Capitulo X

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¡Capítulo Final!

Los días pasan y ahora que Chloe ya está en casa; Sofia está más tranquila, así que decide seguir trabajando en su proyecto: construir un nuevo telescopio para su novia.

[...]

Ya era casi de noche cuando el señor Hosterman se asoma a través de la ventana y observa a Sofia trabajar muy concentrada, sus codos apoyados sobre una mesa, un lápiz sobre su oreja mientras traza líneas para terminar de organizar el resto del plano.

El hombre sonríe inconscientemente y decide salir de la casa llevando un farol en una mano y una taza de chocolate caliente en la otra.

Sofia al escuchar los pasos y sin perder la concentración, habla de inmediato frustrada—Escuche, debo terminar esto.

Él pone la taza sobre la mesa—Ten, toma algo caliente.

Sofia se suaviza y se endereza, rasca su abdomen y mira al hombre—Bien, ya casi termino con el conmutador— la castaña aprieta sus labios ahora mirando el plano—¿Ordenó los espejos?—pregunta.

—Sí—el señor Hosterman comienza a caminar y señala un pequeño taller—están allí.

—Qué bueno—Sofia suspira en alivio mientras comienza a caminar al lado de él.

—¿Qué vas a usar para que se mueva?—cuestiona el hombre, guardando una mano en el bolsillo de su pantalón mientras con la otra, sostenía el farol.

—Uso una vieja tornamesa fonográfica—explica Sofia rascando la punta de su nariz.

—¿Crees que puedas terminar esto para mañana?—pregunta el señor Hosterman entrando al taller.

—Eso espero—Sofia responde, entrando detrás de él.

Y la chica alta lo hizo.

Construyó el gran telescopio - sin duda más grande que el que construyó Chloe cuando tenía 12 años.

[...]

Bajo el firmamento lleno de luminosas estrellas, Sofia sostiene a Chloe entre sus brazos, afuera del balcón de la habitación de la chica.

—¡Gracias!—la rubia sonríe emocionada, admirando a lo lejos el inmenso telescopio—Es precioso.

Sofia sonríe sintiendo un leve cosquilleo dentro de su pecho y orgullosa de su trabajo, avisa emocionada—¡Ya es hora! Ve a verlo.

—Sí—Chloe responde tomando las manos de su novia antes de caminar hacia el extremo del balcón donde está situado el telescopio.

Los pasos de la pequeña eran cortos; lentos para ser francos. Desde aquella recaída Chloe había quedado débil.

La rubia camina al lado del telescopio, roza sus manos por el gran tubo y se acerca al lente, mira primero al cielo y después mira a través del lente ocular.

Daccarett se encoge de hombros con una sonrisa algo nerviosa –ella realmente no sabe si funcionará o no– y en silencio sólo se dedica a admirar a su chica.

Chloe suelta un—Oh—mirando al cielo una vez más, entonces eleva el tubo un poco para acomodarlo antes de volver a mirar por el lente.

La castaña se siente encantada al ver lo enfocada y entretenida que está Chloe.

La rubia por fin ve el cometa pasando lentamente en medio de todas las estrellas sobre el cielo nocturno y Chloe no puede dejar de sonreír lo más amplio que puede—Ahí está—dice emocionada.

Nuestro amor es como el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora