CAPÍTULO V

618 83 13
                                    

—Supongo que todo calza ahora —señaló Roland en una baja carcajada. Mi rostro confundido fue suficiente para que quisiera explicarme el significado de sus palabras—. Creo recordar que entre todos los entrenadores, el Señor Weasley fue el que más insistió por la petición de su persona, cuando el Consejo decidió recibir a un nuevo sanador, Señorita Grey.

Quizás era la pequeña vergüenza que me generaba la consideración de Charlie al haber pensado en mi para el puesto, o probablemente la intensa mirada que sentía en la nuca y que estaba segura era de Ivantie. Pero necesité dar una explicación al respecto.

—Oh, es um...Charlie y yo nos conocemos desde hace algunos años. Siempre supo de mi agrado por la sanación.

No creí necesario que supiesen más detalles.

—¿Agrado? —cuestionó el pelirrojo—. Eras fantástica.

En ese preciso momento podría haberme lanzado a sus brazos. Pero el continuó.

Eres fantástica —recalcó.

Y continuó...

—Aún cuando recién estabas comenzando, siempre tuviste el don. Te lo dije aquella vez...

Y continuó...

—...no lograbas darte cuenta, pero Madame Pomfrey siempre alardeaba por su aprendiz...

Y la penetrante mirada a mis espaldas comenzaba a darme escalofríos.

—Gracias, Charlie —le corté, poniendo mi mano en su brazo para que tomara atención a mi desesperación.

—Se lo debes —aseguró Benjamin, quien se acercó a Charlie y le tomó por el hombro. Mas sus palabras iban dirigidas hacia mí—. Roland se basó en los comentarios de cada entrenador que conociste para efectuar la petición de tus servicios, me incluyo, claro. Pero este chico...—Observó al pelirrojo y negó con su cabeza divertido.

—Es un maldito dolor en el culo —refunfuñó Iorghu, logrando que todos soltaran una risotada.

Charlie bufó a mi lado y puso sus manos en la cadera, inflando su torso cuando inhaló para hablar.

Madre santa.

—Rose es la mejor sanadora que podrán encontrar —afirmó sin dudas—. Me lo agradecerán.

Su convicción me causaba un poco de pánico. Él no podía asegurarlo al cien por cien. Apenas si me había visto en acción. Aquello aumentó la presión que me había dado a mí misma. Sin embargo, en aquel instante, el mayor temor se debía a la posible reacción de la persona que se encontraba detrás.

Me atreví a llevar mis ojos a ella. Ivantie no mostraba ninguna expresión facial que delatara su mal sentir. Podría perfectamente parecer que estaba allí simplemente de paso, escuchando la conversación.

Probablemente había sido porque estaba concentrada en Charlie, pero cuando sus ojos se posaron en mí, su mirada cambió por completo. Algo frío se instaló allí. Me analizó, de pie a cabeza, con lentitud, atención.

¿Que podría esperar? Su novio estaba adulando a otra mujer, una y otra vez. Su reacción era de lo más obvia y esperada. Supuse que yo también me sentiría así en su posición.

Los miembros del Consejo fueron abandonando el lugar, despidiéndose uno por uno para volver a sus tareas. Finalmente quedamos los dos pelirrojos y yo.

La incomodidad fue instantánea.

—¿Vas al hospital? —preguntó Charlie a mi lado y luego observó la canasta de hierbas. Sus manos fueron directamente a ella—. ¿Te ayudo con eso?

Rose Grey y el domador de dragones [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora