Capítulo 15

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~Como lobo a su presa.
Aleck:
"This could be Heaven or this could be Hell." Then she lit up a candle and she showed me the way. There were voices down the corridor; I thought I heard them say...
"Welcome to the Hotel California"

Suena en mi auto mientras conduzco a toda velocidad por las calles desiertas de Madrid, el sonido fresco de esta canción me hace marcar el ritmo en el volante que sujetan mis manos. Hoy es el último día del año, todos muestran su alegría mientras yo trato de huir de las felicitaciones y festividades ridículas.
Con mi brazo puesto en la ventanilla, saco un poco la mano para acariciar la fría y sorpresiva nieve que cae. Es inesperado y poco usual que las calles de Madrid se cubran de blanco pero cuando sucede mi cuerpo vibra, la estación que más amo y odio al mismo tiempo. La sensación de ella cayendo en mi mano mientras con la otra acelero y conduzco hacia las afueras de la ciudad; es inexplicable, siento como dentro de mí algo se libera y la tranquilidad es inaudita
Soledad, frialdad y montañas que se aproximan a mí dicen que el tiempo está pasando. He salido de casa a las 4:00 am, justo antes que la claridad del día me diera en la cara, dos horas y unos minutos de camino para llegar a uno de los pocos lugares en los que siento paz. Subo la ventanilla del auto y me concentro en llegar lo más pronto posible. A mi alrededor no hay más que senderos y árboles cubiertos de nieve, que me hacen sentir la baja temperatura; creo que unos trece minutos y arribo a mi destino.
Las elevaciones de la carretera ya me indican que he llegado, a unos metros puedo apreciar la cabaña, con su madera fina y techado clásico, especial para pasar los días fuera de la ciudad sin nadie a tu alrededor que fastidie tu felicidad. Aparco el coche cerca de ella, tomo la chaqueta de cuero que está en el asiento delantero del coche y entro a la cabaña. ¡Joder! Mi piel se eriza completa, al fin estoy solo y apreciando a caída de la nieve, apartado de toda la mierda de gente.
Observo con detenimiento cada detalle, recorro la cabaña entera, han cambiado las cosas de lugar, el fuego está prendido en la chimenea, la habitación lista y mi asiento preferido en su sitio, esperándome para sentarme en él y mirar el paisaje que tengo frente a mis ojos. Voy a la cocina por café, la empleada estuvo temprano por acá y dejó preparado ¡vaya! sí que están aprendiendo a obedecer, son las 6:00 de la mañana y ya han arreglado mi lugar favorito.
Como es costumbre cada año, paso el día acá, pocos saben de la existencia de este maravilloso lugar, fue un regalo de mi abuela Cassandra, tenía 8 años cuando me trajo por primera vez, en una de sus últimas visitas a España, luego de eso, no los he vuelto a ver. Desde entonces vengo cuando quiero escapar de la jodida multitud hipócrita y farsante que no hace más que juzgar, es mi lugar escondido, donde nadie más ha pegado un pie, siquiera los Señores Pierces, tengo guardias en todos los límites de este lugar, nadie tiene derecho a invadir los segundos de paz que respiro acá.
Me dirijo hacia el balcón y me siento a respirar del aire fresco que sopla y despeina mi cabello que de por sí está alborotado, estoy totalmente abrigado, las ráfagas de viento en esta parte tan elevada no son como las usuales de la ciudad, me recuesto en el asiento y cierro mis ojos para disfrutar del momento placentero, hoy he amanecido con estado de ánimo neutral, no estoy triste, tampoco estoy alegre, si me preguntasen estoy en mi perfecta forma de ser. Recuerdos de mi niñez invaden mi mente, sacudo mi cabeza para no pensar en ello pero es inevitable.
— ¡Is far away grandma!
—Sí cariño — Dice una voz gastada por la edad con marcado acento inglés detrás de cada palabra — Falta poco Aleck, en minutos estaremos allá. — Expresa acariciando mi cabeza, llevo mis ojos vendados para no ver la sorpresa que me tiene preparada, el auto acelera y siento como el chasquido de las gomas del carro levantan pequeñas piedras hacia los costados.—Listo, ya hemos llegado cariño, ven, bajemos. — Me dice y alguien abre la puerta de atrás para que yo salga. El frío me ataca y trato de abrigarme al instante, no puedo ver lo que tengo delante de mí, solo siento la mano de mi abuela tomar la mía y guiarme.
— ¿What is this place grandma? —Pregunto al notar que es un lugar alto y frío — It΄s really cold here.
—Aleck, cariño ¿qué te he dicho de hablar inglés? —Me regaña —Ya no estás en Inglaterra, vivirás ahora aquí, en España. Sé que te es difícil pero aprenderás rápido. — Expresa pasando sus manos por mis hombros pequeños y quitando la venda de mis ojos. Aparto un poco el pelo que cae en mi frente y que el aire mueve con intensidad. —Feliz cumpleaños cariño mío — Me dice con alegría y me quedo tan asombrado mirando una cabaña pequeña que está sobre una montaña alejada de la ciudad, en la cima fría y hermosa rodeada de arbustos y rocas pequeñas. Mis ojos azules están tan abiertos que apenas puedo parpadear.
— ¡Wow... abuela! — Digo sin poder hablar, aún mi español no es tan bueno, tengo pronunciaciones fatales — ¿Es para mí?
—Toda tuya cariño. ¿Quieres entrar a verla? — Me pregunta y yo asiento con mi cabeza, entramos y está justamente el fuego encendido, el olor de los dulces que sale afuera de la cabaña, la habitación arreglada y un asiento en el balcón. Es maravillosa la vista hacia el horizonte. Corro por toda la cabaña y mi abuela sonríe sentándose en el sofá cerca de la chimenea.
—Viviré aquí cuando sea grande abuela y tendré una mas... mascota — Digo y se me hace difícil pronunciar pero sigo correteando de un lado a otro. La abuela ha ido por los dulces y yo me siento en el balcón con los pies colgando que no llegan al suelo aun, una bandeja llena de galletas ha traído, tomo una y ella se sienta a mi lado tocando mi cabello que cubre mis ojos, como siempre, de momento su cara ha cambiado, sus ojos me miran con preocupación mientras me disfruto las galletas.
—Aleck ¿qué te ha sucedido hijo mío? — Me pregunta pasando su dedo por el golpe que tengo cerca del ojo pero hago muecas de dolor y aparto su mano de mi cara.
—Me he caído por las escaleras. — Digo y mi pelo vuelve a caer en su lugar.
—Sabes que puedes decirme lo que quieras cariño, soy tu abuela...
—Basta de llenarle la cabeza con tus mierdas, madre — Interrumpe Kyle enojado y me levanto del asiento al momento, la abuela se antepone a mí y le mira asombrada.
— ¿Qué crees que estás haciendo Kyle? —Pregunta mirándole a los ojos.
—Alejando a mi hijo de tus estupideces — Contesta tomándome por el brazo con fuerzas. —Aún no aprendes bien el español y te escapas de casa sin permiso, para andar en cosas de gente estúpida, estás castigado.
—No le trates así Kyle, es un niño. —Le dice ella tratando de tomar mi mano pequeña.
—Aleck es un hombre, madre y los hombres no pierden tiempo en estas gilipolleses de mierda. — Dice Kyle hablando en voz alta.
—Solo son 8 años Kyle ¿qué tipo de monstruo eres que no permite que tu hijo tenga un momento de felicidad en su propio cumpleaños? —Inquiere con los ojos llenos de lágrimas.
—Algún día me agradecerá lo que hago por él. — Expresa Kyle tomándome del brazo, veo a la abuela que me mira con lástima y con los ojos triste. —Ya tendrá tiempo de celebrar sus cumpleaños.
Abro los ojos asustado, juraría que he vivido este momento de nuevo, miro a mi alrededor, no hay nadie más que yo. El recuerdo de mi octavo cumpleaños jamás podré olvidarlo, la felicidad que sentí a instantes Kyle la arruinó, paso mis manos por la cabeza y cierro los ojos fuertemente intentando volver al hoy. ¡Joder! Tenía que acordarme de esto a cada momento, aunque a decir verdad, una semana castigado en la habitación a oscuras, no es algo que pueda olvidar tan fácilmente. Mi móvil suena desesperadamente ¡vaya! Enrique dando sus buenos días, ignoro la llamada pero él no hace lo mismo.
— ¡Joder Enrique! —Digo respondiéndole — ¿Y ahora qué cojones quieres?
— ¡Vaya! sí que andas de malos humos hoy Sr. Pierce — Expresa y bosteza al mismo tiempo. — ¿Estás en tu apartamento?
—Estoy fuera de la ciudad Enrique —Me incorporo mirando hacia adelante — ¿Qué quieres? No tengo todo el tiempo para ti hoy.
— ¿Tienes planeado algo para esta noche Aleck?
—Por supuesto — Digo acariciando mi pelo con mis dedos — Disfrutar de mi agradable soledad.
—Venga ya, hombre, hablo de planes de verdad.
—Estoy hablando de verdad —Respondo a su sarcasmo y recuesto mi cabeza del asiento.
—Joder Aleck, que te conozco y sé que estás solo, en algún lugar raro de esos que te gustan ¿puedes romper tu rutina solo por un día? —Inquiere y yo levanto mi ceja como de costumbre.
— ¿Qué quieres hacer? —Pregunto con mi tono de resignación, ya le conozco y sé que algo debe querer.
—Pasar el Año viejo contigo, vamos que siempre me estás esquivando para estas fechas.
—Pásalo con tu familia, déjame a mí con mis cosas. —Digo tomando la taza de café.
—Venga Aleck, no seas coñazo tío, que mis padres me han dejado solo, que se han ido a Valencia. —Expresa con su voz ronca y puedo notar su estado nervioso a kilómetros de él.
—No estoy para que me lleven la contraria hoy. —Me incorporo mirando hacia arriba— Dime tus planes.
—Joder tío, iremos a un restaurante italiano, he hecho la reservación — Responde y yo me levanto del asiento.
—Mándame la ubicación. Nos vemos allá —Contesto y me dispongo a salir de la cabaña, rompiendo con mi esquema poco festivo. ¡Joder! Las cosas que hago por estos imbéciles.
Tomo las llaves de auto y salgo de este lugar, miro el reloj que marca las 9:30 de la mañana, tomo la carretera y conduzco, en dos horas estaré en la ciudad de nuevo. ¡Qué poco duró mi tranquilidad esta vez! En lo que juego con el tiempo y la distancia, pienso en las palabras de Kyle, en su ambición y en su amenaza hacia mí, aún no he dado ni un solo paso para acercarme a esta tía mientras mi piel huele a Inglaterra cada día que pasa y él no tiene lo que quiere.
El ruido de mi móvil me saca de mis pensamientos, ahí está nuevamente la Sra. Pierce rogando para que pase la noche con ellos. Desde que me fui al apartamento no he vuelto a verla, tampoco pretendo hacerlo, ver su cara me produce asco, dejo que suene mi móvil y continuo acercándome a la ciudad, un par de atajos y llego al hotel. Miro a la gente moviéndose de un lado a otro, muchos comparten con sus amistades desde temprano, otros hacen compras mientras que el apartado grupo de deprimidos se aleja y caminan solos por toda Madrid. ¡Puta gente de mierda! Estaciono el coche y me dirijo hacia mi apartamento, han decorado el hotel y los trabajadores continúan dentro con la preparación para la noche, jodida celebración de mierda, aun no comprendo que ganan festejando si por dentro ninguno es feliz como para mostrar una sonrisa falsa y brindar.
Vuelvo a mi apartamento y miro todo, mis lujos, mis posesiones y me miro en el espejo, joder, quisiera desaparecer antes de perder mi jodido orgullo y tener que caer atrás a una estúpida de mierda que no merece mi atención. Voy directo a por una buena copa de whisky que atraviese mi puta garganta, cierro mis puños con ganas de golpear la mierda de encimera y todo lo que hay en ella, pero trato de controlarme, quiero estar en paz conmigo, al menos hoy ¡Elisa, Elisa! Lamento tener que ir en contra de mi buen y acertado juicio, pero voy a tenerte en mis manos antes de pegar un pie en Inglaterra nuevamente, no eres tan importante para mí como para que me interese tu vida, solo trato de salvar la mía.
Las horas corren desesperadamente mientras yo estoy tirado en cama, queriendo que este día salte de mi vida como si no existiera. Solo quiero cerrar los ojos y cuando los abra que ya toda esta mierda haya sucedido. Miro el reloj que está colgado en la pared de mi habitación, justo en frente de mi cama, son las 7:00 y ya no hay rastros del Sol, solo noche a donde quiera que mires. Joder, me cuesta tanto abandonar mi agradable estancia en casa, mi tranquilidad e ir a donde está la maldita gente imbécil.
«Anhelando la paz que solo yo puedo ofrecerme».
¡Mierda! Por más que pienso no encuentro motivo alguno para ir, pero he quedado y he dado mi palabra, no soportaría tener que escuchar las charlas de Enrique jodiendo mi puta existencia preguntando por qué cojones no fui; no tengo ganas de dar explicaciones.
Me levanto y voy a por una ducha, el agua caliente me recorre, apoyo mis manos en la pared mientras mi pelo mojado cae en mi frente mis labios se llenan de gotas finas de agua que caen y mis músculos se hacen notar tanto. ¡Joder!
«Soy demasiado arte para un mundo lleno de ignorantes»
Miro mi cara de enojo con el mundo en los cristales del baño, mis ojos llenos de rabia y furia, con tantas ansias de venganza, tan claros y tan oscuros al mismo tiempo, tan profundos como el puto mar con tantos secretos ocultos que no desea mostrar. Tomo las toallas y me envuelvo como de costumbre, recorro el cuarto de vestir y no sé qué elegir, me quedo pensando un rato así que me decido a por un traje verde oscuro, un modelo exclusivo, no puedo dejar que nadie intente opacarme. No quiero llevar corbatas, me he puesto la camisa un poco desabotonada en mi espléndido pecho, mientras abrocho las mangas miro hacia los zapatos y los tomo del mismo color, no tolero llevarlos en desacuerdo con mi ropa.
Tomo el pañuelo que lleva mi nombre bordado en las esquinas, lo coloco en el bolsillo de mi traje tan perfectamente acomodado que luzco como un verdadero adonis. Llevo mi manilla de oro blanco, tan fina que penas se nota, detrás de mi reloj, mi pelo entre acomodado y descontrolado, con sus ondas cayendo delante de mis ojos, tomo mi perfume favorito y roseo en todo mi cuerpo, dejando un olor magnífico sobre mí. Agarro una de mis chaquetas preferidas, de las que terminan en mis rodillas y me dispongo a salir del apartamento. Enrique me ha dejado unas cuantas perdidas, así que busco mi Lamborgini negro y manejo a toda velocidad. Atravieso las carreteras alumbradas y llenas de gente de Madrid, solo se ven bares y luces por doquier.
Reluciente y caótica así de triste y alegre, tan llena y tan vacía, tan maldita y tan bendecida, tan lujosa y tan pobre, joder que ciudad tan compleja.
El GPS de mi auto me indica que estoy a minutos de ese lugar, sí que se lució Enrique, un restaurant italiano, de lujo, vaya, que romántico, imagino que esto no solo sea por su mejor amigo... y hablando de ello... ahí está, frente a su auto, parado, con el móvil en la mano y su aspecto desesperado, mirando hacia la luz de mi auto que irradia en sus ojos. Trato de estacionar y él no espera que me detenga aún, viene hacia mí y da un pequeño golpe en la ventanilla para que la baje.
—Joder que pensé que no ibas a venir—Me dice plantado en la ventanilla.
— ¿Puedes dejarme llegar? — Inquiero mirándole.
—Vale tío— Responde y su móvil suena — Babi ha llegado, está adentro, iré a verificar la reservación con ella. —Dice y me quedo mirándole con detenimiento. Estaciono el auto y salgo de él. ¡Joder! ¿A cuántos grados bajo cero está la temperatura? Me fijo en la forma tan peculiar que tiene este lugar, es un edificio con paredes de cristal.
— ¡Sr. Pierce! —Expresa el empleado que ni siquiera conozco y le miro con seriedad mientras me dirijo hacia adentro — ¡Un placer tenerle en este lugar! —Dice a lo que respondo con mi ceja levantada y él toma mi chaqueta ¡vaya cordialidad y respeto! Era de esperarse. — ¡Por favor siéntase cómodo! —Me dice nuevamente y yo prosigo a caminar. No veo a Enrique ni a la estúpida de su novia, solo siento una música muy suave y el olor de la mezcla de perfumes caros y elegantes con los tragos de vinos finos.
Mientras camino y la gente brinda y me mira, como siempre, causando impresiones en ellos, miro hacia adelante y observo a una chica de cabello color miel, piel blanca, vestido de encaje fino con mangas ajustadas a sus brazos, llega justo hasta sus muslos definidos, sus piernas se ven tan espectaculares con los zapatos de punta fina y dorados que lleva puestos, joder ¿de dónde ha salido esta cría? Me basta un minuto para recorrerle el cuerpo con mi mirada, ella está recostada con su cartera en la mano izquierda, colgando y su brazo derecho puesto encima de la barra. De repente se ha virado y su mirada se ha clavado en mí, sus ojos entre verdes y azules claros buscan los míos y huyen inmediatamente ¡mierda! hablando de imbéciles, cambia su mirada y se dispone a irse al verme llegar.
— ¿Tienes que huir siempre de todos? —Pregunto con ironía al ver como huye con miedo.
—De todos no, de ti. — Dice mirándome con desprecio mientras yo miro hacia el frente y ella me da la espalda para irse
—Típico de la gente como tú. —​ Expreso y ella se detiene y se vuelve hacia mí.
—La gente como yo, querrás decir, putos pobres de mierda, que no valen nada en la vida. —Contesta y puedo notar la vergüenza y el dolor que causaron mis palabras en ella. Está tan cambiada, totalmente diferente, maquillada tan natural y tan expresiva a la vez, ya no parece tan imbécil como el primer día, pero es verdad, todo se lleva por dentro y sigue siendo la niñata estúpida de siempre.
—Lis...to — Dice Babi que aparece de momento con Enrique y se ha quedado asombrada con mi presencia. — ¡Aleck! —Expresa con hipocresía mientras le mira y me doy cuenta que no le agrado para nada ¡joder qué bien! — No sabía que venías esta noche —Se incorpora y puedo observar como da un pequeño golpe con el codo a Enrique.
—Le he invitado yo Babi. —Dice Enrique mirando hacia el suelo y luego abriendo sus ojos a ella que está mirando a Elisa como si yo le fuese a arrancar un pedazo.
—Perfecto...—Dice Babi al notar la cara de Enrique. Miro a Elisa de reojos que al igual que yo se siente incómoda. Estos dos nos han traído a la fiesta sin decir nuestro acompañante.
—Vamos a... la mesa chicos. —Suelta Enrique tratando de aliviar la situación. Caminamos hacia la mesa que han reservado, vaya noche tendré sentado junto a esta gilipollas, el mayor de los chantajes de mi vida, saber que está tan cerca y que no puedo tomarla por el cuello y matarle me causa tanta indignación que aprieto mis puños para relajarme. Babi se sienta al lado de Enrique mientras Elisa trata de alejar su silla de mí, joder, con esta.
—Eh... Aleck tío, perdóname — Susurra Enrique acercándose a mí. —De veras te digo no sabía que Babi había invitado a...
—Tranquilo, esto no te será gratis — Digo mirando hacia el frente.
—Vale, vale —Dice y se incorpora tomando la mano de Babi, da asco verles con tantas babosadas. —Camarero por favor. —Dice y levanta su mano para que se dirija hacia nosotros.
—Una botella de Whisky Macallan, la de más tiempo — Digo sin dejarle hablar y todos ellos se quedan mirándome como locos. — ¿Qué vais a beber vosotros? —Inquiero mirándoles.
—Aleck ¿qué haces tío que te he invitado yo? —Expresa Enrique.
—La cuenta corre por mí esta noche — Digo y miro a Elisa que está completamente muda.
—Yo... mejor me voy — Suelta e intenta levantarse del asiento pero Babi le detiene, le miro con mi ceja arqueada y ella se queda sentada llena de rabia.
— ¿Vais a pedir o se quedarán la noche entera mudos? —Inquiero chasqueando mis dedos.
—Creo que... vino, solo un vino blanco estaría bien— Expresa Babi pasando las manos por su pelo.
— ¿Y la señorita qué beberá? —Inquiere el camarero señalando a Elisa.
—Una gaseosa para ella. —Respondo mirándola y veo sus ojos clavados en mí queriendo asesinarme.
—Enseguida os traigo — Contesta el camarero. Babi y Enrique cotillean en voz baja mientras yo miro cada detalle, la pobre de Elisa mira hacia abajo con pena, se ha quedado sola, incómodamente sin hablar con nadie. Creo que hoy será mi noche. La situación se hace tan difícil, los cuatro postrados en una mesa, fingiendo que nos agradamos todos cuando ni siquiera tenemos un tema de qué charlar, aunque no me interesa hablar con ellos.
Entre tragos, caras apenadas, los tontos enamorados que no paran de reírse el uno con el otro, transcurre el tiempo y el camarero nos trae la carta ¡joder! ha pensado que somos parejas, nos ha traído dos cartas, para los cuatros, Elisa me mira como buscando una respuesta, yo quiero incomodarla un poco así que le doy la carta con picardía para que elija ella primero. Babi y Enrique están tan entretenidos discutiendo qué coños pedir que no han notado nada de lo que ha pasado al otro lado de la mesa. Sus manos tiemblan y a la verdad tiene tanta vergüenza que apenas puede concentrase, le observo de reojos y noto su mirada clavada en mí por un costado de la carta que sostiene sus manos. Tomo un trago más y miro el vaso mientras lo acaricio.
— ¿Puedes dejar de mirarme como una asesina? —Inquiero sin dejar de mirar el vaso.
—No pienses que porque estamos sentados en la misma mesa, respirando el mismo aire y pagarás esta noche la comida que por obligación comeré cambiará mi modo de verte como un gilipollas. —Espeta en voz baja cubriendo su cara con la carta.
—Entonces ¿por qué no te largas de una vez si te incomoda tanto mi presencia? —Digo y le miro con el ceño fruncido.
— ¿Todo bien Eli? —Pregunta Babi interrumpiendo lo que ella iba a contestar.
—Sí... todo en orden— Expresa con una sonrisa tan falsa y devuelve una mirada llena de odio hacia mí.
— ¿Qué os parece si pedimos ya chavales? Muero de hambre —Inquiere Enrique dando palmadas en la mesa. Tomo el último trago y veo a Elisa tan indecisa que juraría que me ha hecho disfrutar la noche. Joder.
— ¿Me darás la carta o te la llevarás a casa? — Inquiero extendiendo mi mano para que me entregue la puta carta, noto su mirada temblorosa en mis ojos que la tienen enganchada, me evade de momento y le miro con mi mano puesta en mis labios.
—Aún no he decidido imbécil — Contesta abriendo sus ojos y muerdo levemente mi labio mientras el camarero se dirige nuevamente hacia nosotros.
— ¿Qué os pedirán señores y señoritas? —Inquiere con decencia.
—Nosotros pediremos lasañas. —Responde Babi, joder, qué gustos tan basales.
—Sí, lasañas...— Expresa Enrique. Vaya mierda de tonto tío. — ¿Elisa qué pedirás? —Pregunta mirándole y llevando la copa de vino a su boca.
—Ehhh...creo que...— Dice ella mirando la carta y sus ojos se vuelven locos de un lado a otro buscando, sí que tiene pena, lo he notado desde el minuto cero. — Creo que Beef Braciole está bien. —Responde con un acento italiano increíblemente pronunciado a la perfección, por un minuto recuerdo que no es tan bruta como su forma de ser le demuestra. ¡Joder! ha pedido uno de mis platos favoritos. Ella me entrega la carta y por más que busco no encuentro nada más que me guste. Por hoy está bien echar un poco de leñas al fuego y seguir con mi plan malvado de joder su puta noche.
—Sr. Pierce —Me señala el camarero que me ha reconocido igual.
—Lo mismo que la señorita; Beef Braciole, solo que con un poco de picante —Contesto, le entrego la carta y se retira lentamente.
— ¡Vaya Elisa! Buena elección. —Espeta Enrique de momento — Has elegido el plato preferido de Aleck ¿no? — Dice con picardía.
—No me hagas cambiarlo por favor. —Suelta ella y se acomoda su pelo por detrás de la oreja. Yo sonrío levemente mientras tomo un trago y me levanto para ir hacia al baño. Estar rodeado de tanta gente no es mi hobbie, he hecho un sacrificio sobrenatural por Enrique. Todo me siguen con sus miradas y puedo sentir las críticas a mis espaldas. Mi cabeza pensando en tantas cosas y estos imbéciles preocupados por mi forma de ser. ¡Puta sociedad!
Me quedo unos minutos en el baño mientas lavo mis manos y miro mi cara en el espejo, hoy creo que sería la oportunidad perfecta para atrapar a Elisa en mis garras, por mucho odio que le tenga, no puedo permitir que Kyle me gane esta batalla, al menos no esta vez. Noto mis ojos tan brillantes e intensos, esto sucede cuando mi ánimo cambia repentinamente sin motivo alguno. A decir verdad no sé qué cojones me sucede pero no estoy metido en mí por completo, es como si una parte de mi ser estuviera en otro mundo. Vuelvo hacia la mesa donde ya están los platillos servidos, muestro mi forma tan autentica de comer con estilo mientras Babi brinda de su cubierto a Enrique; Elisa come con cuidado; sus dedos finos y blancos sostienen el cubierto delicadamente. Han traído vino para cortar las grasas y brindar un poco, paso de ello y pido otra botella de Whisky, la más cara, ya que voy a por todo hoy, no me interesa gastar unos centavos en esto.
La noche transcurre tan de colores para muchos pero tan gris para los que no disfrutamos de estas cosas, dos locos bailando y bebiendo mientras dos más se apartan de la multitud exhaustiva. Nos hemos levantado de la mesa y fuimos a la otra parte de este lugar. Un privado con vista a la ciudad, balcones iluminados donde se puede apreciar Madrid de punta a cabo, luces de colores que riman con la música y desenvuelven un ambiente terrible. Camino buscando paz y tratándome de alejar de la gente.
Miro mi reloj que marca las 11:46 de la noche, año viejo que pronto será año nuevo y dejará atrás todas las mierdas que este trajo. Noto a Elisa que trata de esconder su sufrimiento en el balcón, sola, triste como quien pierde el alma en cada minuto que pasa, me acerco con mis pasos lentos pero profundos, ella mira con la cabeza de lado por encima de sus hombros que están cubiertos con su abrigo, una lágrima oscura recorre su mejilla rosada; al instante se incorpora y voltea su cara, puedo observar como sutilmente limpia el rastro de la lágrima mientras llego hasta su lado pero ella me evade con pena.
— ¿A qué vienes? — Inquiere con voz temblorosa — ¿A acabar de humillarme? —Expresa con miedo, sin dejar de mirar hacia el otro lado.
—No pretendo — Digo mirando hacia el frente y llevando el vaso a mi boca. —Ya tienes demasiado con estar llorando esta noche — Expreso y ella me mira rápidamente, sus ojos reflejan un dolor inmenso que no quiero saber.
— ¿Entonces por qué buscas estar al lado de una puta pobre de mierda? —Pregunta entrelazando sus manos. — Al menos eso es lo que has dejado claro en frente de todos ¿no?
—Prefiero estar en lo apartado y solitario que en la muchedumbre falsa de mierda—Espeto con desprecio y ella me devuelve la mirada al instante aunque yo no le estoy mirando y continuo bebiendo.
—No hables así de tu gente Aleck.
—Mi lugar y mi gente soy yo, Elisa. —Suelto y ya siento como dentro todos cuentan los minutos para que los fuegos iluminen el cielo oscuro.
—Qué cosas tiene el destino ¿no? —Dice y una sonrisa se le escapa, muerde sus labios y sé que las lágrimas amenazan con salir de sus ojos— Todos adentro alegres y yo... parada justo con la persona que más odio, mostrándome indefensa ante él— Dice y el ruido de todos contando regresivamente me saca de mis pensamientos, mientras una canción suave suena.
—Tienes las puertas abiertas y aun así... decides quedarte parada, justo al lado de tu mayor odio. —Digo y la luz de los fuegos iluminan nuestras caras, mis ojos relucientes y los ojos tristes de ella ¡joder! su semblante es sinónimo de depresión profunda.
—Se supone que ahora tendría que decirte Feliz Año Nuevo — Suelta de momento mirando sus manos.
—No lo hagas — Contesto y continúo mirando el cielo — Ningún año es feliz, solo traen penas y dolores.
— ¿Dolor? —Inquiere sarcásticamente — ¿Acaso sabes tú lo que significa?
—Lo mismo que en este momento rueda por tus mejillas y tratas de esconder —Respondo observándole y ella aparta su mirada llorosa de mí. Sé que mis palabras le están atravesando así que yendo en contra de mí me acerco a su mente llena de pensamientos de dolor para meterme en su vida de una puta vez. El aire frío mueve su pelo y las lágrimas caen por montones.
—No finjas que te importa lo que me sucede —Dice y se detiene — Parte de esto es debido a tu odio de mierda y sin razón hacia mí.
—No es solo a ti— Me incorporo — Tú me odias a mí solamente, pero yo os odio a todos vosotros. —Espeto con desagrado y ella devuelve una mirada mientras saco el pañuelo que llevo en mi traje — Limpia tu cara, arruinaste el maquillaje. —Expreso y ella lo toma sin decir una palabra, me dispongo a irme así que le doy la espalda.
— ¿Por qué tanto odio? —Irrumpe su pregunta mis pasos.
—Porque no puedes fingir amar a todos cuando ninguno lo hace por ti — Contesto con la cabeza en alto sin voltearme. Su respiración agitada y su silencio hablan por ella. Me aparto de ese lugar y voy a por mi auto, noto a Babi y a Enrique que están tan pasados de tragos, miro hacia atrás para ver a Elisa que continua sola, esperando que estos estúpidos le lleven de vuelta a casa, pobre chica. Camino hacia la salida y observo a su chofer que va a por ellos. Tomo mi chaqueta y las llaves, me marcho de este lugar, sin despedirme apenas, en silencio y caminando tranquilamente a estas horas.
Entro en mi coche y me recuesto suspirando y pensando en lo que ha de venir, menuda mierda de vida, miles de pensamientos en mi mente que no dejan de vagar por los rincones más oscuros y hostiles de mi ser. ¡Joder! Doy un golpe en el volante y descargo mi rabia en él. Miro hacia adelante, justo en la entrada del restaurante están Enrique y Babi y su chofer metiéndolos en el auto, sin poder casi de la embriaguez de ambos, Elisa les mira con preocupación, joder que está al otro lado de la ciudad sola, sin saber cómo regresar. Lucho internamente conmigo mismo mientras pienso en mis ventajas y no sé por qué cojones tengo la necesidad de ayudarle cuando por su culpa estoy entre la espada y la pared. Arranco el auto y me dirijo hacia donde está, haciendo señas y ningún taxi se detiene. Bajo la ventanilla mientras me acerco despacio.
—Otra vez sola — Digo sin mirarle — Sube, te llevaré de vuelta.
—Prefiero dormir en este lugar antes de ir contigo a algún lado — Contesta con su orgullo marcado.
—Pues que tengas buena noche con los delincuentes que rondan a esta hora. —Expreso y me dispongo a irme. Su cara de espanto que observo por el retrovisor me causa gracia.
— ¡Aleck... espera! —Grita al verse a oscuras y sola, por lo que detengo el auto y ella camina hacia mí, abre la puerta y se sienta a mi lado, sin mirarme y con su mejor cara de enojo. Salgo a toda velocidad, unos cuantos minutos me esperan. Las calles están llenas de neblina, no hay más que oscuridad y autos pasando en raras ocasiones. Le miro y noto que sus ojos se cierran de sueño, está recostada con la cabeza a un lado observando como la carretera se hace nada.
Sé que a partir de hoy algo sucederá, algo que será a mi favor y en su contra, después de todo, sus amigos son sus más grandes enemigos que ingenuamente llevaron al lobo directo a su presa débil e inocente, sin saber el dolor que podría provocarle. Mientras conduzco ella duerme.
«Vino a mí como va un triste animal a su matadero y... luego estoy yo nuevamente, convirtiéndome en el héroe de mi propia historia.»

"Entre el Orgullo y el Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora