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El invierno se hacia notar, la brisa era mas fría de lo normal y el cielo todo el tiempo estaba nublado sin algún rayo de Sol, también siempre en las noches llovía a cantaros, Isabell había conocida a un gran hombre, el príncipe Ahmed, hijo del gobernante de Estambul.

─Como es posible que tu seas la única mujer que se case con el, acaso no puede estar con otras mujeres─ Ahmed le parecía raro las otras costumbres del estado.

─Creo que si, aunque si quieres casarte con otra mujer, primero tienes que divorciarte de la primera─  explico Isabell, en poco tiempo se había llevado muy bien con el príncipe. 

─Yo soy hijo de la primera mujer de mi Padre, tengo hermanos de otras madres y creo que en total mi Padre tuvo 5 mujeres, pero siempre prefirió a nuestra Madre...─

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─Estas nerviosa, verdad─ afirmo Alexandro a su ahora oficialmente prometida

─Tanto se nota─ su voz era de preocupación, ahora se dirigían al gran salón a recibir a los invitados que asistieron a la ceremonia de coronación y para el compromiso de Alexandro e Isabell.

─Tranquila, solo es saludar y recibir─ Alexandro tomo de la mano a Isabell y fueron así hasta llegar al salón.

Reyes, Reinas, Gobernantes, Duques y Duquesas estaban presentes, bellas doncellas y guapos escoltas, el Rey y su prometida empezaron a saludar a dichos invitados.

Las puertas del salón se abrieron dando paso al Gobernante Mehmed Ⅳ junto a una bella mujer y dos hombres a su lado, todos los presentes sin incluir a Alexandro se inclinaron frente al Sultán, en ese tiempo la mayoría de Estados del Occidente y Norte estaban bajo su dominio excepto Nápoles.

─Felicidades por la coronación y el compromiso próximo, espero que puedas estar a la altura de tu padre, el siempre impidió el dominio de estas tierras, era un hombre admirable─ las palabras que salían de la boca del Gobernante tenían sizaña, odio y superioridad, sería fácil para el conquistar un reino que ya no tenía a un veterano en la guerra como lo era el Rey Carlos.

─Todo lo que se, es gracias a mi Padre, no dude en qué defenderte mi reino como si no hubiera un mañana─ atacó de la misma forma Alexandro, no dejaría que alguien desconocido llegara a humillarle.

─Ella es mi prometida, Isabell, la futura Reina de este imperio, por qué que sería de un gran Rey sin una gran Reina.─ Alexandro presumió a su prometida, sabía que Isabell era la adecuada para ser una emperatriz y eso le hacía sentir poderoso, por qué como alguna vez su Padre le dijo, "Que sería de un hombre sin una mujer poderosa e inteligente a su lado".

El Gobernador de Estambul, no tuvo más que decir, punto para Alexandro, quizá la mujer que tenía al lado no tenía la inteligencia suficiente para compararse a su prometida y solo estaba ahí por su belleza.

Isabell hizo una reverencia para el Sultán y para sus hijos, los príncipes de Estambul, uno de ellos llamo su atención al parecer era el mayor de los dos.

─Un gusto, Isabell, mi nombre es Ahmed─ este tomo suavemente la mano de Isabell y planto un beso en los nudillos en donde se encontraba el anillo que le había dado Alexandro, una sonrisa se formó en los labios de Isabell.

Por otro lado Sofía, veía complacida con lo que estaba viendo, Ahmed el futuro Gobernante, se encontraba con Isabell, si su plan salía como quería... Muy pronto Isabell ya no sería obstáculo para ella y Alexandro.

─Mucha cordialidad, no creen─ el tono en qué lo dijo se notaba cierto enojo, pero se mantenía serenó y sin rasgo alguno de ese sentimiento de este a ellos.

─Mi futura Mujer y yo tenemos que seguir recibiendo invitados─ Isabell sonrió ante las palabras de su mejor amigo, tomo la mano de Alexandro y se marchó del salón, se lo llevó a su habitación para poder hablar.

─Que se supone que te pasa, por qué coquetas con el Príncipe ese─ Alexandro sonaba enojado, Isabell no contuvo la risa y se empezó a carcajear.

─Que te da gracia─ Alexandro también reía, apesar de no saber el porqué la risa de Isabell era muy contagiosa.

─Por que te pones celosa de Ahmed, solo se presentó cordialmente conmigo─ Isabell aún no paraba con las risas.

─Por que te hice una promesa, recuerdas, te protegeré a ti y a tu Corazón de no sufrir una decepción, recuerdas que casi te casas con alguien probablemente, viejo y feo─ Regaño Alexandro.

Isabell suspiro y le dio un cálido abrazo a Alexandro, que esté con gusto recibió.

─Y nuevamente gracias, fuiste mi salvación─ Isabell tenía una estatura baja y Alexandro una estatura promedió, Isabell miraba para arriba para poder ver a la cara a su mejor amigo y por el contrario Alexandro tenía que bajar la mirada para poder ver los ojos de su prometida.

Una tensión se ejerció entre los dos, como si quisieran darse un beso, pero eso nunca sucedería, quizás ni siquiera en su boda, ambos querían que eso sucediera con una persona la cuál realmente amén, probablemente Isabell si quisiera, pero sabía perfectamente que Alexandro nunca la amaría... No a ella.

Isabell fue la que rompió dicha tensión separándose del abrazo en el que estába junto a su prometido.

─Deberiamos volver ya, como tú dijiste debemos estár recibiendo invitados, no hacerlos esperar─ Alexandro carraspeo un poco su garganta y salió de aquella habitación junto a Isabell, la llevaba de la mano, si la gente no sabía de aquel trato de ambos, podrían jurar que era amor puro, pero solo era un amor de amistad que quizá nadie nunca comprendería.

𝐃𝐄𝐒𝐀𝐅𝐈𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐀𝐋 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐎Where stories live. Discover now