Capítulo 9

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                                  ~Sonido del silencio .
Aleck:
Son las putas 5:00 de la tarde y aún sigo en la calle, respirando del aire contaminado de pobreza. Hay que ver la suciedad que abunda en la gente de Madrid. Mi suéter negro ya ha perdido el olor del perfume que se derramó esta mañana en él, mi bufanda gris comienza a apretar mi cuello y quiero explotar. Mierda, puto estrés traigo encima hoy.
Entro en mi coche como loco, necesito despedirme ya de esta multitud que agoniza mi paciencia y mis ganas de ser bondadoso. Arranco el coche y salgo a una velocidad notable para los imbéciles que caminan por ese lugar que se apartan corriendo. Me dan asco!!
Llego a casa, respiro tranquilidad y soledad, joder que bien se siente, me quito el suéter, la calefacción está puesta, voy por un whisky, hielo y pongo un poco de música, mi preferida, Bon Jovi sonando algo para mí. Relajante y excitante. Voy por una ducha bien caliente que haga mis poros desechar la suciedad y el polvo que ha atravesado mi piel fina.
Me acuesto en el sofá del salón y continúo la lectura de mi libro "Cien Años de Soledad" García Márquez, tocando yagas ficticias en mi ser.
En cuanto abro el libro, que paso de capítulo mis ojos se cierran y el libro quedó en mi pecho. ¡Joder que cansancio!.
Vuelvo al estado de profundo sueño en el que no puedo ni diferenciar si estoy soñando o no. La chica que se apareció encima de mí aquella vez, vuelve, esta vez puedo notar un miedo profundo en ella, sus ojos son lo único que veo, cierro mis ojos en el mismo sueño para no verla más pero su voz repitiendo mi nombre es tenebrosa, estira sus brazos para agarrarme hasta que logro hablar y le pregunto quién es. Se desaparece de mi vista y me susurra al oído su voz; la muerte.
¡Mierda! Me despierto al mismo tiempo que mi libro se cae sobre el vaso de whisky y hace el estruendo. Joder, vaya sueño que estoy teniendo. Hoy me levanto un poco turbado por lo de ese maldito sueño, pero preparo un café y salgo al balcón a ver el amanecer. Odio contradecirme pero Madrid está reluciente hoy, a no ser por su gente. Pero qué cojones estoy molido, ¿cómo me pude dormir en el asiento?
Hoy luzco perfectamente, mi pelo alborotado cae en mi frente dejando ver ráfagas azules de mis ojos, tomo mis momos favoritos y una camiseta gris, voy hacia el salón y vuelvo a escuchar la música que llena las paredes de mi apartamento y la bella e inmensa soledad que me abraza. Soy feliz solo, simplemente con saber que nadie intercede en mis decisiones o está echando suertes a ver qué sucede con mi vida.
«Amo decir esto; estoy enamorado de mi oscuridad.»
El timbre suena desesperadamente, joder, ¿acaso pensé en felicidad? Pues lo retiro, vaya mierda de gente que no sabe comportarse, pero ¿qué hora es? ¿Por qué cojones se empeñan en joderme mi tranquilidad? Tomo mi vaso de whisky y me dirijo a abrir la puerta con el peor de mis humores.
–Boun giorno bellezza– Me dice Alphonso, rozando mi camiseta con sus manos, parado en mi puerta con sus maletas y todo su equipo de trabajo.
– ¿Qué mierda haces tan temprano Alphonso? –Le digo dándole la espalda y dejándole entrar al apartamento.
–Cariño, Alphonso lleva dos meses de arduo trabajo, no le hables así. – Me dice sentándose y mirando cada rincón de mi casa. – ¡Vaya apartamento te luces Sr. Pierce! –Me dice y yo cruzo mis brazos mirándole fijamente con seriedad.
–No estoy de humor hoy – Digo apretando con los dedos mi nariz para no mandar a la hostia a este trucha.
–Il mio re!!! Tu modista preferido, te ha diseñado los mejores trajes de Brioni que puedas lucir, guapo. –Me dice poniendo sus lentes y mandando a sus empleados a mostrar los trajes que están colgados en los percheros. Alphonso es el mejor diseñador de moda de Madrid, me atrevería que uno de los mejores de España, hace años se mudó acá, es italiano y es el representante de la marca Brioni en el país. Gracias a sus diseños visto con esta maravillosa marca, una de las caras pero la más elegante.
– ¿Trajiste los colores que pedí? –Pregunto con mis brazos cruzados mirando su creación. Joder mi humor está tan pesado hoy que increíblemente no tengo deseos de probar lo trajes.
–Cariño, diez modelos diferentes para cada color, no permitiría que mi rey fuera como un mendigo al baile. –Espeta chasqueando los dedos para ordenar que organicen cada modelo. Yo me siento en lo que analizo qué color llevar para opacar a los demás.
–Rojo –Indico con mi dedo.
– ¿Rojo cariño? –Pregunta bajando sus lentes y apartando su pelo estirado. – Un tono Beige, con esta corbata que hace diseños únicos, la hice para ti, pensando en ti. Mi Señor, el gris quedaría perfect...
– ¿Puedes cerrar tu puta boca y hacer lo que te ordeno? –Digo pasando mis dedos por la sien y alzando mi voz de tal manera que se quedan perplejos sin hablar. Mierda, su voz atormenta tanto que saca mi bestia a pasear. Hoy, justo hoy viene este mal humor a mí. – Como decía el rojo, Alphonso.
–Sí mi Señor, como usted desee. Ahora si me permite, elegí su perfume y pañuelos, espero que esté satisfecho. –Dice con la voz temblorosa, recogiendo las cosas.
– ¡Nunca! Puedes irte y llevarte este plumero que has dejado aquí. –Suelto fríamente y él se marcha con sus porquerías, ha dejado el traje en su molde perfectamente diseñado.
Tomo otro trago más de whisky hasta que dejar el vaso sin contenido, mis ojos están ardiendo, quiero más, mi boca pide otro trago así que voy a la cocina por un vino español que tengo guardado desde hace buen tiempo. Joder ¡qué delicia! Me dirijo al balcón mientras tomo en mi mano la botella de vino y la coloco en la mesita.
Las horas pasan y yo me pierdo en el alcohol, pienso en lo absurdo que es vivir bajo la inmundicia de esta humanidad. Mierda, mi cabeza da vueltas y más vueltas, pero aun así disfruto de mi soledad absoluta y reconfortante.
«El maravilloso sonido del silencio penetra lo más profundo de mi ser y me abraza fríamente, ¡cómo no ser un espectro viviente, si el mismo destino me ha obligado a ser lo que soy!»
Parece que mi tranquilidad vuelve a su fin, la puerta me irrita nuevamente, queriendo venirse abajo, cierro mis ojos y cuento hasta el infinito para no arder y explotar en la cara de la puta gente de mierda que me molesta. Voy hacia la puerta del apartamento, respiro profundo y abro. Pero ¡qué cojones! Lo que faltaba para acabar de arruinar mi día.
− ¿Qué cojones haces en mi apartamento? –Espeto con total desagrado.
−Hijo mío, qué bien que recibas a tu padre así tan... agradable−Me dice el hijo de puta de Kyle, entrando al apartamento y dejándome en la puerta con los puños cerrados. Toma asiento y bebe del vaso que dejé en la mesa.
− ¿Qué quieres?
−Aleck, Aleck, no cambias hijo, siempre tratando a tu sangre con ese mal humor. –Dice sonriendo y mostrando su ironía. – Hijo, hace días no sabía de ti, quise pasar a por ti, a tomarnos unos tragos, pero...−Se detiene con el vaso en las manos y mira hacia el balcón− Por lo que veo, me leíste el pensamiento.
−Kyle, puedes ahorrarte tus palabras de mierda y decirme ¿a qué cojones viniste? –Digo enfurecido, pasando mi mano por el pelo alborotado que cae en frente de mis ojos.
−Tranquilo Aleck Pierce, ya te dije que pasaba solo a ver cómo estaba mi hijo, solo eso. A propósito, también quería felicitarte, llevas 3 años consecutivos siendo el Rey de Baile. ¡Qué orgullo ser tu padre! – Suelta y ya estoy dudando de lo que quiere, este hijo de perra nunca va a cambiar.
− ¡Qué agradable no sentir lo mismo! – Digo y me dirijo al balcón a por mi vino, otro trago más y no respondo.
−Hijito mío ¿ya sabes que Carolina es la reina? Me he enterado por su familia, dicen estar conten...
−Me importa una mierda Kyle−Grito interrumpiéndole y mis ojos van cerrándose lentamente hasta que mi rostro expresa la molestia y la rabia que llevo dentro. − ¿A qué cojones viniste? Ultima vez que pregunto antes de mandarte a la puta mierda. – Digo y él se levanta del asiento con su bastón lentamente.
− Vale, voy directo al punto, Elisa Velarde!! Estará en el baile, por lo que oí decir.
− Sigues con esa idea estúpida Kyle, no voy a caer en tu jueguito. –Suelto tomando un trago − ¿Por qué no pagas para acostarte con ella y así le sacas toda la información que quieres? – Me incorporo con sarcasmo y él sonríe.
−Aleck, es más fácil que mi hijo adorado haga el trabajo por mí. – Dice sacudiéndose el hombro, puta maña que tiene para mostrar que tiene el poder.
−Pero ¿qué cojones te has pensado que soy? ¿Tu puto muñeco que recibe órdenes?−Digo mirándole fijamente.
−Un muñeco de estos ¿cómo le dicen? Lego.
−Hijo de puta, te voy a dar tantos golpes que no podrás contar las heridas en tu cara−Grito soltando el vaso que se hace pedazos en el piso. Cierro mi puño y le agarro por la corbata. Perdí totalmente la razón y el juicio, mi cabeza estalla de tanto alcohol y la rabia consume mi ser.
−Suéltame Aleck −Me dice y yo aprieto más su traje−No te conviene tocarme un pelo.
−Eres un maldito psicópata Kyle, me das tanto asco que no puedo ni mirarte la puta cara –Le digo soltándole y empujándole.
−Así que muy hombrecito, Aleck Pierce, ya veremos tu cara cuando todos se enteren lo poco hombre que eres, maricón de mierda.
−Me importa tres cojones lo que digas de mí, imbécil, pero te juro que voy a acabar con tu podrida vida.
− ¿Antes que acabes con qué hijo? ¿Estás amenazándome? −Pregunta sonriendo a carcajadas.
− Te lo estoy asegurando – Digo alzando mi voz –No te tengo miedo Kyle, ya no soy el crío aquel de 10 años que hacía todo por no verse solo y oscuro en el sótano de una maldita casa. Me importa una mierda pinchada en un palo partirte la cara a golpes o matarte, eres una desgracia de persona, maldito acosador de mierda. – Le digo y mi bestia interior amenaza con salir.
−Que no se te olvide, que soy tu padre, Aleck, harás lo que te digo hasta que cierre mis ojos.
−Estás loco hijo de puta. –Digo dándole la espalda.
− Tienes una semana para llevar a casa a esa cría o será mejor que vayas despidiéndote de tu respeto y tu jodida vida social. –Dice saliendo hasta la puerta– Piensa que es mejor estar de mi lado hijo.
Este puto imbécil, me tiene hasta los cojones, lanzo un grito de rabia y golpeo la pared con todas mis fuerzas. Mis nudillos se empapan en sangre, la ira me consume, acabo con todo lo que está a mi alrededor. Agarro el traje y lo estrujo con mis manos lazándolo al fuego de la chimenea, veo cómo se hace cenizas cada parte de él, la mesa de cristal que está en medio del salón es abatida por mis golpes, mi apartamento es un desorden, de esos que no soporto ver.
Mi cara arde, la sangre se acumula en mi rostro, mis puños ensangrentados, todo destruido, el traje que llevaría a la puta fiesta, devorado por el fuego y en mi cabeza no hace más que hablar un diablillo que me tiene loco.
Los demonios de la oscuridad no perdonan debilidades.
Me siento a observar el fuego mientas el alcohol pasa factura, me hundo nuevamente en pensamientos inicuos. ¡Vaya mierda de familia me ha tocado tener! El tiempo pasa volando y sigo en el mismo asiento con el mismo vaso de alcohol esperando que alguna buena noticia llegue a mí y contente mi ser. ¡Mierda! He jodido todo, es un asco mi alrededor, no puedo moverme de lo tomado que estoy y aun así en lo único que pienso es en destrozar cada pedazo de la cara de ese gilipollas.
Voy al baño y tomo una ducha para bajar la embriaguez que llevo encima. Tomo la toalla y la envuelvo en mi cintura, voy por unos medicamentos para aliviar el puto dolor de cabeza que ha causado toda esta jodida discusión. Busco mi teléfono y llamo a Alphonso, siempre ordeno hacer varios modelos para casos de urgencia como este.
– ¿Mi Sr. Aleck? –Pregunta contestando la llamada con su fina y desplumada.
–Quiero el traje gris en mi apartamento Alphonso –Le digo de modo cortante.
– ¿Y el cambio por qué, cariño? No me digas, prefieres seguir los excelentes gustos de Alphonso tu modis...
–Tienes dos horas para traerlo – Le interrumpo y cuelgo.
Mi cuerpo se abalanza sobre la cama, la toalla cae al piso y me quedo desnudo, tumbado encima de las sábanas blancas que la cubren. Miro hacia arriba y cuento los espacios de mi habitación.
~Un cuerpo despedazado, sin alma, rugiendo por ser libre...

"Entre el Orgullo y el Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora