7: La casa azul de Tobirama

133 16 9
                                    

Nezuko yacía en la fría plancha del consultorio con los ojos muy abiertos, atenta al procedimiento que llevaba a cabo la afamada ninja médico de cabello rubio acompañada por otras dos mujeres. Mitsuri la puso al corriente momentos antes, pero no podía permanecer junto a ella debido a la naturaleza de la intervención galena.

—Nezuko-chan, estarás bien. —afirmó Sakura, al ver que la chiquilla se encontraba alerta. La entendía, estaba al tanto superficialmente de su llegada y propósito en Konoha.

—Gracias. —contestó, sintiendo el cosquilleo en su cuerpo debido al ninjutsu médico de Tsunade.

Nezuko comenzó a sentir la vista pesada, una carga de cansancio se apoderó de su ser. Se rindió poco a poco, siendo sus parpados los primeros en ceder por completo, hundiéndola en un sueño profundo.

—Por Kamisama, debe ser difícil lidiar con un ser que no eres tú. —se lamentó Haruno, con pena.

—Afortunadamente en el país del hierro supieron tratarla a tiempo, no todos los transformados tienen suerte.

—¿Hay riesgo para el resto de naciones? —preguntó la joven a su superiora.

—Lo hay, aunque aún no hay registros de ataques o transformaciones fuera de sus fronteras. Pero no tardan. —confirmó la sannin, un resplandor verde recorrió el torso de Nezuko que respiraba con normalidad. — Debemos de encontrar una cura para contrarrestar ese virus, pero primero saber como trabaja. En el hierro ya están avanzadas las investigaciones pero van a paso lento, así que haremos nuestra parte. Teóricamente y hasta el momento la clave es civilizar a las víctimas para así ganar un poco de tiempo y saber como contrarrestar. Si nuestra colaboración conjunta tiene éxito, estaremos salvando miles de vidas.

—A contrarreloj. –suspiró Shizune con preocupación, viendo a la
joven demonio. —¿Qué podemos hacer en estos momentos por ella?

—Lo mejor, hacer que Nezuko se sienta humana y que sea tratada como tal, pero con sus debidos cuidados y necesidades especiales. En lo posible, que su condición no sea revelada a los civiles y shinobi que carezcan de contacto con ella. No queremos que sea discriminada. ¿Entendido? —cotejó la última Senju entre sus discípulas.

—¡Sí!

Una hora más tarde la adolescente dormitaba en los brazos de Kakashi, bajo su transformación de niña pequeña. El la acomodaba cuidadoso dentro de la caja de madera, mientras escuchaba a la quinta y el intercambio de información con Mitsuri.

—Los veré de nuevo en tres días. Nezuko estará menos tensa para entonces y podré hacerle los análisis. Vayan a descansar, lo necesitan. Kakashi —el asintió, atento. —Ahora están bajo tu completa guía y cuidado. Lo que necesiten, ya sabes que hacer.

—Entendido, Godaime. —confirmó. Mitsuri lo miró, sonriendo. Era tan formal que llamaba su atención.

—Esperamos no ser una gran molestia. —dijo la ojiverde.

—No tienes que preocuparte. —agregó su antigua profesora. —Coman y descansen, tienen mucho quehacer con las niñas.

—Si señora.

Volvieron a abrirse paso en las calles de Konoha, bajo los intensos rayos de sol. Tanto Hanako como Mitsuri no dejaron de maravillarse por la belleza de la aldea ya reconstruida, comentando entre ellas.

—Kakashi-san ¿Qué te gustaría comer? —le preguntó Mitsuri luego de unos minutos caminando.

El peligris cayó en cuenta: ya pasaban poco más de la hora tradicional para comer. Era justo satisfacer de una vez al estómago.

Nankurunaisa || Kakashi Hatake & Mitsuri KanrojiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora