𝐒𝐌𝐈𝐋𝐄 | 𝑲𝒂𝒏𝒈 𝑺𝒂𝒆-𝒃𝒚𝒆𝒐𝒌 | 𝑺𝒒𝒖𝒊𝒅 𝑮𝒂𝒎𝒆

𝐈𝐈𝐈 | 𝑻𝑹𝑼𝑺𝑻

Sentí como caí a un frió piso, Golpeando mi hombro y mis rodillas. Escuché quejidos además de los míos, al parecer tenía compañía.

—¡Ayuda! ¡Hay una persona aquí! ¿Hay alguien ahí? ¡Por aquí! —Seguía gritando.

—¿Te callas o te callo? —Le pregunté irritada por sus quejas.

—¿Qué?

Sentí su voz detrás de mi, así que con mis manos traté de buscar su cara y le quité lo que le tapaba los ojos.

—¿Quién eres? ¿Quiénes son? ¿La niña? ¿La carterista? ¿Son ustedes?

—No, soy tu padre. —Le respondí con sarcasmo.

—Si no quieres pasar la noche aquí, desátame. —Escuché la voz de la alta.

—¿Qué? —Escuché quejidos y seguidamente como alguien se levantaba.

Sentí mis manos libres, me habían desatado. Inmediatamente me quité la venda de mis ojos para poder ver.

No me había dado cuenta que estaba en ropa interior. Cubrí parte de mi cuerpo con mis brazos y me paré del piso.

—Oigan. ¿Pueden desatarme? —Seguía rodando por el piso, tratando de pararse.

Volteé hacía enfrente y vi a la chica cambiándose, estaba en ropa interior. Desvié mi mirada al verla y caminé viendo al piso para agarrar mi ropa.

—Oye...yo. Claro. Puedes vestirte primero. Hace frío ¿no? Yo también me congelo.

Para finalizar, me coloqué el gorro de la sudadera y me di vuelta para ver a la pecosa.

—Vaya. Cielos. Sí, rápido.

Al menos era respetuoso. Si me hubiera tocado con Deok-su ya estaría muerta.

Trató de levantarse. —Me duelen las piernas. Oye, tienes que desatarme ahora. Vamos. Oye.

La chica ya se iba, así que seguí sus pasos, dejando al señor atrás.

—¡Esperen! ¿Qué hacen? Deben desatarme antes de irse.

—¿Por qué te haría caso? —Volteé para verlo.

—¡Porque yo te desaté!

—Error. Ella me desató. —Apunté con mi cabeza a la chica.

—¿No eres viejo para ser tan ingenuo o estúpido? Cuando te desate, me molestarás y me pedirás tu dinero.

—Bueno, ya está.

Se dió media vuelta para irse.

—Está bien. Me olvidaré del dinero. Desátame, ¿sí?

Volteó de nuevo con una sonrisa burlona. —¿Lo dices en serio?

—Sí, no diré nada sobre el dinero. —Asintió con ls cabeza.

—¿Cómo puedo confiar en ti?

—Te lo juro por mi mamá. Desátame ahora. ¡Hace mucho frío! —Se cayó de espaldas. —Maldición. Eso duele.

—¿Me harías el favor? —Me miró.

Lo que diga jefecita.

Me acerqué al hombre y rompí las cuerdas de sus muñecas con mis manos.

—Maldición. —Se paró brincando en un pie. —Ven para acá. Mi dinero...devuélveme mi dinero.

Me pegó con la cuerda mientras me reía.

Uno no ve a un señor en ropa interior, saltando en un pie a media noche.

—Dámelo...Maldición. —Lo empujé un poquito con mi dedo. Logrando que perdiera el equilibrio y cayendo al piso de nuevo.