Puede que haya entendido sus razones y explicaciones, pero no los perdonaría tan fácilmente, sabía que no debía darles otra oportunidad sin algún esfuerzo de su parte.
Y, teniendo en cuenta que estaba secuestrada por ellos, menos.
No deseaba darles una segunda oportunidad.
—Ujum. -Se volteó hacia otro lado, siendo observada por tres pares de ojos. —Ohh, nuestro dulcecito está rebelde. -Sanzu sonreía.
Ahora la chica estaba muerta de miedo, rogaba por que no fuesen a torturarla nuevamente.
Y conociendo a Ran Haitani, sabía que por el, podrían hacerle lo que los quisiesen y el no les detendría.
—Disculpa, acabas de decir "nuestro" -El más alto tenía el entrecejo fruncido, no le había gustado. —Exactamente, como la secuestramos los tres en secreto, es de los tres. -Sonreía. —Que quede claro, Haruchiyo, Nisha no es tuya, ni de Rindō, es mía. -Se miraba enojado.
La castaña estaba sorprendida ¿desde cuando había vuelto a ser de él o ¿cuando había comenzado a ser de él?
—¿Qué? -Si, el peli rosa estaba enojado también, no habían quedado en eso, o más bien, no habían quedado en nada. —Lo que escuchaste, Haruchiyo. -Su entrecejo se frunció aun más, no le gustaba que el peli rosa hablara de SU chica.
Para ese momento ya estarían peleando si Rindō no hubiese estado presente, estaba segura de ello.
Aunque empezaba a sentirse mareada.
Se agarró un momento la cabeza, haciendo una mueca.
De repente desfalleció en el sillón.
Se había desmayado.
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Despertó en una cama, desorientada, realmente no sabía cuál había sido la causa de su desmayo tan repentino, de repente se había mareado, sin saber la razón.
Alguien la estaba abrazando, por lo que se removió incómoda, provocando que la otra persona despertase a causa de sus movimientos.
Aunque en lugar de soltarla lo único que hizo fue apretar el agarre en la cintura de la fémina.
Ya sabía quién era.
Por supuesto, era Ran, anteriormente ya había estado acostumbrada a esa actitud de el, en especial a que no la dejase ir cuando la estaba abrazando al dormir.