8 cap. 1

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México se hizo a un lado en el sofá cuando me iba a sentar, él miraba su celular pero cuando llegué lo metió a su bolsillo y se dedicó a mirarme en silencio por unos segundos

- entonces... ¿te gustaría salir? - me preguntó, yo miraba mis manos mientras jugaba con mis dedos
- no lo sé... se puede despertar - le dije refiriéndome al niño, él asintió algo desganado y volvió a quedarse un rato en silencio
- ¿como se llamará? - preguntó Mexi cambiando su posición en el sofá
- no sé, debería hablar con Ale, estoy muy seguro que es su padre...¿te puedo pedir un favor? - le pregunté
- dime - me respondió
- ah no déjalo, no es importante - le dije riendo un poco mientras miraba a otro lado haciéndome el distraído
- dime - me dijo esta vez algo más serio y afirmando su mano izquierda en mi espalda
- no - le respondí serio también
- Chile dime, no me vas a dejar con la duda wey
- ya po deja de presionarme weon - le dije levantándome - voy a hablar con él primero
- ¿con quien? - preguntó levantándose también y tomando mi mano para que no me fuera
- con Alemania po - le respondí soltandome de su firme mano - te quedas a cargo de la casa y si llegas a incendiarla como la última vez me voy derechito pa' el sur y no vuelvo weon
- No! Al sur no, está muy lejos - me dijo dramáticamente - voy a cuidar tu casa, lo prometo enano
- voy a confiar en ti Mexi - le dije, le di un beso en la mejilla y tras ponerme un abrigo salí de casa.

Narra escritora:

El joven chileno caminaba sólo en las calles de su capital, hace algunos meses el alemán había vuelto a Berlín, su capital, el chileno reía por dentro cada vez que el alemán mencionaba su capital, ya que un berlín en sus tierras es un pan (o bollo) dulce relleno de membrillo u otro relleno que muchos de sus habitantes disfrutan a la hora de tomar el café de la tarde, mejor conocido por él como "tomar once", el chileno siempre recuerda que fue Alemania quien le enseñó lo que era un berlín, ya que el origen de este pan es austro-alemán.
El pequeño tarareaba una canción mientras el suave viento rozaba sus mejillas y jugaba con su cabello que caía sobre su rostro
"Tengo que cortarme el pelo"
Pensaba el chileno mientras se dirigía a el aeropuerto que no quedaba muy lejos de allí. Tomando el primer avión a Alemania, no llegaría pronto claro, pues el viaje dura entre 12 a 16 horas.

*narra Chile*

Intenté dormir un poco en el avión, pero desde que recuerdo no eh podido dormir en los aviones, así que mis intentos fueron en vano, me pasé las horas restantes viendo por la pequeña ventana, había tenido suerte de que me tocara junto a la ventana, me pasé mirando el celular hasta que la batería se agotó por completo, la azafata fue muy amable de entregarme un cargador para mi celular, mientras este cargaba comencé a hojear algunas revistas hasta que milagrosamente el sueño venció a mi cuerpo.
Al despertar ya estábamos llegando al aeropuerto, miré por la ventana mientras llevaba mis manos a mi cabeza y las pasaba por mi pelo, solo hasta ese momento recordé que quizás llevaba unos 2 o 3 días sin darme una ducha pero no me preocupé mucho.

Un rato más tarde

Bajé de el avión mientras encendía mi celular, apenas encendió me llegaron muchos mensajes y llamadas perdidas de México y Rusia, le devolví la llamada a México mientras caminaba fuera del aeropuerto

- hijo de la chingada ¡¿donde estás?!
- hola, también es un gusto hablar contigo Mexi - le respondí ante lo que me dijo, se notaba bastante enojado y preocupado
- llevo llamándote desde ayer ¿donde estás te pregunté? - me preguntó algo más calmado
- en Berlín, acabo de llegar - le respondí mientras me dirigía sin titubear hasta la casa de Alemania
- ¿por que no me dijiste cabrón? - me preguntó
- pero México... si te dije weon, te dije clarito que tenía que hablar con Alemania y tu sabes bien que ya volvió a su casa - le respondí
- no recuerdo que me hayas dicho, por cierto el chamaco este te extraña mucho y anoche no pude dormirlo - me dijo
- volveré a casa tan pronto como pueda sacarle la verdad a Alemania, yo también los extraño mucho... ya llegué, nos vemos pronto - le dije antes de colgar, toqué el timbre y esperé tranquilamente, Alemania no tardó en abrir la puerta y apenas me vio se quedo congelado

- ¿que haces aquí? - me preguntó
- tengo que hablar contigo - le respondí, él procesó un poco lo que dije, tras observarlo noté que solo traía puesta una bata de baño y su cabello estaba húmedo, por lo cual supuse que acababa de ducharse
- pues bienvenido, pasa - me dijo apartándose de la puerta dejándome pasar, yo pasé sin poder evitar mirar su pecho desnudo que aún tenía unas gotas de agua corriendo lentamente hasta desaparecer bajo la bata, esta era de color celeste.
Él caminó detrás de mí y me invitó a sentarme, yo me senté y él se sentó  frente a mi, tras mirarlo un rato de pies a cabeza noté su seriedad, su rostro me estremeció completamente haciéndome sentir extraño

- ¿te pasa algo? Pareces enfermo - me dijo, yo no respondí por lo cual él algo inquietado se levantó de el sofá y se acercó a mí poniendo su mano en mi frente
- estoy... - fue lo único que dije
- mis manos están muy calientes, no puedo saber si estás enfermo, pero por suerte conozco otra manera - me dijo, yo pasé saliva algo inquietado cuando de pronto él apoyó su frente en la mía, yo lo miré algo nervioso mientras sentía como mi rostro ganaba temperatura cada vez más rápido, él se alejó un poco luego de un rato, mirándome algo preocupado

- estoy bien, lo juro - le dije mientras me hacía aire con mis manos
- tu temperatura subió muy rápido de pronto, no creo que estés bien - insistió, pronto fue a la cocina y trajo con él un vaso de agua - toma esto, voy a creer que estás bien y solo es calor - me dijo con una semisonrisa en el rostro, yo sonreí y agradecí por el vaso de agua, apenas al tomarlo me sentí menos nervioso y más relajado, Ale volvió a sentarse frente a mi y me observó en silencio por mucho rato.

¿Por qué uno si puedo tener dos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora