El precio del pasado

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Capitulo 33

El precio del pasado

Naruto entró precipitadamente por la puerta cuatro horas después de una búsqueda infructuosa.

En la sala Konohamaru y Hanabi lo miraron esperanzados, de la misma forma que él los observaba.

Naruto negó con la cabeza, sin ánimos de confirmar que no habían podido encontrarla aún.

— Papá fue con Neji a la policía—, susurró Hanabi, sus ojos rojos le dijeron a Naruto que había estado llorando.

Él asintió cuando se dejó caer en el sillón, sacó el celular, esperanzado en alguna llamada o mensaje. Sólo tenía notificaciones de Facebook. Ino había subido una foto de Hinata, diciendo que había desaparecido y que la estábamos buscando. La mayoría compartió o comentaba que rezaban por ella, Naruto no podía ver la publicación sin que sus ojos se llenarán de lágrimas de impotencia.

Se levantó de golpe cuando la puerta fue abierta. Neji estaba ayudando a Hiashi a entrar a la casa, Naruto notó como el hombre parecía mucho más viejo que cuando lo conoció tiempo atrás en el accidente que había tenido Hanabi con Konohamaru. Neji le dió un movimiento de cabeza como saludo mientras Naruto se movía a un lado para dejar espacio y que pasará el padre de Hinata. Hiashi se apoyaba con fuerza en el bastón y en su sobrino hasta que se sentó en un sillón.

Neji se movió a la puerta de la sala.

—Natsu, trae un té para Hiashi— gritó a dirección de la cocina para volver—. Dentro de unos quince minutos vendrá un oficial para hablar con todos. Pídeles que vengan, Hanabi— dijo mirando a su prima que asintió tomando el celular, su novio haciendo lo mismo—. Es probable que intervengan el teléfono por si hay una llamada, nos dijeron que no respondieramos hasta que ellos estuvieran aquí. Esperan que sea un secuestro. Sería lo mejor.

Naruto apretó los dientes y miró furioso a Neji.

—¿Mejor? ¿Cómo puedes...?

—Es la mejor opción—, le interrumpió Neji con la voz fría y calmada—. Los secuestradores no le harán daño, y llamarán pidiendo un rescate—, aclaró subiendo una ceja.

Naruto sintió que podía derrumbarse y de hecho, lo hizo cuando pensó en las peores opciones.

—¡Naruto!— gritó Konohamaru cuando cayó de rodillas.

Neji lo quiso levantar, pero él no podía. Su visión se volvió borrosa gracias a las lágrimas desbordantes que llenaron sus ojos, sus hombros temblaron junto con su cuerpo cuando un sonido lastimero salió de su boca.

Lo primero que notó Hinata fue que tenía frío y estaba en un suelo duro y húmedo. Su cuerpo le dolía y sentía que su cabeza había sido golpeada y estaba pesada y embotada. Los recuerdos golpearon en su memoria mientras habría los ojos.

Tembló, por el frío y el miedo.

Su campera y bufanda ya no estaban para darle calor. Estaba en una pequeña habitación oscura, se sentó con la ayuda de sus brazos temblorosos. Sus ojos se llenaron de lágrimas al no entender qué pasaba y se pegó a la pared de su espalda cuando la única puerta hizo un ruido de candado y se abrió lentamente.

Sus ojos se abrieron cuando vió quien entró.

—Hola pequeña—, susurró con voz profunda que le provocó sólo más escalofríos.

Naruto miró con ojos vacíos a los policías moverse en la sala de los Hyūga.

Sus manos apretaron la taza de café que tenía en sus manos, varios aparatos estaban conectados al teléfono familiar y hacía ya una hora que los policías habían llegado.

Seguían esperando una llamada.

Naruto se sentía cada vez más desesperado por la falta de acción y el hecho de que Yamato, el encargado de la investigación, sólo le dijera que tenía que esperar lo estaba llevando a la locura.

Tan concentrado estaba en sus movimientos, que notó que unos de los oficiales se acercaba a Yamato y le decía algo que no le gustó mucho al hombre. Su cuerpo se tensó cuando Yamato se acercó a ellos. Se levantó cuando él se detuvo del otro lado de la pequeña mesa que estaba al frente del sofá.

—¿Qué sucede?— preguntó Naruto antes de que pudiera hablar.

Yamato miró a Neji antes de contestar.

—Tenemos un posible sospechoso—. La esperanza parpadeó en su interior—. El señor Toneri Otsutsuki ha desaparecido. Un oficial me acaba de informar que su secretaria dice que hace tres días que no va a trabajar y ha vuelto el hombre que mande a su casa. Él no está en ningún lugar.

Naruto apretó los dientes, si tuviera adelante al ex de Hinata lo hubiera matado con sus propias manos.

—Es él—, susurró Naruto, sintiéndose cada vez más furioso e impotente.

— Aún no podemos decirlo—, contestó Yamato pensando que era una pregunta—. Debemos espera una...

Él oficial se detuvo cuando el ring del teléfono hizo que todos se congelaran. Yamato corrió a su hombre que estaba monitoreando el aparato y le hizo una señal a Neji para que atendiera al tercer sonido. Neji lo hizo, pero aún así todos podrían escuchar la conversación gracias al dispositivo de la policía.

—Hola—, contestó Neji.

— Tengo algo que te pertenece— habló una voz computarizada.

—¿Qué quieres?— preguntó Neji, lentamente buscando la forma de darle tiempo a la policía.

— Sólo quiero lo que es mío. Ella se está portando muy bien ¿o no? Habla querida—. Naruto apretó los puños cuando sollozos se escucharon del otro lado—. ¡Te dije que hables perra estúpida!

—¡No le hagas daño!— gritó Neji cuando un gritó femenino se escuchó del otro lado de la línea.

—N-Ne-Neji...— se escuchó la voz de Hinata, Naruto sentía que su corazón estaba a punto de salir por su boca.

—Hinata ¿Estás bien? ¿Dónde estás?¿Qué...?

—Ya es suficiente—, volvió a hablar la voz distorsionada.

—Si uno de sus pelos es lastimado—, gruñó Neji, su expresión aterradora—. Te juro que...

—Si haces lo que te digo, no le pasará nada a esta linda flor.

Naruto no se pudo contener más y arrancó el teléfono de la mano de Neji.

—¡Devuélveme a Hinata!— gritó furioso.

Una risa escalofriante fue su respuesta y luego cortaron el teléfono. Él maldijo y miró a Yamato, su esperanza de que hayan podido captar algo.

Yamato negó con la cabeza.

—¡Maldita sea!— gritó Naruto tirando la taza de café que había dejado en la mesa a un lado del teléfono.

Continuará...

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