𝐓𝐫𝐚𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐑𝐞𝐣𝐚𝐬 𝚂𝙺

Capítulo 7

A pesar de todo el amor, el sudor y el calor, entendían que aún se encontraban en la cárcel. Era una vida miserable, reprimida y restringida. Estar enamorado de Singto Prachaya era asombroso para Krist, pero a la vez se sentía como un fracasado por lo poco que podía hacer por él. Deseaba poder servirle, darle masajes, cocinarle en fin atenderlo como quería y agradecerle de otra forma que no fuera en la cama.

Habían tantas cosas que no podía hacer por él por estar en la cárcel, que lo poco que hacía le frustraba y si bien esas eran sus frustraciones diarias, la realidad de la prisión le recordó cuando llegó un día aún más aterrador y violento, al llegar a los tres meses de su sentencia.

El conducto de aire acondicionado de la prisión dejó de funcionar ya que no le estaban dando buen mantenimiento. En el mundo exterior solo compras un ventilador en lo que te arreglan el daño. Pero allí encerrados, con más de 200 prisioneros, la mayoría de los cuales terminaron en ese lugar debido a sus temperamentos estúpidamente calientes llenos de testosterona se creó una atmósfera bastante tensa y peligrosa.

Un sábado por la tarde, una discusión entre pandillas durante el almuerzo se convirtió inesperadamente en una gran pelea. Los guardias perdieron el control y se retiraron, manteniendo la prisión bajo llave, encerrándolos a todos en el comedor. En el enfrentamiento los presos mantuvieron a uno de los guardias y lo retuvieron como rehén.

El alcaide de la ciudad actuó con rapidez y sin piedad. En minutos, los guardias estaban equipados en los pasillos, mientras que otros estaban en las puertas.

Comenzaron lanzándoles granadas antidisturbios, inmediatamente la mayoría de los reclusos, incluidos Singto y Krist que cayeron al suelo agachados. Luego abrieron la puerta, entraron con escudos y abriendo fuego contra quienquiera que se interpusiera en su camino mientras trataban de despejar el área y rescatar al guardia retenido. Tenían balas de goma, eran usadas para apaciguar a los reclusos revoltosos, también eran muy dolorosas, incluso mortales a corta distancia.

Mientras todos los involucrados quedaron pegados al suelo como ratas acobardadas, el alcaide entró con bastante indiferencia a través del camino que hicieron los guardias. Se dirigió a la mesa del centro del comedor, quitó las bandejas que aún estaban presentes y se paró encima de la mesa, en medio de todos ellos, sin que nadie pudiera hacer nada al respecto.

Él habló con mucha naturalidad y seriedad.

-Bien, ahora recuerden dónde están y recuerden lo que son. Estamos trabajando en el problema de la circulación del aire, pero hasta entonces mantendré el orden en este lugar.

Y con eso, salió seguido por algunos guardias y los otros reanudaron sus deberes normales, aunque permanecieron con su equipo antidisturbios.

Luego todos comenzaron a levantarse.

-Sing, Singto ¿Estás bien? -preguntó, notando que no estaba del todo bien.

-No puedo mover los brazos. -respondió.

-¡Oh, Dios mío, Sing!
-dijo al ver su espalda, tenía terribles hematomas color rojo en la parte superior de la espalda y los hombros, al parecer una de las granadas antidisturbios fue lanzada y lo golpeó. Como a él otros también les hizo mal.
Krist no se lastimó casi nada, por lo que ayudó a levantarlo y llevarlo con los demás a la enfermería.

-Prachaya afortunadamente, no es tan malo como parece, tu hombro está dislocado, eso lo arreglaremos y debería tomar de 4 a 5 días para volver a la normalidad, los analgésicos serán suficientes, sin embargo, tendrás problemas de movilidad al menos durante 3 días más o menos -explicó el médico.

-Kongpob miró a su compañero no quería decirle que desde ya se sentía estresado.

-¿Algo que pueda hacer para ayudarlo, doctor? -preguntó Krist.