<<Una Carta>>

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Coral

En la madrugada me pase inflando globos de colores. Ya es el cumpleaños de León, y me gustaría despertarlo con una gran sorpresa, después de la gran tormenta que hubo en la habitación, de que se quería ir y tener tiempo para él solo. Tal vez estoy siendo egoísta en no dejarlo ir, pero no es tiempo para pensar en sí mismo, tenemos a una hija que criar, tenemos a Luz que nos necesitara y lo necesitara a él. Ya habrá tiempo para pensar en nosotros mismos.

Desde un principio sabíamos que esto no iba a ser fácil, las cosas podrían voltearse e incluso podríamos llegar a pelearnos por algún motivo sin razón. Pero habrá que afrontarlo con todas las garras, y salir adelante.

Suspiro pesadamente dejando el globo en el suelo, ya no sé cuántos globos abre inflado.

De repente me siento invadida por estos globos alrededor de la sala. El cartel que está colgado en la pared que dice "Feliz Cumpleaños" está intacto. El pastel de cumpleaños está guardado en la heladera, me tomo demasiado tiempo hacer ese pastel, pues quiero que sea especial y le dedique demasiado tiempo estando en esa cocina que moría de calor.

El regalo de papá este sobre la mesa junto a la mía, y de mi madre. Sí mi madre le dejo un obsequio que lo tenía guardado hace tiempo, me encantaría saber que tiene dentro de esa caja.

La casa esta silenciosa, y yo estoy aquí sentada en este sofá con mis propios pensamientos, y acompañada con la luz opaca del velador.

Pensar que hace tiempo aquí corríamos León y yo porque él me molestaba cada vez que quería sacarme de mis casillas, pero también hubo esas veces que nos llevamos bien, como la vez que lloré porque mi madre no venia del trabajo, mi padre no estaba porque se fue de viaje por un trabajo que tenía pendiente. Pero mamá llego horas después diciéndonos que se había retrasado en su oficina, y me abrazo como si no hubiese un mañana, pues había llorado tanto porque temía que ella no volviera.

Aunque ahora ese temor se hizo realidad, porque ella no volverá. Siento que por fin lo estoy un poco sobrellevando ese dolor, trato de acordarme de cosas lindas que compartí con mamá y poder dejarla ir, yo no hubiese querido que sufriera con esa enfermedad que la estaba matando poco a poco, sé que papá tampoco hubiese querido verla sufrir de esa manera y aunque entre los tres estamos combatiendo al dolor. Sabemos que ella está descansando en paz.

Luz me hará ver lo que mi madre se sacrificó por mí, lo que me quiso, lo que me cuido y me enseño. Ahí entenderé lo que mi madre hizo por mí.

La alarma de mi celular suena haciéndome remover en el sofá. La luz del sol ilumina las cortinas de la sala.

¿En qué momento me dormí?

— León... — Murmuro.

Me levanto rápido, y ordeno las cosas en la mesa.

Los globos lo pongo alrededor de la mesa donde están los obsequios, y el pastel lo saco de la heladera para ponerlo en el medio de la mesa.

Espero que no haya visto la decoración, o si no, no tendría sentido eso a lo que le decimos: sorpresa.

— Coral. — Me doy la vuelta encontrándome con papá. Aunque casi me llevo un susto de su parte.

— Papá me asustaste. — Respondo algo acelerada. — ¿León duerme?

— Si y esta con Luz. — Sonríe. — ¿Está todo listo?

— Si. — Sonreí para después suspirar de alivio.

Papá va a despertar a León y sé que querrá tener en brazos a Luz.

Acomodo las tazas, el jarrón con jugo de naranja, y el plato con tostadas. Pues tendremos un desayuno en familia, y quiero que León tenga un buen día, aparte lo de ayer que tuvo esa charla con su madre quiero que de eso se olvidé, porque lo único que importa ahora mismo, es hacerlo feliz.

— ¡Feliz cumpleaños! — Alzo mi voz cuando lo veo bajar.

Papá tiene a Luz en sus brazos, y León luce dormido, aunque se lo ve atractivo así, con su cabello alborotado.

Me acerco a él y lo abrazo.

— Por eso no viniste a dormir. — Dice con la voz ronca.

— Tenía cosas que hacer. — Reí.

Aunque valió la pena inflar tantos globos.

Después de cantarle el feliz cumpleaños, y tomarle algunas fotos, y por primera vez una foto de los tres junto con nuestra hija. Tendríamos un recuerdo feliz, el primer recuerdo en nuestra familia.

— ¡Los regalos!

Me sentía una niña en estos momentos. Hace tiempo no me sentía así de feliz, aunque es el cumpleaños de León no el mío.

Papá le da primero el suyo.

Este no es una caja, es una bolsa y al parecer es algo que lo usara para vestirse. Lo abre dejando ver un traje negro, tiene un chaleco y el saco, puede usarlo de las dos formas.

— Cuando vayas a tu primer día en Harvard.

— Creerán que soy un nerd con esto. — Ríe.

— Te quedara bien. — Comento. — Este es el mío. — Le doy mi regalo.

Tal vez para él no sea la gran cosa pero quería algo diferente.

— Es un libro para poner nuestros recuerdos con fotos. — Abro la tapa. Aunque en una página esta la foto de la ecografía de Luz. — Ese es nuestro primer recuerdo.

— Me gusta. — Mira la foto con una sonrisa.

— Si no te gusta, puedo comprarte otra cosa, pensé que algo diferente sería único.

— De verdad me gusta. — Me mira a los ojos. Me da un beso en la frente, sé que no me besara en los labios, pues esta nuestro padre presente.

— Y este es de mamá. — Le entrego el último regalo.

Su rostro se vuelve uno serio, y ve la caja por unos segundos.

Se sienta en el sofá teniendo la caja en su regazo. Papá esta algo ansioso por ver que tiene dentro, y aunque estoy igual que él, León duda en abrirlo.

— Ella también te quiso como un hijo León. — Papá lo anima. — Sabes que te amamos.

León por fin se deshace del listón blanco con brillos dejándolo caer al suelo. Abre la caja que tiene un montón de papeles cortados, saca el primer regalo que hay dentro de la caja y es un retracto familiar de nosotros tres. En ese momento yo tenía unos trece años, y él tenía quince, mamá amaba siempre fotografiar cada momento y ahora entiendo el porqué. Papá se lo ve muy feliz con ella a su lado, mientras nosotros dos estamos serios con los brazos cruzados aunque es muy gracioso.

Detrás del retracto hay un sobre blanco, él lo abre y lee los primeros párrafos pero después vuelve a meter todo dentro de la caja.

— ¿Qué haces? — Lo miro confundida.

— Es más privado. — Me mira con una pequeña sonrisa. — Lo dice tu madre, no yo.

— De acuerdo. Mamá no está aquí pero todavía debo cumplir sus órdenes. — Los tres reímos.

— Vamos a desayunar. — Papá nos guiña el ojo. 

Relación Abierta [2] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora