Regresando a "casa"

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Narrador universal:

Ji-yeong se quedó parada intenta procesar lo que había escuchado, empezaba a perder de vista a Sae-byeok, no dejaría que eso pasará, así que corrió para alcanzarla.

-¿Cómo que mi aroma?, yo no tengo aroma- gritaba mientras corría hacía ella.

Sae-byeok empezó a caminar mucho más rápido, empezaba a enfadarse.

-Espera!!, oye te estoy hablando, no camines tan rápido, por favor- seguía insistiendo.

-¿Podrías dejarme tranquila?- su voz era directa y cortante. No quería socializar en ese momento.

-Vamos, empecemos de nuevo- Ji-yeong hizo una reverencia en forma de saludo- Me llamo..- iba a presentarse pero fue interrumpida por la joven.

-No necesito tu nombre, solo déjame de seguir- lo dijo en forma de regaño y sin importar la cara de decepción de Ji-yeong continúo con su camino.

-Me llamo Ji-yeong...- susurró tan bajo que solo ella lograba escucharlo.

Se sentía cansada, estaba triste, había pasado por mucho el día anterior. Sin embargo no lo demostraba, ella no era una persona que transmitiera tristeza, al contrario, era todo un solecito.

Vivía en su mundo pero siempre observaba y escuchaba, aunque no lo pareciera era bastante inquieta, podía hablar por horas sin detenerse.

Se sentó a la orilla de la carretera, no lo importaba la hora, ni siquiera tenía una casa a la cual llegar. Se levantó y se dirigió a la estación, necesitaba dormir y era mejor dormir ahi que a la orilla de la carretera.

Sus ojos le pesaban, iba a un paso muy lento. Cuando al fin llegó a la estación, respiró profundo y se sentó en una banca.

Sus ojos se cerraron, se quedó dormida. Se quedó asi por unas cuantas horas

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Por otro lado estaba Sae-byeok, al fin se liberó de la molesta niña que la seguía, se decepcionó, pensó que la persona con aroma fuerte era mucho más interesante.

Ella al menos tenía un hotel al cuál ir, ahí el gran dueño la dejaba quedarse sin la necesidad de pagar.

Se dirigió al metro, al parecer el dinero del hombre de traje barato (Seong Gi-hun) aún le servía, no tendría que robar.

También estaba cansada, ¿quién no?, esos juegos aparte de agotadores, eran perturbadores.

Al llegar observó la estación una vez más, por alguna extraña razón el metro le provocaba nostalgia.

Sus pasos eran lentos y pesados, si la veías jurabas que era una drogadicta.

Necesitaba un descanso, uno mínimo, casi con los ojos cerrados, se logró sentar en una banca. Lamentablemente su descanso no duró demasiado, era ese olor de nuevo. Si no fuera porque volteo a su derecha y vió a aquella joven a punto de lastimarse, ella la hubiera golpeado.

Pero no era tan cruel como aparentaba. Al ver que Ji-yeong estaba dormida y que si no la tomaba a tiempo se caería, tomó su brazo con fuerza provocando que esta se levantará.

Ji-yeong abrió los ojos, estos apenas se separaron, Sae-byeok notaba su cansancio, y no solo notaba el físico.

Sus pensamientos de lastima acabaron cuando Ji-yeong se levantó por completo, ella se le acercó y ese fuerte aroma volvió a aparecer. Era más intenso que hace un momento. Por poco estornudaba.

-Eres tú!!, gracias, casi me doy un buen golpe- agradeció.

Sae-byeok solo asintió para separarse de ella.

-Cierto, odias mi aroma, disculpa- Ji-yeong se alejó dejando una distancía considerable.

Por un pequeño momento, Sae-byeok sintió lastima, aquella "niña" enserio lucía cansada, eso le provocaba un poco de ternura. Era obvio, después de todo era humana.

La joven de pelo corto se levantó y caminó.

-¿Ya te vas?, ni siquiera te dije mi nombre- de nuevo la voz de la "niña" se hizo presente.

Solo la ignoró y siguió caminando, podía darle ternura pero era Sae-byeok, fría y seria.

Solo tomó el metro y se dirigió a "casa".

Justo antes de que abriera la puerta de su habitación vió algo en piso, ahi estaba, justo ahi, al alcance de sus manos, la tarjeta color dorado.

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Hablando de Ji-yeong, ella solo se quedó en la estación, por ahora era el único lugar seguro que tenía.

Nadie parecía molestarla, pero mientras ella dormía algo golpeo su cara. Abrió los ojos casi al instante y, de nuevo, vió la traicionera tarjeta dorada.

...

Y ahí estaban, otra vez, esperando a una camioneta que las llevara a ese gran lugar de esperanzas , o mejor dicho, a ese gran lugar de pesadillas.

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Ignoren multimedia, nunca encuentro que poner. :)

Me volverás a ver si mueres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora