Lo cuenta Michelle:
Cuando llegué a la oficina de personal de Caec, eran ya más de las cinco, y cada vez estaba más convencida de que iba a ser incapaz de trabajar como espía a sueldo para Daniel Smith, no por que no quisiera ayudarle, si no por que las mentiras y las intrigas me repugnaban. Pero no quería reconocer mi cobardía ante él.
Mientras rellenaba los formularios se me ocurrió una forma de salir de aquel lío: solicitar el trabajo pero hacer todo lo posible para que no me lo ofrecieran.
Así lo hice, cometí faltas de ortografía intencionadas, redacté los textos de la peor forma posible y no mencioné los cursos de comercio que había estudiado. Pero lo que coronó mis esfuerzos fue la ultima pregunta, en la que me pedían que pusiera, por orden de preferencia los tres trabajos para los que pudiera estar cualificada. Escribí presidente en primero lugar, jefe de personal en segundo y, por último, secretaria.
El jefe de personal, el señor Doyle, revisó con horros los formularios mientras yo hacía enormes esfuerzos para no reírme. Después el hombre me dijo que podía marcharme y que no era eso lo que Caec exigía de sus empleados.
La tarde de agosto se había oscurecido, había mucho tráfico y mientras yo estaba en el semáforo empezó a llover fuertemente. Cuando llegué a la acera de enfrente decidí atravesar el solar de un rascacielos en construcción para acortar el camino hasta el coche. Cada vez llovía más fuerte y la oscuridad era absoluta, yo empecé a sentir miedo y avancé lo más rápido posible.
De pronto, sentí pasos detrás de mi, comencé a andar más rápido y los pasos del hombre que me seguía también se hicieron más rápidos. Aterrada, comencé a correr dispuesta a entrar en el edificio, pero cuando llegaba a la puerta, esta se abrió y salieron dos figuras de hombre del rascacielos.
- ¡socorro! - grité desesperada. - ¡Me persiguen!
De pronto tropecé con un rollo de cables y, sintiendo un dolor agudo en el tobillo, levanté estúpidamente los brazos y caí en el barro
- Pero ¡que diablos hace usted! - gritó uno de los hombres alarmado
Los dos hombres se agacharon y me miraron ansiosamente. Yo me incorporé como pude, molesta por el tono que había empleado el hombre
-¿Qué voy a estar haciendo? Ensayar para el circo si le parece
El otro hombre se echó a reír y me ayudó a levantarme
-¿Quién es usted?
-Me llamo Michelle Morris
-¿Puede andar?
-Claro que si - mentí, a pesar de que el dolor del tobillo se hacía cada vez más insoportable
-Entraremos al edificio para ver si tiene usted alguna herida dijo amablemente mientras me pasaba el brazo por la cintura.
Luigi dijo entonces el otro hombre.
-Creo que es mejor que vaya a buscar a una ambulancia
-¡No, no llamen a una ambulancia! - supliqué. - No me he hecho nada solo estoy muerta de vergüenza
Suspiré aliviada cuando el hombre llamado Luigi me ayudó a entrar en el vestíbulo del edificio, allí pude verlos con claridad. Uno de ellos tenía el pelo rubio y estaba vestido elegantemente, parecía un ejecutivo. Después me fije en Luigi, el chico que me sujetaba, llevaba puestos unos pantalones vaqueros y una camiseta de algodón, aparentaba unos 28 años.
-Lucas - dijo Luigi - debe haber un botiquín de primeros auxilios en alguna parte, ve a buscarlo
-Bien. Ahora mismo - respondió el otro mientras caminaba hacia una puerta
ESTÁS LEYENDO
Mentiras, Traición y Amor.
RomanceMe llamo Michelle Morris, tengo 23 años y mi historia comenzó cuando mi padre estaba muy enfermo y yo tenía que conseguir trabajo como fuera. Después de aliarme con Daniel Smith parar entrar en la empresa de su mayor competidor, me enamoré perdidam...