Capítulo 9

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Steph

El camino de regreso parecía eterno, no había dicho nada de Andrew, no quería que mi padre se entrometiera pues podía resultar bastante mal.
    —¿Está todo bien?, ¿Para que llamo Steffi?, estás ida hija.— las preguntas de mi padre me aterraban, pero no suelo ocultarle las cosas.
    — No encuentran a Andrew y Steffi me pidió que fuera a su casa, tal vez quiere que la ayude a buscarlo.— él solo asentía lentamente y me miraba de reojo, no esperaba alguna respuesta, pero tampoco buscaba quedarme en completo silencio.

    —¿Te dijo qué pasó? — lo mire de reojo —, tal vez no quiere que lo encuentren.— cerré mis ojos y coloqué mi cabeza hacia atrás.

    —¿Tú sabes dónde puede estar? — no podía responder algo en concreto, solo me cuestionaba a mí misma si Andrew se encontraba bien.

    —No, no me dijo qué pasó, pero creo es algo importante porque Steffi estaba afectada, pude escucharlo en su voz.— dije finalmente.

    —¿Tienes alguna idea de donde puede estar? — preguntó nuevamente.
Yo solo negué con la cabeza y continúe mirando el camino.

<<El acuario>> pensé, pues es de sus lugares preferidos.

La pantalla de mi celular se encendió y un mensaje de Steffi apareció y ese mismo decía:

"Vine al acuario a buscarlo, pero no está aquí, te veo en mi casa, cuídate."

Solté un suspiro para dejarme caer sobre el respaldo del asiento y mi padre soltó una risita.

    —Yo sé dónde está.— dijo y mis ojos los sentí abrirse como platos.

    —Mientras estabas en el chequeo te llamo, y me dijo que quería hablar contigo, y yo le respondí que estabas algo ocupada, y me pidió que te llevara a ese lugar cuando terminarás.— dijo mi padre y con cada palabra se disminuía la preocupación.

Andrew
La soledad me acompañaba en mis peores momentos, y aunque deseaba que eso cambiara, suele ser mi mejor compañía.
<<No quiero irme>> pensé, sin embargo, se perfectamente que no puedo hacer nada si esa es la decisión de mis padres.
Pero mi vida está aquí, también soy consciente que me iré de este lugar en cuanto entre a la universidad, y Nueva York es mi principal opción, Seattle o Los Ángeles también son parte de mis opciones.
Sin embargo, estoy en mi mejor momento como atleta, y el cambiarme de colegio podría arruinar mi beca para la universidad <<Y no quiero dejar de ver a Steph>>
Sonreí ante aquel pensamiento.

El constante sonido de mi celular me impedía despejar al cien y volvían las molestas emociones a mi mente.

Decidí ignorar nuevamente las llamadas de mi hermana, pero decidí escuchar uno de sus veintiocho mensajes que dejo en el buzón de voz.
Le di al primero en la lista y puse el altavoz mientras lanzaba pequeñas pierdas al lago.

"¿Dónde estás?, Andrew, por favor no quiero que vuelvas a salir con Kevin y sus amigos"

La voz entrecortada de mi hermana provocó que mi piel se erizara, realmente estaba preocupada, y no la culpo, mi vida antes de irme a Europa no era ejemplar.
Algunas noches esa chica de catorce años tuvo que aprender a conducir para llevar mi cuerpo inconsciente e inundado en alcohol de vuelta a casa, y aunque ahora he cambiado, mi pasado no lo hizo.

"Andrew, hable con Steph e iremos a buscarte, así que más vale no estes con esos idiotas"

Continué escuchando los mensajes de mi buzón.
Una leve sonrisa se dibujó en mi rostro al escuchar como mi hermana cambia su tono de voz para ser más amenazante, y para ser honesto, me causa un poco de conflicto el hecho que Steph se involucre en estos asuntos gracias a Steffi.

"Andrew, A, espero que estés bien, tu hermana está bastante preocupada por ti y...."

Tomo un segundo para que otra sonrisa se dibujara en mi cara.
Y no dudo que mi cara ahora parezca la de un idiota, pero no me interesa.

"...es todo, bueno yo también lo estoy, si escuchas esto, llámame"

La razón por la que me escondo ni yo la sé, pero lo solía hacer de niño, en el acuario, y por esa razón no fui ahí, pero funcionaba para un Andrew de diez años que sabía utilizar el autobús y espero que al Andrew de dieciocho también le funcione.

Los rayos del sol bajaron de intensidad y el cielo se tronaba de color naranja, con tonos rojizos y pequeñas pinceladas de azul y amarillo, los atardeceres son realmente preciosos y se aprecian más en este lugar

El lugar y la hora estaban haciendo efecto en mí y me hacía sentir en paz conmigo mismo.

    —Esto es muy lindo.— dijo una voz femenina que se volvía cada vez más familiar.
    —Es perfecto.— respondí sin dejar de mirar la naturaleza
    —¿Puedo?— dijo Steph señalando la pequeña banca donde estaba sentado.
    —Claro.— sonreí.
Ambos nos sentamos a mirar como el sol se ocultaba y nos regalaba tan maravilloso espectáculo.
El viento abrazo nuestros cuerpos y un escalofrío recorrió mi espina dorsal.
Mis ojos se desviaron por un momento y no pude evitar pensar <<Esta es aún mejor vista>>
Los cabellos de Steph moviéndose en la misma dirección que el viento, su piel ligeramente bronceada, sus pecas y sus labios, pero maldición, sus benditos ojos preciosos, sin embargo, una lágrima amenazaba con salir, y justo cuando comenzaba a crecer, mi instinto de atraparla y quitársela apareció.

    —Lo-lo siento.
    —No debes disculparte— dije.

Sé que nadie tiene por qué disculparse por lo que siente, las emociones son lo mejor que tenemos como seres humanos.
Una leve sonrisa se dibujaba en el rostro de Steph.

    —Lo...es que..., gracias.— dijo mirándome fijamente.

Sus ojos recorrieron mi rostro pero se detuvieron en mis labios y no pude evitar los nervios.
La sensación de "mariposas" en mi estómago, aumentaba con cada centímetro que se acortaba en la distancia.
Mi respiración se encontraba agitada, perdí el control sobre mí, pues Steph lo tiene, y claro que lo tiene, desde la primera vez que la vi.
Nuestras respiraciones se mezclaban, mis manos encontraron las de Steph y, el golpeteo en mi pecho se volvió aún más constante, la fuerza con la que latía mi corazón, era realmente nueva.

    —¿Por qué demonios, no me dijiste que estabas aquí? — escuché detrás mío y maldije esa voz al menos diez veces, deseaba besarla, deseaba guardar este momento para siempre, y claro que lo guardaría siempre, pero en la caja de vergüenzas y fracasos.

La última semanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora