.

Había pasado de ser MinTae, un simple doncel de la cocina, a tener el título de 'Noble Doncel Lee', usado antes que su propio nombre. Un título cimentado en la farsa absoluta.

El chico sabía bien cual era el precio de ese título, pero la cuestión era que, su Majestad el Rey no se había atrevido a tocarlo de manera "inadecuada" ni una sola vez.

En esas pocas noches en las que habían estado juntos, solo habían hablado de las cosas que interesaban al Monarca en sus gustos personales; la lectura, la poesía y el arte, y nada más. Bebían té, aveces el Rey le leía algunos poemas de su autoría y recientemente, el hombre había tenido la idea de enseñarle a leer y escribir.

Algo que por supuesto él ya sabía. Porque pese al haber sido 'obsequiado' a su Majestad, MinTae no era solo un sirviente cualquiera.

Por supuesto, ese era un secreto que cuidaba con recelo guiado por el deseo de conservar la cabeza en su sitio. Secreto que lo estresaba a cada día un poco más.

Sobre todo en esas mañanas al alzar, en el que el médico Real pasaba a su habitación para tomarle el pulso, lo revisaba detenidamente para minutos más tarde salir por la puerta y negar. Provocando que las Damas, suspiraran con decepción y que la Dama Kim, añadiera, a su comida al día siguiente, brebajes y té con sabores, muy extraños. Difíciles de preparar y sobre todo de ingerir.

MinTae había visto incluso a algunas Damas ir al templo y dejar inciensos, orando tener un nuevo Príncipe en el Palacio, cuando él pedia a todas las divinidades, por vivir, un día más. Una hora más. Suplicando que, nadie en el Palacio se diera cuenta del engaño de su Magestad y que precisamente, su Majestad, no se percatara de sus reales intenciones.

Del verdadero motivo, que había llevado al Ministros Cha a llevarle a Palacio haciéndolo pasar como parte de sus sirvientes.

—Noble Doncel Lee— la Dama Kang, asignada a su cuidado habló desde el exterior —He venido a prepararle su baño. Su Majestad ha solicitado verlo esta noche.

MinTae saltó su mirada del telar que tenía en sus manos hacia la puerta, no era muy bueno en ello, pero las Damas de la Corte, le habían insistido durante días, para que aprendiera hacerlo.

Nervioso se mordió el labio y fijó la mirada en las almohadas en donde escondía con recelo la daga de plata que le habían dado unos días después de haber pasado su primer noche en la recámara del Rey.

—¿Noble Doncel?— insistió la mujer al no recibir respuesta. El chico, se mordió el labio, su corazón se aceleró.

—Pasa…— susurró. No era viernes, por lo que no tenía sentido que el Rey, le llamara, pero aún así no se negó a la solicitud y mucho menos a recibir a la Dama Kang.

La mujer obedeció e ingreso al interior, yendo de forma directa, a preparar la bañera. El chico dejó de lado su costura y se levantó en el momento en el que la Dama Kim, ingresó en su habitación y le miró en silencio unos cuantos segundos. Cayendo en cuenta de la presencia de la otra Dama, dentro de la habitación.

An Arrogant Prince [2min] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora