la frustración de un cuerpo inerte: epílogo.

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lenguaje explícito, ataques de ansiedad y/o pánico, mención de muertes varias y de suicidio e intentos de suicidios.  mención de drogas y vicios, dependencia emocional, amor no correspondido y descripciones detalladas de masacres físicas.
una vez más, si te sientes identificadx con alguno de estos comportamientos por favor, pide ayuda o habla con alguien de confianza o un adulto responsable.
si no tienes a nadie con quien consultarlo, mis mensajes están abiertos.

22022022
edición: 27062024

epílogo: parte uno y dos.

La habitación a su alrededor de sentía fría, estaba oscura y el edredón también estaba frío, un aparato de aire acondicionado que no era suyo le estaba dando de cerca y eso lo mantenía a una temperatura aceptable.

Lo primero que hizo no fue tratar de levantarse ni alcanzar su celular para saber qué hora era, tampoco miró a su alrededor. Se limitó a mirar al techo. Podía escuchar su propia respiración, se sentía pesada y su corazón latía lento, casi como si le costara bombear la sangre al resto de su cuerpo.

Se preguntaba cómo había sobrevivido. La paliza que le había dado su padre podría haberlo matado tranquilamente sin mucho esfuerzo y sin embargo, sus parpados bajaban y volvían a subir, indicando lo vivo que estaba y lo vivo que iba a seguir.

Yoongi en ese momento se sintió más cansado que nunca, pero no era una sensación nueva, claro. Ya se había sentido así otras veces, como la vez en que se llevaron los dos cuerpos del jardín de su casa envueltos en un plástico y sobre camillas; no recordaba nada de aquella noche, ni del entierro ni del velorio, si quiera recordaba cómo lucía el lugar o de qué color eran las flores.

No sabía quién había asistido y quién no, tampoco sabía si Taehyung y Namjoon habían estado allí con él o si ya habían desaparecido del mapa en aquel entonces, porque no lograba localizar en el tiempo aquel suceso, aquellos cinco años estaban demasiado desorganizados para él, borrosos y desenfocados. Como si la carpeta que los contenía hubiera caído al suelo, esparciendo todos los papeles con la información por el suelo y alguien los hubiera metido de cualquier forma en su interior de nuevo, sin fijarse si quiera en si algún papel había volado lejos, impulsado por el viento. Aún así, sí que recordaba cuando llegó a su casa.

Recordaba cómo entró en su cuarto y se quitó los zapatos ahí, en vez de en la entrada. Entonces se quitó la corbata que llevaba y la chaqueta, dejándolas caer sobre el suelo enmoquetado de su cuarto. Se había quedado observando la ventana de pie, reviviendo a Hoseok entrando y saliendo de ella millones de veces, luego la cama, donde se dejaron ahogar por sus deseos más bajos y se entregaron el uno al otro, sin pensarlo, sin premeditarlo y sin arrepentirse nunca.

Aquel día en su memoria se sentía eterno, sobretodo cuando empezaba la parte en la que se dejaba caer sobre la cama y sus ojos se cerraban, expulsando todas las lágrimas que habían acumuladas en su interior y estallando en gritos ahogados por la agonía y el miedo.

Yoongi en aquella época no acostumbraba a llorar, no porque tuviera miedo, o porque su masculinidad no se lo permitiera, sino porque él hasta aquel entonces había sido más que feliz, o al menos de eso se convencía la adrenalina constante que sentía. Quizás su vida no era la convencional y quizás podría ser mucho mejor, pero tenía amigos y tenía familia, salía todas las noches a desahogarse entre histeria y adrenalina con sus amigos por las calles vacías de Seúl.

Pero, sin duda, una de las peores sensaciones era llorar por la muerte de su amante y necesitar el calor maternal que sólo una madre podía otorgarte pero no poder alcanzarlo porque ya no existía.

ultraviolence || kookgi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora