<<Viejas épocas>>

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Coral

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Papá apenas se está acostumbrando a la idea de convivir con un bebe, con una niña. Antes cuidaba de mí, se preocupaba de que yo no llorara, no pasara hambre, ni menos sufrir de frio. Pero ahora Luz tiene a mi padre; su abuelo a su lado y creo que sabe que él tiene esos brazos de padre.

Luz duerme en la habitación con León y conmigo. Esta su cuna pero prefiero que duerma en el medio con nosotros, la vemos tan pequeña para dejarla dormir sola en su cuna, es nueva, fue un obsequio de una amiga de mi madre.

— Esta con ella en la habitación. — Entro al baño para ayudarlo afeitarse. — Creo que al menos tiene su mente en otra cosa.

— Eso es bueno. — Sonríe mirándome desde el espejo.

— ¿Contesto tus llamadas tu madre?

Desde que llegamos del hospital, León trato de contactarse con su madre. Ni siquiera recibió respuesta de ella, ni un mensaje de texto. No la conozco, pero sé que está preocupado por ella y yo no puedo evitar sentirme también preocupada por su madre, porque sé que la quiere y se fue dejándola sola en esa casa, sin él.

— De seguro se habrá ido de viaje y no quiere estar comunicada con nadie. — Digo lo que pienso.

— Aun así es extraño, ella jamás ignoraría mis llamadas. — Frunce el ceño.

Lo único que pienso es que tal vez si se haya ido de viaje por ahí en el mundo, y no quiere estar comunicada con nadie, una vez mamá lo hizo cuando casi se divorciaron pero después cuando volvió papá se dio cuenta que la amaba que no podía vivir sin ella. Pero lo único es que mi madre si hablaba conmigo, me llamaba solamente a mí.

Verlo preocupado no me gusta, no está durmiendo bien por pensar en donde estará su madre.

— Ya sabremos algo de ella, lo prometo. — Le doy un beso en su mejilla.

— Lo sé.

Mira de reojo su celular. Está en el lavamanos apagado. Hasta yo ruego que se encienda y sea una llamada de su madre, para que deje de estar preocupado, lo veo en sus ojos.

— ¿Y Jessica? — Cambio de tema. — ¿Estuvo llamándote?

— Algo así. — Suspira.

Desde que León no apareció más en la casa de Jessica le tiene un cierto resentimiento por haberla dejado y por mí. Si sé entero que esa hija es de León, y tampoco no le encuentra el sentido de haberse metido conmigo, ella sabe que somos "hermanos", pero eso a mí ya no me importa, me dejo de importar cuando al menos mi madre me hizo ver el lado positivo de esta historia. Nuestra historia.

— Deberías hablar con ella, podría acompañarte.

— No tengo nada de qué hablar con ella, ya aclare las cosas. Los dos somos padres y ahora debo enfocarme en eso, y en unos años nos iremos a Harvard.

— Lo tienes todo tan planeado. — Digo con una sonrisa.

— Es hora de crecer ¿No lo crees? — Asiento dándole la razón. — Ya no somos esos niños que nos odiábamos mutuamente, bueno creo que tú me odiabas más...

— Sabes que no te odiaba. — Rodea sus brazos alrededor de mi cintura.

— Eso me hacías creer. — Sonríe aún más. — Pero seguiremos siendo esos golosos que no paran de tener s...

— Creo que lo romántico no es lo tuyo. — Muerdo mi labio inferior y suelto una risa. — deberías intentarlo.

— ¿Te gusta lo romántico? ¿Enserio? — Dice sarcástico. — Te gusta cuando te digo guarradas en la cama.

— León. — Alzo mi voz regañándolo. — Nuestro padre está del otro lado de la habitación, y las paredes son demasiado finas. — Mis mejillas arden de la vergüenza.

No quisiera que mi padre escuche a León decirme esas cosas, creo que lo regañaría, aunque ahora acepte que los dos tendremos algo a futuro.

— De acuerdo. — Echa su cabeza hacia atrás y luego vuelve a mirarme. — Solo quería recordar viejas épocas.

— ¿Viejas épocas? Solo pasaron unos meses, nada más.

— Sabes de lo que hablo. — Entrecierra los ojos. — La ves que me viste martuband...

Llevo mi mano en su boca para que no termine sus palabras.

— Ya entendí bien. — Quito mi mano, y le doy un beso en los labios.

Termino de quitarle el resto de espuma que tiene alrededor de su barba, que ahora está más lisa, no tiene esos bellos crecientes que pican cuando me da un beso.

— Hay que prepararnos para ir de compras...

— Espera todavía no termine.

Me jala del brazo, y me besa con intensidad. No se pasa, no me toca, simplemente sus manos están en mi cintura y prefiero que estén ahí, no quiero que papá vea algo inapropiado. Pero había extrañado sus besos recargado de esa tensión que me encanta, como mueve sus labios en los míos, o su lengua jugando con la mía.

Mierda sí que lo extraño, espero que al menos tengamos tiempo para poder tener sexo. 

Relación Abierta [2] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora