Capítulo I. Un mal angurio.

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Año 1517, Joseon.

Aposentos privados del Rey, zona central del Palacio Real de Changdeokgung. 1er año del reinado del Rey Choi TaeHo, El Grande.


—¿Un obsequio dice?— el Monarca enarco una ceja y miró a su Guardia Personal con curiosidad, dejando de lado el pincel que sostenía entre sus manos —¿Qué clase de obsequio es este que envían?

El hombre de hanbok azul brillante sonrió ladino y dejó al frente de su Magestad una carta. La que el primer Ministro Cha había escrito con la intención de felicitarlo por el nacimiento de su primer hijo, el Príncipe Heredero.

TaeHo tomó la fina hoja extendiendola frente a él, sobre la mesa y leyó cada una de las palabras ahí escritas. Sonrió y negó con la cabeza sutilmente un par de veces.

—El Ministro Cha es todo un caso en verdad...— sentenció con un deje de genuina diversión en su voz —Llévate el obsequio, no necesito algo como eso aquí en el Palacio.

El Guardia desvío la mirada hacía el pasillo, titubeante:—¿Ni si quiera le verá, mi Señor? Le suplico, tenga en consideración, que después de todo el Ministro Cha, también es parte de su familia. 

—Eso es verdad, pero le he hecho una promesa a su Majestad la Reina. Este, obsequio, podría mal interpretarse. No me gustaría que la Reina se disgustara por algo como esto.

El deber filial dicta, que debemos ser respetuosos de nuestros mayores y es probable que el Ministro Cha, solo este siguiendo las costumbres, su Mejestad. El Ministro Cha se podría sentir herido mi Señor.

—¿Lo crees así, Gaurdia Seo?— TaeHo suspiró. Echo un vistazo rápido hacía el exterior, donde la luz de los faroles le permitia ver aquella delgada sombra de la persona que se encontraba afuera a su espera —Está bien... Le veré. Has que pase.

El Guardia asintió y salió al exterior, intercambio un par de palabras con el mensajero del Ministro Cha y regresó minutos más tarde, seguido por un chico joven de complexión delgada, piel blanca y el cabello extremadamente largo, -pero no atado en el tradicional moño, sino que estaba trenzado desde raíz. Una clara señal de su posición y naturaleza-, el cual mantenía la vista baja sin atreverse a mirarle.

TaeHo escaneo al joven de arriba a bajo e hizo un ademán, para que su Guardia le dejará a solas con el joven en el salón.

—¿Así que te ha enviado el Ministro Cha, uh?— habló, notando el temblor en el cuerpo ajeno ante ese solo hecho —Dime, ¿cuál es tu nombre jovencito?

El joven cabellerito prenso la tela del sencillo hanbok que usuaba y como era la costumbre, se arrodilló, pegando su frente al piso.

—Muestro mi respeto a su Majestad, esté se presenta. Mi nombre es Min... MinTae, mi Señor.

—MinTae... — el Monarca asintió. Era un nombre simple, pero adecuado para aquel rostro estilizado —Levántate y acércate— le ordenó, cerrando el libro que había estado leyendo, mismo que dejó completamente de lado y miró con mucha más atención al chico —Toma asiento.

El chico se enderezó, avanzó dos pasos lentamente, sin alzar la mirada con las manos muy bien cerradas en puños a ambos costados, hasta ubicarse frente al joven Monarca, sentándose frente al mismo, sobre sus dos rodillas con los hombros rectos y la espalda derechita.

—Alza la mirada.

—No me atrevería a cometer tal fallo su Majestad.

TaeHo sonrió: —No voy hacerle daño, MinTae, así que por favor.

An Arrogant Prince [2min] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora