Capítulo 16

50 10 5
                                    

                                    ~Sensible al odio.
Elisa:
Melodías suaves suenan en mi mente mientras el escalofriante clima me roza la piel y me eriza por completo. Siento los giros del auto en cada esquina, el calor de la gasolina en combustión y mi cabeza volar por sueños lejanos. Estoy rotundamente dormida, cansada y emocionalmente decaída. Entre mis suspiros largos de sueño siento los toques en mi piel, pero me niego a despertar.

— ¡Eh! tú...— Dice una voz gruesa y penetrante que conozco al mismo tiempo que sus codos me tocan tratando de despertarme — ¡Hemos llegado! —Continúa intentando pero mis ojos no pueden abrirse. — ¡Eh, imbécil! —Dice pero esta vez siento que su mano roza mi cara con golpes suaves. La puerta del auto se abre y se cierra fuertemente a tal modo que termino asustada volviendo a la penosa realidad de la que quisiera escapar.
— ¿Qué ha pasado?— Inquiero mirando hacia todas partes.
— ¿Qué ha pasado? — Veo a Aleck con su tono irónico parado justo en la puerta. —Hemos llegado... puedes bajar de mi coche y entrar a lo que... —Se detiene — llamas casa — Responde mirando mi apartamento despóticamente.
— ¡Vale ya!—Contesto y aún estoy sentada en el auto mirándome las manos heladas. — Supongo que te debería agradecer por...
—Te agradecería si salieras de una puta vez de mi coche y dejases que me marche en paz. —Me interrumpe y coloca sus manos dentro de la chaqueta que trae. Este tipo en serio parece no tener emociones. —Te has pasado la noche suponiendo cosas. —Dice de un modo muy serio, como siempre.
—Ya se extrañaba tu peculiar forma de evitar conversaciones agradables, Aleck. —Digo mirándole fijamente pero su mirada está perdida hacia otro lado. Tomo mis cosas y me dispongo a salir de su coche y entrar a por un poco de calefacción. Mis pies duelen demasiado, trato de sujetarme para levantarme pero los tocones incómodos se me han quedado enganchados y no puedo separarlos del auto, a tal punto que casi caigo al suelo, solo que Aleck me sirvió de sostén — ¡Joder! —Exclamo en voz baja mientras agarro con fuerzas su chaqueta.
—No puedes dejar hacer el ridículo nunca... la desgracia te persigue. —Espeta con frialdad. — ¡Aparta! —Se incorpora mientras baja por mi tacón y yo me siento, toma mi pie de forma brusca, sus manos heladas me rozan con fuerza, puedo percibir ese aroma mentolado ligado al whisky que emana de su boca; ha bebido, lo suficiente como para notarlo cuando habla, las veces que lo hace. Hace un movimiento tan repentino que mi vestido se ha levantado hasta dejar ver mis muslos y mi piel  que se ha erizado al ser tocada por sus manos y mi reflejo me lleva a emitir un suspiro pequeño y al instante lo agarro para bajarlo un poco. Puedo notar como sus ojos se han mirado discretamente y se han centrado en el hecho; el escalofrío me recorre de pies a cabeza. Se ha quedado un momento con su mano puesta en mi pie mientras me mira como un lobo a su presa.
Plena madrugada y nosotros mirándonos como quien tiene nada qué hacer. La pena me consume al instante pero el cambia su mirada y se levanta. No puedo evitar enrojecerme y temblar aún más, una pequeña mordida se me escapa hacia mis labios, juraría que fue poco evidente pero para alguien tan observador es imposible apostar.
— ¡Listo! — Se levanta, me da la espalda y camina hacia la puerta del coche. Yo me dirijo hacia mi apartamento pero me detengo y miro hacia atrás.
— ¡Gracias!—Suelto de momento, él me mira y asienta con su cabeza —Aleck...—Digo finalmente y pongo una mano en mi boca para evitar decir algo más, no entiendo por qué lo hice, es como si esperaba pedirle algo más.
—Elisa. —Contesta y su auto desparece en minutos de mi vista. Tomo el ascensor y llego a mi apartamento. Enciendo las luces y noto soledad nuevamente. Me despojo de esta ropa y tomo mi pijama, me acuesto y tomo el móvil.
El comportamiento de Aleck hoy me deslumbró, no puedo negar que aún lo odio y quizás mi vida entera le guardaré rencor por todo y cuanto me ha humillado, pero hoy... hoy fue algo diferente, sentí esa parte de él que no quiere que nadie vea. Busco sus redes y miro sus fotos, el sueño se apodera de mí y con los ojos entreabiertos puedo observar su cuerpo que parece tallado por los mismos ángeles; sus músculos y su piel blanca aterciopelada que me cautivan hasta el punto de tratar de escapar de un deseo que es mi mayor controversia. Miro el hilo de conversaciones que está abierto en una de sus publicaciones, pero me quedo dormida con el móvil que cae en los pechos. Juraría que hoy mis sueños serán atípicos.

"Entre el Orgullo y el Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora