Episodio XIV

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Obi-Wan llegó a Utapau sin ningún inconveniente. Aterrizó en el planeta y se reunió con la autoridad suprema del lugar.

_ Saludos, joven Jedi _ el extraño hombre, azul y calvo, hace una reverencia _ ¿Qué te trae a nuestro remoto Santuario?

_ Lamentablemente, la guerra.

_ Aquí no hay guerra, a menos que la haya traído con usted.

_ Con su permiso, quisiera combustible y usar su ciudad como una base, mientras busco al General Grievous en sistemas cercanos.

El anciano hizo una señal a sus hombres y estos abastecieron la nave del maestro Jedi.

_ Él está aquí, nos tiene de rehenes. Nos están vigilando.

_ Entiendo _ claro que lo hace, es una trampa.

_ Nivel 10. Miles de droides de combate.

_ Dígale a su gente que busque refugio. Si tiene guerreros, éste es el momento.

Kenobi se dirigió a su speeder y abordó en el vehículo. La nave despegó, pero no hacia el exterior, en cambio, buscó un refugio donde esperar a que se diera el momento oportuno para atacar. Antes de terminar de configurar su nave para que despegara sin él, su holonet parpadeó, y él, presionó el botón para reproducir el mensaje, pero no fue una imagen la que apareció frente a él. Se dejó escuchar una voz, ronca, paciente, cansada.

"Emoción, pero siempre con paz.
Ignorancia, para adquirir conocimiento.
Pasión, con serenidad.
Caos, para apreciar la armonía.
Muerte, para renacer en la fuerza.

Porque no es Oscuro o Luminoso, sino Equilibrio.

Obi-Wan, mi viejo amigo. Debes dejar que la Fuerza te ilumine, pero no que te ciegue. La oscuridad que yace en tu joven aprendiz, sólo puede ser calmada con la luz que erradia de tu ser. Porqué él es la Oscuridad que la Galaxia necesita para equilibrarse con la Luminosidad. No pierdas más tiempo. Deja de luchar contra el destino, nunca podrás someter la ira de Anakin, pero si podrás rendirte a ella.

Te he enviado un aliado, ni Jedi ni Sith, sino un guerrero. Un joven que representa la díada de la Fuerza."

[...]

_ ¿Qué has dicho? _ preguntó Anakin con los ojos abiertos de par en par.

Palpatine intentó ponerse de pie, pero Luke le pidió al maestro Mace que contuviera al Canciller. Por primera vez, y sin protestar, el maestro moreno colocó su propio sable en la garganta del Lord Oscuro.

_ ¿Qué has dicho? _ Anakin volvió a preguntar, esta vez lleno de ira.

_ Soy tu hijo. Vengo del futuro. Suena ridículo lo sé, pero créeme, aún hay algo más increíble. Eres mi padre.

_ ¿Pero...? _ el joven abrió la boca pero no logró salir ni una sola frase coherente.

_ El maestro Yoda me envió. Tú provocas demasiado dolor en el futuro. El Canciller miente.

_ Yo debo salvarlo.

Luke arrugó el entrecejo. No sabe que decir, cómo tomar el control, esta vez, ni él mismo sabe con que está seduciendo Palpatine a su padre hacia el Lado Oscuro.

_ Obi-Wan va a morir. Lo vi en mis sueños. ¿Y sabes que es lo peor? Soy yo quien empuña el sable que le quita la vida. ¡Yo! El hombre que más lo ama.

El maestro Mace rodó los ojos. ¿Porqué Luke ama el drama y la comedia? Tan fácil como decirle al hombre quién es su otro progenitor.

_ Y eso sucederá sino dejas esta absurda idea de convertirte en un Sith. Padre, aún cuando puedas salvarlo de su muerte, aún cuando la oscuridad sea la solución, sabes que Obi-Wan jamás te lo perdonará. Él ama la paz, es un hombre lleno de bondad, puro y su corazón es hermoso. No le hagas esto, no permitas que él se marchite bajo el peso de tus pecados.

Una visita inesperada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora