<<Sexo>>

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León

Sus gemidos me hacen volver loco, no me importa si sus padres la están escuchando detrás de las paredes, lo único que me importa es poder sacar provecho y poder sentirme satisfecho. Wendy entierra su rostro en la almohada para ahogar sus gemidos. Su piel es suave, demasiado pálida, me fascina su tatuaje que tiene en las costillas son unas flores pintadas de azul y negro.

— León... — Gime.

Estoy a punto de acabar. Solamente unas embestidas más.

Gruño y me entierro más en ella para acabar en el condón. Ella esta agitada, se queda unos segundos recostada boca abajo para recuperar el aliento. Me visto rápidamente, y tiro el condón en el cesto de basura.

Que no piense que me quedaré acostado al lado de ella, no me gusta esas cosas, ni menos que le presten atención después de tener un buen sexo. Se cubre con sus sábanas blancas, y me mira con una sonrisa de lado.

— Me gustas mucho León.

No me sorprende que me diga eso, sabía que algún día lo diría pero soy demasiado egoísta que no me importa si le duele lo que le diré ahora.

— Pensé que quedo claro lo que tenemos o teníamos entre nosotros. Sexo y nada más. — Agarro mi mochila negra. Su sonrisa se esfuma de su rostro. No me quedaré aquí cuando empiece a llorar, prefiero largarme.

— Pensé que...

— ¿Qué pensabas? — Me doy la vuelta. Tengo la mano en la perilla de la puerta para poder largarme de su habitación. — ¿Qué saldría contigo? ¿Qué sería un novio romántico? No soy esa clase de chico Wendy, deberías salir con un nerd si quieres eso.

— Vete a la mierda.

— Gracias. — Sonrío de lado y salgo de su asquerosa habitación.

No me importa haber herido sus sentimientos, desde el principio aclaramos que esto sería solamente sexo, y beber alcohol cada vez que nos veíamos a la salida de la escuela. Nuestra salida en la noche, ya está metido en la basura, si tan solo hubiese guardado sus sentimientos bien dentro suyo tal vez estaría conmigo esta noche en la fiesta de fraternidad.

Desde que llegué a Canadá me volví más que un mujeriego que le encanta tener sexo con mujeres. De seguro mi madre si supiera lo que hago, me mataría lentamente para sentir dolor. Si en Inglaterra ya era un chico que vivía en las habitaciones de distintas mujeres ¿Por qué aquí no lo haría también?

Pongo en marcha el auto, y voy directamente a la casa.

Coral ya debe estar allá, de seguro el estúpido de Hernán la habrá llevado en su estúpido auto hasta nuestra casa. Ese Hernán es todo un perdedor, porque Coral le dio una chance se cree un ganador. Cosa que no lo es, pero no puedo decir nada al respecto, tenemos un acuerdo con mi querida hermanastra.

Guardo el auto en el garaje. Entro a la casa, por suerte nuestros padres no están por ningún lado.

— ¿Te ha traído Hernán?

Coral da un pequeño salto de susto al verme entrar a la cocina. Es bastante obvio que la sorprendí, tiene puesto un short hasta la cintura y un top rosado claro que deja a la vista la mitad de su abdomen. Estamos en pleno verano, y la temperatura es demasiado alta.

— Si se ofreció en traerme ¿Todo bien con Wendy? — Le da un trago a su vaso de limonada. Ella me entrega otro vaso que tiene lo mismo que el de ella. — Pareces bastante frustrado.

— Bueno, me confeso que le gusto y sabes que no salgo con nadie. — Apoyo mi espalda en la pared.

— Eso está más que claro; pensé que ella estaba de acuerdo en tener sexo contigo, por lo que tú me contaste.

— Creo que no estaba tan de acuerdo.

Ella suelta una risa.

Mañana en la escuela de seguro Wendy estará llorando por los rincones, si es que no me la cruzo en la fiesta de esta noche, querrá dar lastima a todo el mundo diciendo que le rompí y el corazón y la use para tener sexo solamente.

— Wendy es una chica demasiado sensible. — Dice. — Yo que tú me escondería dentro de un inodoro.

— No me importa.

En el ambiente se hace un silencio, pero esa nube llena de tensión se transforma en el espacio que tenemos entre ella y yo. Está claro que siempre habrá tanta tensión sexual entre nosotros que no podemos escapar, menos ella.

— Tengo que adelantar algunos trabajos.

Respira profundamente inflando su pecho y deja salir todo el aire. Deja el vaso en la mesada, y sé que está pensando lo mismo que yo, puedo sentir lo mismo que ella; ese deseo de querer descontrolarse. Adelante sus pasos cerca mío, pero no la dejo ir. Dejo mi vaso también en la mesada, la tomo de su antebrazo y apoyo su espalda en la pared de la cocina.

— Nuestros padres llegaran en cualquier momento. — Dice ella mirando mis labios.

— Entonces mírame a los ojos cuando me hablas. — Mi voz sale ronca, y sé que eso a ella la vuelve loca.

Pero en unos segundos ya estamos besándonos. Ella gime en mi boca, muerde mi labio inferior, y sé que quiere más. La levanto para cargarla, sus piernas rodean mi cintura y la llevo directamente a mi habitación para poder tener más privacidad.

Antes nos detestábamos tanto que ni siquiera podíamos mirarnos a los ojos, y ahora mismo somos como el fuego y el hielo, ella me por supuesto es el fuego porque hace que en mi interior ese hielo enorme que está dentro mío, se derrita ante su calor.

Ya con el condón puesto, la penetro una y otra vez como a ella le gusta. Sus manos están en mi cabello desordenándolo, sus labios están hinchados y rojos. Jamás me aburriré de esto, ni menos me podría cansar de tener sexo con Coral.

Verla disfrutar, como cierra los ojos al sentirme tan dentro suyo que no puede controlarse, ni menos ahogar sus gemidos, como muerde su labio inferior y relame sus labios; su sonrisa al mirarme tan excitado dentro de ella.

— Date la vuelta. — Le ordeno. Ella asiente, y se da la vuelta dejándome ver su gran trasero. Le doy una palmada; ella suelta un grito bajo y vuelvo a enterrarme en ella.

Y algo que más de disfruto de ella, es cuando está cerca del orgasmo, como aprieta sus piernas, y después le tiemblan, aunque le encanta que la siga penetrando después de venirse. 

Relación Abierta [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora