afrutado sabor a humillación.

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lenguaje explícito, abusos físicos y verbales, humillación, situaciones desagradables y narración sin censura.

02102021
edición: 07012023
edición: 27062024

Los sollozos se escuchaban probablemente por todo el pequeño departamento. Golpes estruendosos, gritos ahogados y órdenes desagradables; los gemidos de dolor del pálido ya no lograban ser opacados por la gran mano sobre su boca, la cual ejercía más y más presión hasta hacer que los propios dientes tallaran los labios del agredido.

Otro azote impactó contra su espalda baja, la marca del cinturón no tardó en quedar plasmada en su piel dejándola al rojo vivo y provocándole un dolor desmesurado al menor de los Min, quien no demoraría en sentir una caliente humedad en sus pantalones.

Un sentimiento de humillación lo inundó cuando el hombre detuvo sus golpes para observarlo con sarna y tomó su mentón.

—Desnúdate, puta — La orden fue ignorada por un cuerpo tembloroso que apenas podía mantenerse a cuatro patas, enfureciendo más al parlante—. ¿Acaso no me escuchas? Hazlo, mierda —un fuerte bofetón impactó contra la mejilla de Yoongi, terminando de derrumbarlo sobre el suelo—. Levanta.

El aturdido se levantó despacio y cuidadosamente y mientras sentía que todo su alrededor daba vueltas, se deshizo de su empapado pantalón, rehusándose, a su vez, a retirar la ropa interior que lo cubría y recibiendo una mirada de advertencia por parte de su progenitor debido a eso.

—Por favor, no — rogó, estallando en llanto. Su padre, impaciente, respondió con un bofetón más contra su otra mejilla, cayendo una vez más sobre su propio charco en el suelo.

Así pues, viendo su posición, con sus manos finalmente retiró sus boxers, a sabiendas de que la próxima no sería un aviso. El corpulento hombre tomó dicha prenda y rió a carcajadas sin retirar la mirada de los gatunos.

—Eres una jodida puta — escupió con asco y sarna, para en cuestión de segundos, cambiar su expresión a una un tanto más oscura y profunda—. Abre la boca.

La orden llegó al cerebro de Yoongi con eco y sintió que aquel era definitivamente su límite. Creyó que iba a morir. No. Él deseó morir.

Negó entre lloriqueos, encogiéndose en su lugar y pidiendo perdón mientras simultáneamente rogaba en mil y un susurros que por favor no le hiciera hacer eso. Como respuesta, de nuevo, recibió una golpe directo en su estómago, realizado con la punta del pie de su padre. Golpe que le susurraba que no tenía opciones.

Creo que no lo entiendes. No tienes opción. Hacía eco en la cabeza del adolescente, mientras la figura de su padre en su no tan lejana juventud, se plantaba frente a él.

Aprovechando que el joven en sus ya últimos años de adolescencia abría la boca para soltar un doloroso quejido, el mayor escurrió el húmedo calzoncillo sobre sus labios, haciéndole tragar su propia orina. Lo observó desde su posición sin agacharse lo más mínimo para alcanzar a mayores detalles.

Otra patada fue hundida en su estómago. Yoongi se sintió ahogar. Estaba ahogándose pero no muriendo.

— Mírate, eres una sucia puta —hablaba el hombre, con repulsión hacia su propio hijo. Alzó la mano que goteaba el líquido amarillo y la puso frente al rostro de Yoongi. — En cuatro —ordenó, y el menor acató—. Chupa — esperó tres segundos, sin recibir reacción alguna—. Escúchame, maldito bastardo —inició, y Yoongi ya estaba en un limbo entre el límite y el otro lado—; esto es tu culpa, hiciste este desastre y debes limpiarlo, así que más te vale lamer hasta que no quede ni una sola gota ni rastro de olor o lo próximo que tragarás vendrá directamente de mí.

ultraviolence || kookgi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora