𝐒𝐌𝐈𝐋𝐄 | 𝑲𝒂𝒏𝒈 𝑺𝒂𝒆-𝒃𝒚𝒆𝒐𝒌 | 𝑺𝒒𝒖𝒊𝒅 𝑮𝒂𝒎𝒆

𝐕𝐈𝐈 | 𝑮𝑰𝑹𝑳𝑺 𝑾𝑨𝑵𝑵𝑨 𝑷𝑳𝑨𝒀 𝑾𝑰𝑻𝑯 𝑮𝑰𝑹𝑳𝑺

Abrieron las puertas, revelando un lugar con paredes negras, había dos caminos marcados con amarillo, y parecía que había algo más un poco arriba.

—Bienvenidos al tercer juego. Van a jugar el juego de la cuerda. Deberán tirar de una soga en esa esa torre para derribar a sus oponentes y ganar.

—Mierda. —Susurré al ver el equipo de Deok-su. Eran puros hombres, un poco sospechoso.

—Siéntense todos. —Ordenó.

Iba adelante de Sae, así que al sentarme me recargué en ella.

—Sortearé el equipo de la torre izquierda.

El rojo de su lado metió la mano en una caja negra y sacó una bola con el número uno.

—Equipo uno. Por favor, levántense.

El equipo de Deok-su se levantó.

—Ahora sortearé el equipo de la torre derecha.

El de su lado derecho hizo el mismo procedimiento y sacó una bola con el número 7.

—Equipo siete. Por favor, levántense. Los equipos uno y siete jugarán pronto. Equipos uno y siete, por favor, entren a las torres.

Los mencionados caminaron, siguiendo a uno de los rojos.

[...]

El equipo de Deok-su ganó, tirando al equipo contrario hasta el piso que se encontraba a bastantes metros hacía abajo.

Los jugadores eliminados son el número 245, el 120, el 37, el 408, el 27, el 273, el 58, el 243, el 327, y el 241.

—Haré el sorteo para la próxima ronda. Equipo cuatro.

Maldita sea.

Me levanté junto con los demás. Y esperamos a que dijeron el otro equipo.

—Equipo cinco.

También son puros hombres. Genial.

—Equipos cuatro y cinco, por favor, entren a las torres.

Caminamos por el camino hacía la cosa esa, y pasamos por a un lado de el equipo de Deok-su.

—Qué pena. Quería matarlos yo mismo. —El del tatuaje dijo entre risas.

—Matame esta. —Le saqué el dedo con una cara de sorpresa falsa. Escuché las risas de la otra chica, y me volteé para seguir caminando.

Dios, me amo tanto

[...]

Entramos al elevador que nos llevaría arriba de la torre. Agarré la mano de Sae al sentir como se movía.

—No se desanimen. El juego de la cuerda no es solo fuerza. —El anciano habló.

—¿Entonces, qué? ¿Podemos ganar hablando? —Un señor lo molestó.

—En el juego de la cuerda, con estrategia y buen trabajo en equipo, puedes ganar aunque tu equipo sea más débil.

—El único que puede salvarnos ahora es el Señor.

—No sea ridículo. —Me quejé.

—Apenas puedes pararte, viejo. Deja de decir tonterías y ahorra fuerzas.

—Oigámoslo al menos. —Lo defendió.

Aún no te perdono lo que le dijiste a mi novia.