Sodoma

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La joven sigue paralizada, sus ojos se clavan en los restos destrozados del Patriarca. El horror se adueña de su mente, nublando su juicio y desbordando su capacidad para comprender el oscuro evento que acaba de presenciar.

—Dios mío... ¿Por qué lo hizo? —murmura N 13, su voz quebrada apenas un susurro, mientras la desesperanza se apodera de su ser. El silencio se convierte en su única compañía, abrumador y absoluto.

En su mente, V se ríe con una crueldad siniestra, una voz que resuena con un tono grotesco:

—Jajajaja, qué desafortunado que cayera por el acantilado. Me hubiera encantado probar su carne y su sangre.

N 13, con furia contenida, responde a la voz de su interior:

—¡Déjame en paz! ¿No te bastó lo que hiciste en Arcadia? ¿No te sentiste satisfecho con la masacre que provocaste?

V se burla sin piedad:

—Sabes muy bien que sentiste placer al descuartizar a esa gente. Te satisfaces al hacer sufrir a tus víctimas. No puedes huir de tu realidad. Eres un monstruo.

El tormento mental de N 13 se intensifica al revivir los gritos desgarradores de las víctimas de la ciudad. Un sudor frío cubre su piel mientras sus manos tiemblan, la visión del anciano fallecido grabada en su memoria.

Regresa a la aldea sin saber cómo enfrentar a los demás. Al descender las escaleras, se encuentra con Vicente. Su rostro, pálido y lleno de horror, no pasa desapercibido para el barrendero, quien se acerca con preocupación.

—¿Qué ha ocurrido? Pareces haber visto un fantasma —pregunta Vicente, su voz impregnada de preocupación genuina.

N 13, incapaz de articular una respuesta clara, se tambalea bajo el peso de su dolor:

—No sé qué decir... Intenté salvarlo...

—¿Qué le ocurrió al Patriarca? —exige Vicente, su tono se vuelve más urgente.

El silencio se extiende, cargado de una incomodidad palpable. Vicente observa en los ojos de N 13 un terror animal. Finalmente, después de una pausa angustiosa, ella confiesa:

—Estuvimos hablando de muchas cosas, de que yo estaba destinada a acabar con este ciclo impuesto por la Iglesia, pero no entiendo por qué se lanzó por el acantilado.

El bibliotecario se queda pensativo, su mirada hacia la joven mezcla curiosidad y una pizca de ingenuidad. Suspira, cruzándose de brazos.

—Así que tú eres la persona a la que tanto esperaba el viejo loco —dice Vicente, sus palabras llenas de una mezcla de sorpresa y resignación.

—¿Qué quiere decir? —pregunta N 13, su confusión evidente.

En ese momento, Rosa aparece, llevando una vela para iluminar las casas. Al escuchar la conversación, su presencia sorprende tanto a Vicente como a N 13.

—¿Rosa? —pregunta N 13, sin poder ocultar su asombro.

—El Patriarca no dejaba de repetir durante los últimos cinco meses que una guerrera valiente vendría en busca de respuestas sobre su pasado —explica Rosa, su voz cargada de una solemne certeza. —Siempre decía que esa guerrera sería clave para acabar con este ciclo de peste y muerte. Pensábamos que eran sólo desvaríos de un anciano senil, pero no solo predecía el clima, sino también las buenas cosechas.

Vicente añade:

—Sí, todo empezó cuando quedó ciego tras un rayo en una tormenta. A pesar de su ceguera, sus predicciones eran certeras. Tu intervención al salvar a Amelia ha disipado mi escepticismo.

Mutant Queen: InquisiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora