-¡Max, despierta! Llegas tarde al instituto, son las ocho y media.
-¡¡Las ocho y media!!- Me levanto de un salto, me visto lo más rápido y desayuno. Me peino mi pelo
negro hacia arriba, dejando un flequillo no muy alto. Soy un chico de 15 años, no soy de estatura
muy alta, pero no me considero muy bajo, soy más o menos normal y soy moreno de piel.Mañana se cumplen catorce años desde que murió mi padre, por eso mi madre, aunque nunca esté
realmente feliz, en esta época del año está todavía más melancólica, a veces ni siquiera sale de su
cuarto en todo el día. Cuando crecí y me di cuenta de que el resto de niños de mi edad tenían padre
y yo no, decidí preguntarle por qué yo no tenía uno, ella, me dijo que tuvo un accidente de
tráfico,pero nunca me lo he llegado a creer del todo. Desde ese día, nunca le he vuelto a preguntar
sobre la muerte de mi padre, pero últimamente, la idea de que mi madre me pudiera haber
mentido sobre su muerte me reconcome por dentro.-No te puedo llevar en coche, se rompió y lo tuve que llevar al taller, te tendrás que buscar la vida.
- ¡¿Vas en serio?! Andando no llego. Dame dinero para un taxi aunque sea.
- Toma, con 10 dólares te llega, aquí en New York el tráfico es muy abundante, ten en cuenta que ya
pase lo que pase llegarás muy tarde a clase.-Ya lo sé, hoy estaré una hora más en el insti porque tengo que hacer un examen, volveré a las cuatro más o menos.
-Vale, tendrás la comida preparada en la encimera. -
Me dispongo a salir por la puerta y bajar a la calle. Es una mañana bastante fría, está lloviendo y la
sensación térmica era muy baja.-¡Taxi!- Grito para hacerme oír entre las bocinas de los coches. El taxi se aproxima. -Lléveme al instituto Sky, por favor.
-Enseguida.-Responde el taxista con un tono alegre, por lo menos él parecía que iba a tener un buen día.
Es aquí cuando realmente empieza todo lo extraño. Cuando llevamos ya unos 5 minutos de trayecto, yo, que estoy sentado al lado de la ventanilla viendo el exterior, veo un callejón muy oscuro habitado sólo por unos contenedores de basura, pero también había un hombre. En realidad no sé si es un hombre o no, porque aparte de que pasamos muy rápido con el coche, estaba vestido con una larga túnica negra, con su correspondiente capucha, y como tenía la cabeza agachada y la capucha puesta, no se podía apreciar su género. Nada más verlo pasar tan rápido, siento un escalofrío y una sensación de terror que me invade el cuerpo, de hecho, lancé un leve gemido que percibió el taxista. --Pienso, pero era tan real...
Cuando el taxista paró en frente de mi instituto, le pagué y bajé del taxi. El instituto estaba totalmente desierto, evidentemente porque ya había pasado media hora desde que empezaron las clases.
Cuando ya estoy en frente de la puerta de clase, me dispongo a pegar dos golpes a la puerta y a entrar tímidamente en el aula.
-Siento mucho el retraso, profesora Stephane, no me ha sonado el despertador.-Me disculpo a la profesora.
-Siéntese, que sepa usted que tiene un retraso.-Me responde la profesora, con un tono desagradable en su voz.
-Pobrecito, el sabelotodo tiene un retraso.-Dice un compañero mío, que destaca por su popularidad y por hacer reir al resto de clase cuando se mete conmigo. Una vez más, toda la clase se ríe, toda la clase excepto Rayzel, mi mejor y única amiga.
-¿Por qué has llegado tan tarde?-Me dice Ray preocupada.
- No me ha sonado el despertador, se me ha quedado sin pilas y tenía el móvil apagado, por lo tanto el despertador del móvil tampoco ha sonado.-Le respondo.
ESTÁS LEYENDO
Crónicas de Malia
FantasyMax, un chico estadounidense de 15 años, tiene la extraña sensación de que es perseguido. Al final del día, un ente oscuro se les aparece a él y a su mejor amiga Rayzel. Por suerte, unos jóvenes magos les salvarán la vida. Pero tienen que ayudar a M...