El héroe menos probable

Sueños Rotos

El sol brilla resplandeciente en un cielo azul y despejado, lanzando bellos destellos sobre la ciudad. La luz se filtra delicadamente entre las copas de los árboles, bañando con múltiples y pequeñas sombras un lindo parque infantil.

La belleza de la escena contrasta con lo que acontece ahí y es que un trío de bravucones está molestando a un niño.

Una acción que en el pasado habría sido diferente, cambio de manera drástica en un mundo de súper humanos y es que algo tan común como lo sería el bullying, se ha vuelto complicado a causa de los quirks.

Los niños se encontraban usando sus poderes para agredir a otro pequeño al que consideraban más débil e insignificante por tener un quirk poco impresionante. Todo esto ante la mirada de los demás y sin nadie que los interviniera.

Y es que en este mundo, los que tienen un quirk más llamativo tienden a menospreciar a los que poseen quirks débiles o a los quirkless, considerándolos como inferiores o indeseables. La discriminación se convirtió en una constante de la sociedad, una de la que nadie habla y por la que nadie hace nada... A excepción de un pequeño niño peliverde:

Izuku: ¡Eso es cruel, Kacchan! ¿Qué no ves que está llorando? Si vas a seguir así, nunca te perdonaré- dijo un pequeño niño temblando, pero a pesar de estar superado en número, no retrocedía con tal de hacer lo correcto.

Un trío de niños lo observaba de manera impasible, activando sus dones, listos para atacar. Uno de ellos golpeó su puño contra su palma, generando una ligera explosión, mientras que otro hizo aparecer un par de alas y el último, alargó sus dedos.

Bakugo: Eh, a pesar de ni tener un quirk, ¿piensas ser un héroe, Deku?

Los tres niños se lanzaron contra el pequeño peliverde, golpeándolo y dejandolo tendido en el piso. Había conseguido ayudar al otro niño, pero había recibido una paliza por ello.

Izuku yacía en el suelo tratando de recuperarse, siendo auxiliado por el pequeño al que había ayudado.

Narra Izuku:

No todos fueron creados con igualdad.

Esa es la cruda realidad que aprendí a la edad de 4 años. Ahí fue cuando empezaron mis desgracias, todo inicio con esa visita al médico. Pero quizá me estoy adelantando mucho, permítanme explicarles con detalle un poco de mi vida.

Todo comenzó cuando tenía 4 años, la edad en la que inicio mi desgracia y mi camino para convertirme en héroe:

De pequeño, solía sentirme impresionado y admiraba a los héroes. Los recuerdos más antiguos que tengo, son aquellos dónde pedía a mis padres mostrarme aquél vídeo:

Izuku: ¡Mamá, mamá! ¿puedes ponerlos de nuevo?- preguntaba un pequeño de cabello esmeralda con demasiada hiperactividad.

Inko: ¿Quieres qué te ponga de nuevo esos vídeos?- respondió la mujer a su hijo mientras lavaba los trastes, recibiendo una afirmación del pequeño- ¡Está bien, vamos!.

Mi madre dejó la actividad que estaba haciendo y caminó hacia una oficina dentro de su casa, en este sitio era donde ella y mi padre trabajaban, aunque también de vez en cuando, iban ahí acompañados por mi, para usar la computadora y poder ver algunos vídeos en YouTube.

Eran dos en específico por los cuáles de pequeño enloquecía, uno muy antiguo y otro más reciente, ambos dónde quedaba evidenciado lo asombroso que eran los héroes.

En el primero, podíamos ver un escenario donde había ocurrido un desastre de grandes proporciones, la gente se hallaba asustada por la situación y temiendo lo peor por las víctimas del incidente; sin embargo, de entre toda la desgracia, cuando un reportero estaba cubriendo la nota, una sonora risa se escuchaba viniendo de la tragedia. Un hombre musculoso y de cabellera rubia llevaba sobre su espalda a varios civiles heridos. Era majestuosa la forma en la que no solamente demostraba su enorme fuerza física, si no también a pesar de su risa escandalosa, había seguridad en sus actos, tranquilizando a todos con sus palabras; aquellas palabras que quedaron grabadas en mi mente: ¡No hay porqué preocuparse! ¿Por qué? Porque ya estoy aquí.