<<Madre e hija>>

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De apoco se va acercando el final.


Coral

— Al fin despertaste.

Escucho una voz femenina al lado mío. Es mi madre, ella me mira con una pequeña sonrisa aunque cada vez está más pálida, el cáncer de apoco la va apagando.

— ¿Mamá?

Abro mis ojos un poco. Apenas me puedo acostumbrar a la iluminación de la habitación, entre las paredes blancas y las cortinas del mismo color siendo iluminado por la luz de afuera no ayuda mucho a mi vista. Parpadeo unas par de veces, hasta que logro acostumbrarme a la claridad.

— ¿Y León?

— Le pedí que se fuera a la sala de espera. — Miro mis manos. No tengo nada conectado, habrá sido un desmayo. — Los dos están bien. Solo fue un desmayo, estabas demasiado estresada. — Asiento.

— Mamá yo quería...

— Cariño. — Me interrumpe. Yo me siento en la camilla. — No hiciste nada malo, tu padre debe estar enfadado ahora mismo pero hay una razón para toda esta situación.

— ¿Qué razón? — Pregunto confundida.

— Tu padre y yo también somos medio hermanos. — Suspira. — Sé que es raro, pero lo es. Está enojado ahora mismo porque tenía la esperanza de que la historia no se repitiera entre ustedes, pero ya veo que el destino lo quiso así.

— No logro entender.

Ahora que estoy más despierta, necesito que me explique lo que me acaba de decir hace unos segundos.

— Es una larga historia. Pero tu padre es mi hermanastro, bueno no tan cercano pero nos conectaba un familiar, cuando él me vio en ese teatro en Hollywood bailando, yo no sabía que los fundadores de la escuela donde yo estudiaba Ballet eran sus padres y mi madre conocía a su papá. Es difícil de entender. — Asiento. Trato de conectar esos hilos para poder entender mejor. — Pero desde ese entonces yo no pude sacar mis ojos de él, siempre asistía a la escuela y me miraba de lejos como ensayaba, algunas veces yo me acercaba para hablarle pero era igual que León; mujeriego. — Ríe. — Pero hasta que los dos nos perdimos entre nosotros, los sentimientos eran mutuos y el corazón nos explotaba de amor. Sí él conoció otra mujer, para poder evitarme y sobre todo, no tener problemas con nuestros padres, su mujer quedó embarazada ahí vino León, pero como tu padre nunca dejo de estar enamorado de mí, volvió conmigo y los dos deseamos tener un bebe juntos, y ahí viniste vos. — Sonrío y muerdo mi labio inferior. No quiero llorar, es bellísimo lo que me está contando. — Entiendo que tu padre este enojado, porque él mismo me dijo que no le gustaría que la historia se repitiera, pero ahora veo que entre mas no lo quieres, el destino si lo desea.

— No quiero que te vayas estando decepcionada de mí. — Me pongo de pie, y camino acercándome a su camilla. Tomo su mano, esta helada. — Mamá estas fría.

— No estoy decepcionada de ti. — Sus ojos lucen cansados. Tiene muchas ojeras, sus labios están lastimados. — Quiero que seas feliz, y sí es con León, es tu decisión, no te preocupes por tu padre, lo entenderá con el tiempo, yo me encargare de hablar con él. — Asiento.

— Lo enviara a su ciudad, no quiero que se vaya León.

— Tal vez necesitan tiempo los dos, o más él. Los dos son jóvenes cariño.

— Lo sé, pero lo necesito ahora mismo. Tendremos, un bebé y yo...

— Me recuerdas a mí. — Acaricia mi mejilla — Estaba muy asustada, por tener miedo de ser mala madre, o que mis padres estén decepcionados de mí, aunque nunca se enteraron que tu padre y yo terminamos juntos, ellos fallecieron unos años después por eso no los conociste.

— ¿Estabas feliz? — Pregunto. — Cuando yo nací.

— Era y soy la mamá más feliz del mundo. No tengas miedo de ser mala madre, con el tiempo y con paciencia veras que aprenderás en ser una madre, y en ese momento te convertirás en una gran mujer.

— Y te entenderé, todo lo que hiciste por mí. — Asiente. — Te amo mamá.

— Yo también cariño.

Las dos nos quedamos un momento en silencio, mirándonos, y aprovechando de que tal vez solo tal vez ese día en que se vaya a ese lugar donde no existe el dolor, ni el tiempo, ni tumbas, estará en paz descansando sin sentir ese dolor que la mata por dentro.

— ¿Te duele? — Mis ojos se cristalizan.

— Ya nada duele amor. Ahora ve con León, creo que los dos deben charlar mucho sobre esto.

— Volveré.

— Estaré aquí esperándote.

Le doy un beso en la frente.

Me alejo de la camilla. Apoyo mi mano en la perilla, y la veo a mi madre desde unos metros; ella me sonríe.

Salgo de la habitación y voy en busca de León. 

Relación Abierta [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora