Capítulo XX. Un secreto Real II

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Año 1519, Joseon.

Villa de descanso del Regidor Lee SeongJeo Embarcadero a JeJu. 3er año del reinado del Rey Choi TaeHo, El Grande.



—Mi Señor ya es hora de que vaya a dormir— la Dama Gong ingresó en la habitación con una bandeja de agua entre sus manos.

MinTae suspiró, apartó su mirada de la ventana y se incorporó para tomar asiento frente a la mesa baja que se encontraba en la habitación. Se aseo y se alistó para ir a descansar, pero apenas se quedo a solas en la gran habitación contrario de lo esperado, no dudó en incorporarse y mover el futon aun lado para descubrir dicha parte del piso.

De la manera más silenciosa, encajó las uñas en la madera y zafo un par de tablillas, dejando al descubierto el durumagi con el que había dejado el Palacio. Mismo que desdoblo, para poder tomar la daga que el Ministro Cha, le había regalado.

Lo único que había podido tomar de sus aposentos al tener que dejar el Palacio y con la que se había estado obligando a dormir desde su arribo a la villa en la que se estaba quedando.

Hacía cerca de ocho semanas desde eso y aunque todas las tardes, poco antes de la puesta de sol, se sentaba al frente a la ventana y esperaba con fe, ver a su Majestad, ingresar sano y salvo por las puertas de la villa, hasta el momento, no había ocurrido nada siquiera cercano.

Corrían toda clase de rumores sobre lo que pasaba en la Capital, pero aun nadie, oficial o funcionario, había ido a darles noticias o una actualización del avance de las tropas de Qing, en Palacio.

Y eso, no saber absolutamente nada, lo tenía bastante ansioso y alerta, en todo momento.

Algunas noches, el doncel incluso se hallaba a si mismo sin poder conciliar el sueño, observando el techo con el corazón oprimido y el pecho pesado por la incertidumbre de no saber que ocurriría el día siguiente y al siguiente a ese, aunque intentaba mantenerse positivo.

Tanto como podía.

El Regidor Lee, quien ahora parecía ser su guardaespaldas o algo como eso, les había informado que partiría a la Capital, a la mañana siguiente a primera hora y dejado un regimiento cuidando de todas las entradas de la provincia, en la que se encontraban. Así como en los alrededores de la villa.

MinTae ya había visto suficiente en el tiempo que llevaba en la costa, como para poder saber que Lee SeongJeo era un hombre de armas y un soldado de la élite del ejército de su Majestad.

La manera en que se conducía y el respeto que sus hombres le tenían, eran una prueba de ello. Y si bien su padre solía decirle que los mejores guerreros de Joseon nacían del Clan Lee del sur, aun ahora que ya había podido corroborarlo con sus propios ojos, el miedo que tenía de poder ser emboscado en cualquier instante, no desaparecía de sus pensamientos y lo atormentaba.

Por eso tenía una plan en mente. Uno de lo más básico, pero que esperaba si funcionará de tener que recurrir al mismo, en última instancia. Algo a lo que no deseaba tener que llegar más adelante.

MinTae podía ser el concubino de su Majestad y con algo de suerte, llevar en el vientre al próximo Heredero de Joseon, sin embargo, no era alguien indefenso o débil, en lo absoluto. La vida misma le había enseñado hacer todo lo que fuese necesario, para sobrevivir.

Después de todo, era el primogénito de un aunque derrocado, excepcional jefe y general Yurchen y como tal, su honor lo obligaba a tomar las armas, defenderse y proteger la vida de su hijo, a como diera lugar.

Quizá hasta antes de llegar a Palacio no había tenido nada que lo animará a seguir adelante, pero ahora tenía un par de motivos para no rendirse y luchar. Luchar para poder conservar ambas en su vida.

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⏰ Última actualización: Oct 07, 2023 ⏰

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