Cuarto día y estaba chillando en el baño.
—Linda, debes de salir ya. Déjame ayudarte.
—¡No! Lo haré yo sola. Tú lo que quieres es verme.
—¡Qué no! Es la quinta vez que lo digo.
—¡Shh! Solo haces que quiera pedir tu ayuda. — metía mi mano rebuscando la copa.
Porque sí, la probé y eso fue por la insistencia de Ran. Por mí fuera, me quedaría con mis toallas las confiables.
—¿Si pujas saldrá? — ¿Qué pregunta? — Puja, apuesto a que saldrá.
Pare de rebuscar, eso no lo había pensado y la verdad sea de ayuda.
Me metí dentro de la regadera, abrí mis piernas, mi mano seguía rebuscando en el interior de mi.
—¡Ran! ¡Lo tengo! — exclamé feliz sintiendo la copa.
—Ya sácalo. — ordenó sacando el aire de sus pulmones. Después se alejó, se escucharon sus pasos yéndose a no sé dónde.
Saque la copa aventándola a dónde cayera, pero fue lo peor que hice, puesto que ensucie todo.
—¡Me lleva la que me trajo!
Como pude limpie todo, más tarde lavaría con suficiente jabón.
—Menstruar está bien, mancharse no. — repetía.
—Voy a pasar. — miré la puerta con temor. Pero no pude cerrarla puesto que esta fue abierta, pude ver la espalda de Ran. El dejó una toalla y unas bragas limpias junto a un pantalón de tela polar—. Lo traje para que te sientas cómoda. — sin que dijera nada más, se fue—. ¡Báñate para más comodidad! — gritó del otro lado de la puerta alejándose.
Hice lo que dijo, puesto que me sentía sucia. Sabía que con el baño me relajaría. Una vez que acabé, me puse las bragas de algodón esas que tienen un moñito. Sonreí, Ran era tierno cuando se lo proponía. Puse la toalla y salí del baño victoriosa.
—¡Ran! Gracias, gracias. — me colgué en su espalda dando besos en su nuca.
—¡Bájate mono! — ordenó en pequeñas risas.
—¡No sé qué haría sin ti! Agradezco que por esto nos hayamos conocido.
—Si, si, si, lo que digas, bájate me matas la espalda, mar rojo.
—¡Oye! — chillé y golpeé su hombro por el adjetivo que uso en mí.
—Así dijiste ese día, mar rojo. ¿No?
—¡Marea roja! ¡Marea roja! — chillaba intentando borrar ese día.
—Si, como digas mar rojo. Ahora prueba esto. — me dio un bocado de la sopa que preparó.
—Sabe rico. — inmediatamente pare mi chillido y degusté lo que me dio de probar.
—Qué bueno, porque lo comerás. Te hará bien y es caliente, sirve para que no te den fuertes los dolores.
—¿Quién te dijo que con algo calientito se quitan los dolores? — pregunté sorprendida.
—Resulta que mi hermano te tuvo compasión, me dijo: "pobrecita, ayúdala, yo te ayudo". Así que dale las gracias a Rindou.
—A ambos, Rindou por decirlo y tú por hacerlo. Gracias Ran.
∘◦❁ ʀᴀɴ ❁◦∘
Quinto día con ella, prácticamente, solo iba a dormir a mi casa, ya que desde temprano estaba con ella ayudándola. Su madre ya hasta me conocía y preparaba cafés desde muy temprano, cuando yo llegaba, ya tenía listo un café de vainilla para mí, un café negro para ella, Sdy varea de sabores de café.
—¡Bienvenido de nuevo Ran! — sonriendo camino hasta mi dando un abrazo.
—¿Se encuentra bien? — pregunté mirando la puerta de Sydney.
—Syd, está ahora en perfectas condiciones. A mi hija ya pronto se le pasará sus días.
—Eso es bueno.
—Eso significa que ya no estarás tan cerca de ella.
Fijé mi mirada confusa con la madre de Sydney.
—¿Cómo?
—Si, después de esto, quiero que te alejes de ella. — dijo dando un sorbo a su café. Pero escondió una sonrisa.
—Miente, ambas me quieren cerca.
—A menos... — dejó en pausa sus palabras.
—A menos... — repetí esperando a que continuara.
—A menos que quieras... Ya sabes. Eso... — dijo alzando las cejas.
—No tendré relaciones con ella.
—¡No baboso! — me dio un golpe en mi nuca—. Tu ser mi yerno, yo tu suegra.
A ver, aguanta. ¿Qué? Me congelé en mi lugar.
—Significa que... Sydney... Yo... Ambos...
—¡Novios! — chilló emocionada—. Se que quieres, se te nota desde kilómetros que te gusta, mi hija es hermosa.
—¡No! La quiero sí, pero como amiga. — reí nervioso.
Ella me examinó, su madre de Sydney sabía que estaba mintiendo.
—Mientes.
—¿Madre? ¿Ran? ¿Por qué están peleando tan de mañana? — su voz aguda pero adormilada nos sobresaltó a ambos.
La miré, vestía una de mis sudaderas, junto a un pantalón de tela suave. Se veía tan linda y tierna, que sonreí enternecido.
—¿Lo ves? Te gusta. — afirmó su madre dándose vuelta y caminando a no sé dónde.
—Sydney. ¿Qué quieres hacer hoy? — pregunté sacando mi sudadera y dejándola en el sofá.
Y fue como si la despertara, porque corrió hacia mi colgándose en mi cuello, yo la sostuve para que no cayera.
—Cuidado. — sonreí mirándola, sujetándola fuerte a los costados de su torso.
—¡Quiero ver películas, salir a caminar, comprar dulces, comer de tu sopa, muchas cosas! — enlistaba lo que me decía con sus dedos delgados.
—Está bien, desayuna, arréglate y saldremos.
Cómo niña pequeña salió disparada a tomarse su café que su madre nos había preparado. Después, corrió a darse una ducha, se arregló y tomo la sudadera que había dejado en el sofá, colocándosela, reí ante lo tierno que era para mis ojos. Salimos, casi todo el día nos la pasamos afuera de su casa, divirtiéndonos.
∘◦❁◦∘
Actualicé tarde, una disculpa. 😔✌🏿
Tuve unas severas complicaciones.
En fin, que estén bien. Se les aprecia y quiere. ✨🦋
ESTÁS LEYENDO
Mᴀʀᴇᴀ Rᴏᴊᴀ. ❛𝘙𝘢𝘯 𝘏𝘢𝘪𝘵𝘢𝘯𝘪.❜
Fiksi PenggemarNuestra querida, rojiza y hermosa menstruación. ☞︎︎︎ obra completamente mía. ☞︎︎︎¡! los personajes no me pertenecen. ☞︎︎︎ no tiene relación con el manga o anime. ☞︎︎︎ fecha de inicio: 12/10/2021. ☞︎︎︎ fecha de finalización: 11/02/2023.