Un cuento de hadas... O de terror

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Capitulo 32

Un cuento de hadas... O de terror

Hinata sonrió mientras caminaba el lunes a la cafetería. Sus dedos tocaron sus labios levemente hinchados por el beso de despedida de Naruto. Aún podía sentir su cara algo sonrojada y hundió más su mentón en la bufanda rosa pastel que llevaba. El viento estaba particularmente fuerte ese día, además de frío, pero el sol que se estaba asomando entre las nubes grises, cada vez más escasas, parecía que iba a ser un día hermoso y soleado.

Para ella, obviamente, era un día más perfecto. Hacía ya una semana que habían "formalizado" la relación con Naruto. Más bien, habían hecho el amor. Después de hacerle delirar toda la mañana del sábado y mientras estaban desayunando, Naruto había extendido su mano, para tomar la suya y decirle que era su chica. Así de simple era para él. Y, apesar de sus miedos e inseguridades, ella decidió seguir su ejemplo.

Eran novios... que vivían juntos.

Hinata se rió bajo mientras se detenía para cruzar la calle, pensando que jamás habría hecho eso cuando era más joven. Habría esperado hasta casarse para vivir con un hombre, como había hecho con su ex. Pero lo que le había enseñado la vida era que era demasiado corta y tenía que disfrutar cualquier cosa para ser feliz.

Y Hinata lo era al lado de Naruto, sin ningún papel de por medio.

Había comenzado a cruzar la calle desierta y estaba a medio camino de llegar al cordón contrario cuando un ruido de neumáticos chirriando le llamó la atención. Se detuvo de repente, por el miedo y miró asombrada como una camioneta blanca se detenía justo a su costado. Sus ojos se abrieron, llenos de terror, cuando tres hombres enmascarados bajaron rápidamente.

¡Corre!  Le gritaba su cabeza, pero sus extremidades parecían congeladas.

En menos de unos segundos, uno de los hombres la tomó y fue como si activará su cuerpo. Comenzó a pelear, pero ya era demasiado tarde. Un trapo húmedo y con un olor asqueroso fue puesto en su nariz y boca cuando ella la abrió para gritar. Lo hizo, pero el ruido fue ahogado, el fuerte brazo rodeó su cintura y la levantó. Hinata siguió peleando, sus pies moviéndose con violencia mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Sus manos arañaron el brazo que sostenía el trapo en su boca. Cada vez que inspiraba, el horrible olor se metía en su nariz y boca, revolviendo su estómago. Uno de los hombres la tomó de las piernas, mientras el tercero los apuraba.

—Vamos, sube a la perra rica.

Hinata intentaba liberarse, aunque en el fondo de su cabeza sabía que no iba a poder. Poco a poco fue consciente de como su cuerpo se iba debilitando. Cuando lograron meterla en la camioneta, ya no peleaba, su cuerpo laxo fue dejado sin cuidado en el suelo de la camioneta. Su mente luchando con lo que estaba pasando, sólo logró escuchar.

—La tenemos, jefe.

Y perdió completamente la consciencia.

Él rostro de Naruto fue lo último que recordó.

Naruto sonrió mientras bajaba del taxi al frente del edificio de la revista a la que tenía que entregar las últimas fotografías que había sacado. Pagó al hombre y acomodó su portafolio colgado como morral.

Le habría gustado acompañar a Hinata a la cafetería, como hacía ya hace una semana. Pero la noche anterior no habían dormido mucho y se quedaron dormidos. Una sonrisa casi pretenciosa se mostró en sus labios mientras esperaba el ascensor y pensaba en la noche anterior.

Derecho a ser FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora