Parte 3: ~ᴄᴏɴꜰɪᴅᴇɴᴄɪᴀʟ~

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El reloj marcaba casi las 6 de la tarde cuando Seo-joon llegó apresurado al hospital. Había pasado un largo rato desde que dejó a Eun-yong en Itaewon, pero el tráfico y la reunión inesperada que lo esperaba en el hospital le habían generado una sensación de urgencia que no podía ignorar.

Al entrar, fue recibido por el aire estéril del hospital, el sonido constante de pasos apresurados y el murmullo bajo de conversaciones médicas. Sin perder tiempo, se dirigió al consultorio del Dr. Kyung, el jefe de patología, quien había solicitado su presencia en una reunión de carácter confidencial.

Cuando llegó al umbral de la puerta, tocó suavemente antes de entrar.

—Adelante, Seo-joon. —la voz del Dr. Kyung lo llamó desde adentro, seria, casi ansiosa.

Seo-joon cerró la puerta tras de sí y se encontró en una pequeña sala de juntas, junto con Sae- jang, otro médico respetado del hospital. Ambos estaban sentados alrededor de una mesa larga, sus rostros tensos.

—Perdón por la tardanza, Dr. Kyung. —dijo Seo Joon, tomando asiento junto a Sae-jang—. El tráfico está imposible afuera.

—No te preocupes, —respondió el Dr. Kyung, sin desviar su mirada de la pantalla de su laptop—. Tenemos asuntos más importantes que discutir.

El ambiente en la sala se volvió pesado de inmediato. Algo no estaba bien, lo sentía en el aire. El Dr. Kyung, un hombre siempre calmado y sereno, ahora parecía más serio de lo habitual, y eso le provocaba un mal presentimiento.

—Bien, —empezó el Dr. Kyung, cerrando la tapa de su computadora y mirando a ambos médicos—. Lo que voy a decirles no puede salir de esta sala, al menos por ahora. Es de suma importancia que mantengamos la confidencialidad.

Seo Joon y Sae Jang intercambiaron miradas antes de asentir en silencio.

—Hemos estado monitoreando un patrón de infecciones en ciertas áreas de Seúl, especialmente en Itaewon y Gangnam, —continuó el Dr. Kyung—. Y tras analizar los datos recopilados por la Asociación Médica de Corea, creemos que estamos enfrentando el brote de un nuevo virus. Lo han llamado Sigma.

—Sigma... —repitió Seo-joon, tratando de procesar la información. La palabra sonaba extraña, desconocida, pero el tono con el que el Dr. Kyung la pronunció dejó claro que no era algo trivial—. ¿Qué tan grave es esto?

El Dr. Kyung exhaló, tomando una carpeta de su escritorio y abriéndola para mostrarles un mapa de la península coreana, con manchas rojas destacadas sobre Seúl.

—Grave, muy grave, —respondió—. Lo que ven aquí es el mapa de contagios. Las manchas rojas que se expanden marcan los focos más activos de infección. Como pueden ver, el virus ya ha comenzado a propagarse rápidamente en áreas clave como Itaewon y Gangnam. Y lo que es aún más alarmante, parece que los primeros casos se originaron en Itaewon, posiblemente la misma zona donde están los bares y clubes más concurridos.

Seo-joon sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Recordó el tiempo reciente que había pasado con Eun Yong en Itaewon. ¿Podría ella haber estado expuesta a este nuevo virus sin saberlo?

—¿Qué sabemos hasta ahora sobre los síntomas? —preguntó Seo-joon, intentando mantener la calma.

El Dr. Kyung deslizó algunos papeles hacia ellos. Los informes contenían información preliminar sobre los pacientes infectados.

—Por lo que hemos recopilado, Sigma es extremadamente virulento y presenta síntomas inusuales: enrojecimiento extremo de la piel, convulsiones, oscurecimiento de los ojos, y en los casos más avanzados, fallos orgánicos múltiples. Lo que lo hace más peligroso es su rápida tasa de transmisión. Se cree que el contacto físico y la exposición a fluidos corporales son los principales medios de contagio.

Sae-jang, que había estado en silencio, intervino finalmente.

—¿Y cuál es el periodo de incubación? —preguntó, mientras hojeaba los documentos.

—De siete a ocho días, —respondió el Dr. Kyung—. Lo que significa que muchas personas podrían estar contagiadas sin mostrar síntomas aún. Y como suele suceder, es probable que sigan interactuando con otros, sin saber que están propagando el virus.

La gravedad de la situación se hacía cada vez más evidente. Seo-joon no podía dejar de pensar en la cantidad de personas que abarrotaban Itaewon esa misma noche, en los bares llenos de vida y movimiento. Era imposible no preocuparse.

—¿Tenemos algún tratamiento o vacuna en desarrollo? —preguntó Seo-joon, aunque temía la respuesta.

El Dr. Kyung negó con la cabeza.

—Por ahora, no. Estamos en las primeras etapas de investigación. Hemos notificado a las autoridades sanitarias, y esperamos que tomen medidas rápidas para contener el brote. Pero por ahora, nuestra mejor apuesta es aislar a los infectados lo antes posible y tratar de limitar el contagio.

Seo-joon sintió que la situación se le escapaba de las manos. El recuerdo de su conversación casual con Eun Yong sobre pandemias le vino a la mente. Lo que había sido una charla ligera sobre ciencia ficción ahora se sentía como una sombría premonición.

—Necesito hacer una advertencia sobre Itaewon, —dijo Seo-oon de repente—. Estuve allí hoy con una amiga, y por lo que describen, puede que la exposición sea más grande de lo que imaginamos. Esa área está llena de turistas y jóvenes. Si este virus ya está allí, la propagación será difícil de controlar.

El Dr. Kyung lo miró con ojos severos.

—Tienes razón, —dijo, asintiendo lentamente—. Tendremos que notificar a las autoridades locales y establecer un equipo para estudiar de cerca los casos en esa zona. Es prioritario evitar un pánico público, pero debemos estar preparados para lo peor.

La conversación continuó, girando en torno a estrategias para contener el virus y medidas de seguridad para el personal del hospital. Seo Joon apenas pudo concentrarse; su mente estaba en otra parte, preocupada por lo que podría venir. A medida que la reunión llegaba a su fin, supo que esa era solo la primera de muchas discusiones tensas sobre Sigma.

Cuando salió del consultorio del Dr. Kyung, el peso de la situación caía sobre sus hombros. Miró su teléfono y dudó. Tenía que hablar con Eun Yong, advertirle del peligro que podría enfrentar después de haber estado en Itaewon esa misma noche.

Sigma no era solo un nombre en un informe confidencial. Era una amenaza real, que ya estaba a las puertas de Seúl, y que en pocos días, podría cambiarlo todo.

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① Sigma: Orígenes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora