𝐈𝐈 | 𝑴𝑶𝑵𝑬𝒀

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—Bájate de mi. —La escuché decir.

Reaccioné y miré a donde estaba tirada. Rápidamente me levanté y sacudí mi ropa.

—¿Te ayudo? —Le di mi mano para que se levantara. De todos modos, no la aceptó y se levantó ella misma. —¿Cómo te llamas? —Pregunté después de bajar la mano.

—No te importa.

—Bueno, por algo pregunto. —La muñeca seguía diciendo lo mismo, aún había personas jugando.

—¿Cómo te llamas tú? —Preguntó sin voltearme a ver.

—Kim Suni-min. —Contesté. —Apuesto a que tu nombre no puede ser tan bonito como tú.

—Deberías dejar de decir cosas como esas. —Volteó su cuello para mirarme.

—¿Por qué? ¿Te incomodan? Puedo dejar de decirlo si es así.

—No. Pero en cualquier momento te escucharan y lo usaran como debilidad.

—¿Qué me gustas? Tal vez. No es algo que me de pena decir.

[...]

Nos habían llevado de regreso al cuarto. La gente parecía asustada por el final del juego.

—Sé que acabamos de vivir un momento traumático, pero huelo a menstruación. —Miré mi sudadera con asco. Seguía embarrada de sangre.

—Quítate eso y ponte esto. —Me entregó su sudadera.

—Gracias. —Agarré su sudadera y me la puse. —Me queda un poco grande. Debe ser por la diferencia de altura.

No me equivocaba. Ella era alta, le llegaba aproximadamente a sus hombros.

Todos se veían deprimidos, sentados en las escaleras sin compartir ninguna palabra.

Las luces se prendieron, y los hombres de rojo entraron al cuarto. Todos se asustaron y parecieron retroceder.

—Todos ustedes superaron el primer juego. Felicitaciones. Anunciaré los resultados del primer juego.

Todos volteamos a la pantalla de arriba. Estaba el número 456 y fue bajando hasta el 201.

—De 456 jugadores, 255 fueron eliminados y 201 jugadores completaron el primer juego.

Todos murmuraron entre si con tristeza y asombro.

—¡Señor! Lo siento mucho. Me aseguraré de pagar mis deudas. Las pagaré como sea. —Una señora se arrodilló casi llorando. —Por favor, señor. Tengo....un hijo. Ni si quiera registré el nacimiento de mi bebé porque aún no le puse nombre. Por favor, déjenme ir. Señor, lo siento mucho.

Más personas se fueron arrodillando junto a ella. Rogando porque los dejarán irse.

—Parece haber un malentendido. No queremos hacerles daño ni cobrar sus deudas. Les recuerdo que estamos aquí para darles una oportunidad.

—¿Una oportunidad? ¿Llamas a esto una oportunidad? Nos matan mientras nos hacen jugar un juego de niños. ¿Cómo es una oportunidad?

—Puede que tengamos deudas pero no significa que merezcamos morir. —Le siguió otro señor.

—Esto es solo un juego. —Respondió con paciencia.

—Mataron a toda esa gente. ¿Y dicen que es un juego?

—Fueron eliminados por romper las reglas del juego. Si siguen las reglas, pueden irse de aquí a salvo con el dinero que prometimos.

—No necesito ese estúpido dinero. —La desesperación se notaba en su voz. —Por favor, déjenme ir.

—Artículo uno: El jugador no podrá dejar de jugar. —Recordó lo que habíamos firmado.

—¿Creen que se saldrán con la suyo con todo lo que hacen? La policía vendrá en cualquier momento a buscar a los que desaparecimos.

—Tiene razón. Si no nos dejan ir, ¡Rastrearán nuestros teléfonos y vendrán a buscarnos! ¡Entonces será su fin! —Empezó a gritar.

—¡Están acabados! —Otra persona lo apoyó.

El cuadrado disparó al techo para que todos se callaran. Tapé mis oídos al escuchar el sonido, no quería volver a escuchar eso en mi vida. La alta solo me miró y regresó su mirada a los de rojo.

Todos se echaron para abajo, tapando sus oídos. Los demás rojos parecieron preparar sus armas.

—Artículo dos: El jugador que se niegue a jugar será eliminado.

Un señor se paró de la multitud. —Artículo tres: Los juegos pueden terminar si la mayoría acepta. ¿Es correcto?

El cuadrado pareció dudarlo por un segundo. —Así es. —Confirmó.

—Entonces, votaremos. Si la mayoría desea irse de aquí, deben dejarnos ir.

—Como deseen, votaremos para decidir la finalización del juego. Antes de votar, anunciaré el dinero del premio acumulado en el primer juego.

Sacó el mismo control y apagó las luces. Una luz dorada resaltaba en la esfera y dinero caía por un tubo. Todos miraban con un brillo en los ojos todos los billetes que caían.

Me paré junto a la pecosa, para observar con más atención.

—Un total de 255 jugadores fueron eliminados en el primer juego. Cada jugador se juega cien millones de wones. Por lo tanto, el premio acumulado en la alcancía es de 25 500 millones de wones. Si quieren rendirse ahora, se enviarán los 25 500 millones de wones a las familias dolientes de los jugadores eliminados. Cien millones para cada uno. Sin embargo, ustedes se irán a casa con las manos vacías.

—Disculpe. —La misma señora que suplicaba, levantó la mano. —Si superamos los seis juegos, ¿cuánto ganamos?

—Como había 456 jugadores, el premio total es de 45 600 millones de wones.

Todos parecieron asombrarse, cambiando la idea en su cabeza.

—Comenzaremos a votar.

[...]

—Como pueden ver, tienen dos botones delante. Si quieren seguir jugando, presionen el botón verde con una O. Si quieren dejar de jugar, presionen el botón rojo con una X. Y, cuando terminen de votar, pasen al otro lado de la línea blanca. La votación se hará en orden inverso a los números en sis pechos. Jugador 465, por favor vota.

Todos volteamos a ver al señor que traía el número nombrado. Caminó hacía el lugar indicado y se posicionó frente a la caja. Lo pensó unos segundos y apretó el botón rojo.

Así fueron pasando las personas hasta que llegó mi turno.

Con 75 verdes y 73 malas.

Caminé hacía la caja para pensar. Si salía de aquí los hombres a los que les debía me seguirían persiguiendo y volvería con mi hermano con las manos vacías. No tenía otra opción.

Presioné el verde insegura, y caminé hacía el otro lado de la linea. Seguía la pecosa, y eligió lo mismo. Al parecer ella también tiene sus problemas, o simplemente quiere ganar el dinero.

[...]

El ultimo que quedaba por votar, era el anciano. Parecía inseguro al igual que yo. Si tenía suerte, nos quedaríamos, pero bueno, la vida es injusta.

Después de que haya presionado el botón rojo, algunos celebraron y otros se quedaron quietos y decepcionados, incluyendome.

𝐒𝐌𝐈𝐋𝐄 | 𝑲𝒂𝒏𝒈 𝑺𝒂𝒆-𝒃𝒚𝒆𝒐𝒌 | 𝑺𝒒𝒖𝒊𝒅 𝑮𝒂𝒎𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora