Parte 8: ~ᴅɪꜱᴄᴜꜱɪᴏɴ~

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La habitación de Eun-yong estaba en silencio cuando Seo-joon entró, cargando con una mezcla de cansancio y preocupación. Desde que el primer caso de Sigma había sido confirmado en el hospital, su mente no había podido dejar de regresar a esa noche en Itaewon, a cada decisión y persona involucrada. Se le hacía difícil no pensar en lo que podría significar si Eun-yong estuviera infectada. Y el saber que ella estaba rodeada de personas que no la protegieron adecuadamente lo hacía sentir enojado y frustrado.

Eun-yong, recostada en la cama y con la mirada fija en la ventana, notó su presencia y giró la cabeza hacia él. Estaba más pálida de lo normal, y sus ojos reflejaban una tristeza profunda. Aunque su encuentro con el peligro había sido una llamada de atención, lo que más le dolía era que Seo-joon estuviera tan distante desde el incidente. Sabía que él estaba molesto, pero también sentía que había cosas que él no entendía.

—¿Por qué me miras así, Seo-joon? —preguntó ella, rompiendo el silencio, aunque su voz era apenas un susurro—. No me mires como si fuera una irresponsable. No tenías por qué armar todo este drama.

Seo-joon sintió un nudo de frustración en su pecho y respiró profundo para controlarse. La había buscado toda la noche, y cuando la encontró, estaba en el suelo, drogada, vulnerable. Y ahora, con el riesgo de Sigma encima de ellos, cada decisión de esa noche parecía un error monumental.

—¿Drama? —respondió Seo-joon con voz firme, reprimiendo la ira que hervía dentro de él—. ¿De verdad crees que esto es drama, Eun-yong? Esto es más que una simple noche de fiesta. Casi mueres en la calle, sola. Y ahora estás en riesgo de haberte contagiado de un virus mortal. ¿Cómo puedes verlo tan a la ligera?

Eun-yong apretó los labios y desvió la mirada, molesta. Sabía que lo que le había pasado había sido serio, pero no soportaba que él lo usara como pretexto para cuestionar sus decisiones y sus amistades. Su cabeza aún dolía, pero su enojo comenzaba a superar cualquier incomodidad física.

—Sé que fue peligroso, pero eso no te da el derecho de juzgarme así. No soy una niña a la que tienes que cuidar todo el tiempo, Seo-joon. Tú siempre has sido protector, pero ahora parece que estás tratando de controlar mi vida, —dijo con voz temblorosa.

Seo-joon se frotó la frente, sintiendo cómo su paciencia se desmoronaba.

—No se trata de controlar tu vida, Eun-yong. Se trata de que no te rodees de personas que no te cuidan como deberías. ¿Dónde estaba Su-ji? ¿Dónde estaba Min-yoon? —preguntó con tono duro—. Se supone que son tus amigos, pero te dejaron sola en medio de la calle. ¿Eso te parece normal?

Eun-yong lo miró desafiante, y aunque sus ojos reflejaban dolor, su voz sonó firme.

—No entiendo por qué atacas a Min-yoon y Su-ji. No son responsables de lo que me pasó. Estaban ocupados cuidándose entre ellos, y al final, yo misma decidí quedarme un rato más. No tienes por qué echarles la culpa de todo, —respondió ella, alzando un poco la voz.

La tensión entre ambos se intensificó. Seo-joon respiró hondo, tratando de calmarse, pero la frustración seguía latente.

—Esa noche tú estabas confiando en que ellos te apoyarían. No estoy diciendo que todo fue culpa de ellos, pero tú misma sabes que no fue la mejor decisión quedarte sola en Itaewon. Eun-yong, ¿alguna vez pensaste en qué hubiera pasado si yo no te encontraba? —preguntó, dejando que sus palabras resonaran en el silencio de la habitación.

Eun-yong lo miró en silencio, sus ojos brillantes, con emociones mezcladas de dolor y enojo. Lo sabía, una parte de ella estaba aterrorizada de recordar lo cerca que estuvo de no salir de esa situación, pero también sentía que Seo-joon no entendía su deseo de tener algo de libertad, de no depender siempre de él.

—No soy una niña a la que tengas que salvar todo el tiempo, Seo-joon. Quiero que confíes en mí, en que puedo tomar decisiones sin que me trates como si fuera incapaz, —replicó ella, su voz temblando ligeramente, mostrando su vulnerabilidad.

Seo-joon sintió cómo su furia cedía un poco al ver la expresión de Eun-yong, pero la preocupación aún estaba latente en su voz.

—Eun-yong, no se trata de eso. Sé que eres capaz, pero también creo que necesitas rodearte de personas que realmente estén ahí para ti cuando lo necesites. Min-yoon es tu amiga, pero te dejó sola en un momento crítico. Ella debe entender lo que significa cuidar de alguien, no solo dejarlo en una situación de riesgo y desaparecer. Eso es lo que me preocupa. —Su tono era más suave, pero aún firme.

Eun-yong suspiró, dejando que sus palabras la calaran. Parte de ella comprendía su punto de vista, pero otra parte se resistía a aceptarlo, porque hacerlo significaba admitir que él tenía razón y que Min-yoon y Su-ji la habían fallado esa noche. Miró a Seo-joon a los ojos, sin evitar la sinceridad en su propia voz.

—No quiero perder a mis amigos, Seo-joon. Y sé que ellos nunca quisieron que me pasara algo malo. Fue una noche mala, y tomé decisiones equivocadas, pero eso no significa que no me importen o que no quieran lo mejor para mí. —Sus palabras fueron firmes, pero llenas de una emoción que Seo-joon no pudo ignorar.

Se quedaron en silencio, ambos intentando procesar lo que el otro decía. La ira inicial de Seo-joon había disminuido, dejando un espacio para la comprensión y la preocupación genuina. Sabía que el amor de Eun-yong por sus amigos era profundo, y aunque le costara aceptarlo, también comprendía que, en última instancia, la decisión sobre sus relaciones le pertenecía a ella.

—Tienes razón, —admitió Seo-joon después de un momento—. No puedo controlarte ni decidir quiénes deben ser tus amigos. Solo quiero que entiendas cuánto me preocupas. Tal vez me dejé llevar por mi frustración, pero solo quiero que estés a salvo.

Eun-yong asintió lentamente, bajando la mirada.

—Lo sé, y lo aprecio más de lo que crees, —dijo con voz más suave, dejando ver una pequeña sonrisa—. Pero necesito encontrar mi propio equilibrio, incluso si eso significa cometer errores. Gracias por estar aquí para mí, Seo-joon, siempre.

Seo-joon sintió cómo la tensión en su pecho se disipaba. Miró a Eun-yong y, por un momento, ambos compartieron una paz tácita, sabiendo que la relación entre ellos era lo suficientemente fuerte para superar incluso los momentos difíciles.

A pesar de las sombras que traía el virus Sigma y el incidente de Itaewon, Seo-joon supo que su vínculo con Eun-yong, aunque atravesado por desafíos y desacuerdos, era lo que los mantendría fuertes, unidos, y, sobre todo, dispuestos a seguir adelante.

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① Sigma: Orígenes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora