Parte 10: ~ᴅᴇꜱᴄᴏɴᴄɪᴇʀᴛᴏ~

28 4 7
                                    

El hospital, que solía vibrar con el ritmo regular de los médicos y el personal moviéndose por los pasillos, ahora parecía un campo de batalla silencioso. Cada paso que daba Seo Joon resonaba en los suelos impolutos, pero lo que realmente llenaba el aire era la incertidumbre, la sensación palpable de que algo terrible estaba ocurriendo y que aún no lograban comprenderlo del todo. Sigma estaba empezando a expandirse de manera incontrolable, y el peso de esa realidad caía con fuerza sobre todos los que trabajaban en el hospital.

Recién salido de la reunión con el Dr. Kyung, donde habían revelado que el virus era artificial, Seo Joon se sentía más cargado que nunca. La revelación no solo lo había perturbado a él, sino a todo el equipo médico, que ahora se enfrentaba a la incómoda y aterradora verdad de que Sigma era algo que no podían controlar ni predecir. Lo que antes parecía un virus extraño, ahora era una creación humana que parecía tener el potencial de evolucionar y volverse aún más mortal.

Mientras caminaba por el pasillo hacia la unidad de aislamiento, donde los casos más graves de Sigma estaban siendo tratados, vio a varios de sus colegas intercambiando miradas llenas de preocupación. Las conversaciones se habían reducido a murmullos tensos, y las constantes notificaciones en los teléfonos de los médicos alertaban sobre nuevos casos que llegaban a los hospitales de todo Seúl.

El brote estaba creciendo, y nadie sabía hasta dónde podía llegar.

Al entrar en la unidad, Seo-joon fue recibido por el sonido suave pero constante de los monitores cardíacos y respiradores. Los pacientes, algunos conscientes y otros en estado crítico, yacían en camas, conectados a una variedad de máquinas que luchaban por mantenerlos con vida. Las marcas del virus eran visibles: la piel enrojecida, los ojos oscuros, la respiración pesada y entrecortada. Sigma los consumía lentamente, y eso lo aterrorizaba.

Se acercó a Sae-jang, uno de los médicos más experimentados en la unidad, quien estaba revisando los gráficos de un paciente que apenas podía respirar sin asistencia. Su rostro estaba marcado por el agotamiento.

—¿Cómo están los pacientes? —preguntó Seo-joon, tratando de mantener su voz estable a pesar de la ansiedad que lo embargaba.

Sae-jang lo miró y negó con la cabeza, su expresión grave.

—Peor. Este virus... no es como nada que hayamos visto antes. Los tratamientos que hemos probado no están funcionando. No importa qué antiviral usemos, el virus sigue replicándose, afectando órganos vitales. Es como si hubiera sido diseñado para resistir todo lo que le lanzamos. —Hizo una pausa, visiblemente frustrado—. Los pacientes que parecían estables hace un par de días han empeorado rápidamente. No sé cuánto tiempo más podremos mantener a algunos de ellos con vida.

El comentario golpeó a Seo-joon como un mazazo. Sabía que la situación era grave, pero escuchar que algunos de los pacientes estaban empeorando tan rápidamente lo llenaba de un miedo frío y paralizante.

—¿Has hablado con los laboratorios sobre los análisis más recientes? —preguntó Seo-joon, tratando de aferrarse a cualquier posibilidad de esperanza.

Sae-jang asintió lentamente.

—Sí, pero los resultados no son alentadores. Las muestras que enviamos muestran que el virus está mutando, aunque aún no sabemos cómo afectará a los pacientes. Si sigue evolucionando, podríamos estar enfrentando una crisis aún mayor. —Su voz temblaba ligeramente al decir esas palabras.

Seo-joon sintió cómo el peso de la situación crecía dentro de él. El brote no era simplemente una epidemia; era algo mucho más siniestro y peligroso. Sigma no se comportaba como otros virus. Parecía tener un propósito, una forma de infiltrarse en el cuerpo humano y desmantelarlo desde dentro, mientras evitaba cualquier intento de ser erradicado.

Mientras continuaba revisando a los pacientes junto a Sae-jang, el Dr. Kyung entró en la unidad, su rostro tenso y marcado por el cansancio. Se-joon lo observó por un momento antes de acercarse.

—Dr. Kyung, —lo llamó, intentando mantener la calma—, hemos recibido noticias de otros hospitales. El brote está fuera de control, ¿verdad?

El Dr. Kyung asintió con una mirada oscura.

—Así es. El número de casos se está duplicando cada 24 horas. Y lo peor es que aún no podemos identificar un patrón claro en la propagación. Hemos aislado algunos casos, pero otros parecen haber contraído el virus sin siquiera haber estado cerca de las áreas de alto riesgo, como Itaewon. —Su voz se volvió más baja—. Esto es mucho más grande de lo que habíamos anticipado.

Seo-joon sintió que el nudo en su estómago se apretaba aún más. Si el virus estaba propagándose sin un patrón claro, significaba que el brote ya había superado cualquier capacidad de contención.

—¿Qué significa eso para nosotros? —preguntó Seo-joon, aunque ya temía la respuesta.

—Significa que no solo estamos luchando contra un virus, —respondió el Dr. Kyung—. Estamos luchando contra algo que no comprendemos del todo. El gobierno está considerando la posibilidad de implementar cuarentenas más estrictas en toda la ciudad, pero no estoy seguro de que eso sea suficiente. Si Sigma sigue propagándose a este ritmo, podríamos estar frente a una pandemia global en cuestión de semanas.

Las palabras del Dr. Kyung resonaron en los oídos de Seo-joon como una sentencia. Todo lo que creían haber entendido sobre el virus se desmoronaba rápidamente, y cada día que pasaba, la situación empeoraba. ¿Cuántos más serían infectados? ¿Cómo podrían detener algo que parecía imparable?

—¿Y los tratamientos? —preguntó Seo Joon, aferrándose a la última esperanza—. ¿Estamos más cerca de algo que funcione?

El Dr. Kyung lo miró con pesar.

—Por ahora, no. Estamos probando algunos tratamientos experimentales, pero nada ha dado resultados prometedores. Lo único que podemos hacer es mantener a los pacientes estables el mayor tiempo posible, pero sin un tratamiento efectivo o una vacuna, estamos en una carrera contrarreloj.

Seo-joon asintió, aunque sentía que una parte de él se rompía con cada palabra. Estaban desconcertados, atrapados en una batalla que no sabían cómo ganar. Sigma era una amenaza que no solo desafiaba su conocimiento médico, sino su capacidad para mantener el control en una situación que se volvía cada vez más desesperada.

Antes de que pudiera responder, una alarma comenzó a sonar en una de las camas cercanas. Uno de los pacientes, un hombre joven que había ingresado solo unos días antes, estaba entrando en paro cardíaco. Seo-joon corrió hacia él junto a Sae-jang y el equipo de enfermería, pero, incluso con sus esfuerzos combinados, no pudieron estabilizarlo.

El joven murió en cuestión de minutos, víctima de un virus que parecía no tener piedad.

Seo-joon se quedó mirando el cuerpo sin vida del paciente, sintiendo cómo la desesperanza se apoderaba de él. Sigma era implacable, y ahora, más que nunca, sabía que estaban luchando contra algo mucho más peligroso de lo que habían imaginado.

Mientras se alejaba de la cama, el sonido de la alarma aún resonaba en sus oídos. Sigma estaba ganando, y la pregunta que quedaba en su mente era: 

¿por cuánto tiempo más podrían resistir?


♠️

① Sigma: Orígenes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora